Dir: Eduardo Schuldt | 78 min. | Perú
Guión: Pipo Gallo y Hernán Garrido-Lecca
Música: Diego Rivera, TK
Intérpretes: Stephanie Cayo (Alberto), Alberto Isola (Jacques L’Hermite), Javier Echeverría (Capitán del Avent), Carlos Alcántara (Jonathan), Miguel Iza (Capitán del Mack), Diego Bertie (Ghen Huigen), Natalia Parodi (Urpi), Magda Botteri (Ignacio), Salvador del Solar (Capitán del Windhont), Pipo Gallo (Loro Lorenzo).
Estreno en Perú: 24 de febrero de 2005
Luego de mucho tiempo de trabajo y con cierta expectativa se ha estrenado este año el primer largometraje de animación del cine peruano: Piratas en el Callao que es producto de un esfuerzo muy encomiable, pero que se encuentra, como era de esperarse, muchos kilómetros atrás de lo que ahora se ve en animación virtual.
Lo realizado en esta película es meritorio mas aún tratándose de un medio tan alicaído como el nuestro. La animación por computadora a la cual estamos cada vez más acostumbrados es mas bien una rareza por estas regiones. Incluso lo es en países vecinos mas cosmopolitas o con mayor relación con las grandes industrias internacionales como Brasil o Argentina.
En este panorama se estrena esta cinta de Alpamayo Producciones, empresa que ambiciona posicionarse como especialista en este medio (ya tienen corriendo un segundo proyecto). Y como aventura inicial toman el cuento de Hernán Garrido Lecca (productor también) sobre la odisea de Alberto, un niño en viaje al pasado colonial y sus diversas peripecias. Ahí se encontrará en pleno puerto del Callao con aquellos personajes de leyenda que asolaban las costas en busca de ricos botines enfrentándose en batalla con diversos contrincantes.
Pero a pesar del esfuerzo realizado debo decir que realmente está todavía, como era de esperarse, muchos kilómetros atrás de lo que ahora se ve en animación virtual, que ya ha generado algunas joyas como Toy Story, A Bug’s Life, Shrek y más recientemente The Incredibles. La apariencia de los personajes es mas bien estática lo cual contrasta notoriamente con los escenarios impecables, incluso con la apariencia del mar o el fuego. Obviamente no hay comparación con los presupuestos y recursos que se contaron para las producciones mencionadas, las carencias de la opera prima de Eduardo Schuldt se notan especialmente en el complicado arte de dar vida y expresividad a sus criaturas.
Pero a pesar de esas limitaciones se ve la intención -y limitación- de quedarse en el molde creado por los pioneros (con escenas musicales mas bien postizas por ejemplo). Sólo los referentes locales de la historia nos dan la sensación de cercanía, pero el ritmo moroso de la película que otorga demasiado a lo verbal (gran error considerando su público objetivo) provoca el rápido desinterés por la misma (los niños se impacientan a los veinte minutos apenas). Solo funcionan algunas réplicas y ocurrencias cuando apelan a nuestra jerga, tanto con palabras como con el ritmo con el que son dichas, lástima, son solo breves instantes insertados acá y allá -tal vez le hubiera servido mejor incluso apelar a la chacota.
Bueno como quiera que fuere, es un empeño que como pionero en nuestro medio vale la pena apoyar, aunque esté todavía verde.
Jorge Esponda
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