Podría decir que me gustó Batalla en el cielo y pasar juicio con la facilidad que se pasa juicio a la gran mayoría de películas.
También podría decir que no me gustó Batalla en el cielo y juzgarla con igual facilidad.
Pero si hay algo que Batalla en el cielo no te permite, es ahorrar tiempo al momento de analizarla. Cualquier análisis queda incompleto, cualquier crítica te deja con cosas que decir, cualquier comentario viene con cola, y te deja la cola en la lengua.
De la misma manera veo mi percepción de su autor, el mexicano Carlos Reygadas. Podría decir que me parece un pedante, pretencioso y condescendiente «auteur». Pero podría decir también que es el tipo de mayor talento visual (ojo, visual, no narrativo ni dramático) que he experimentado en el cine latinoamericano de los últimos años.
Batalla en el cielo muestra cosas que yo nunca había visto en una pantalla. No me refiero, por supuesto, a la escena inicial, que mas bien peca de simplista y pone en manifiesto la falta de oficio del realizador. Me refiero al México que muestra y a los mexicanos que presenta. En el último Festival de Cannes, donde la película se mostró en Competencia Oficial, no recuerdo a ningún mexicano que no haya odiado la película. No sólo no les gustó, sino que odiaron la película. ¿Por qué será? No lo sé. Pero cuando yo la vi, me di cuenta que si alguien odia esa película, es porque algo trae, porque hay algo que te afecta de una manera tan directa y cruda, que no puedes permanecer indiferente. Y esa fue mi experiencia. Dentro de las películas en competencia en Cannes este año, Batalla fue la primera que me pegó, que me dio un golpe bajo, que me movió el piso. Después, claro, vinieron otras que la terminaron por opacar, pero igual había sido la única película latinoamericana en competencia y el hecho de que te mueva el piso, creo que es importante.
Y para mí eso es Batalla: una película importante de ver. Por lo menos para aprender qué es lo que un tipo con talento visual debe hacer para llegar a poner una película en competencia en el Festival de Cannes. Porque Reygadas no es ningún adolescente inocentón que la achuntó. Reygadas es un tipo con estrategia, con mundo, y con muy buenos productores. Tal vez Reygadas pagó derecho de piso con Batalla, teniendo un estreno muy pequeño, más pequeño de lo usual en Cannes (sólo tuvo una proyección, domingo, ¡a las 4 de la tarde!), pero la pura verdad es que ya es mundialmente famoso y que todos los latinoamericanos, nos guste o no, tuvimos a uno más de los nuestros entre los grandes del cine de este año.
Lo que me queda de Batalla en el cielo es la música, los planos casi operáticos, los movimientos de cámara impecables, los ángulos memorables y no pocas tomas que dudo olvidaré por mucho tiempo. Lo que quisiera olvidar, sí, de Batalla, es la torpeza narrativa de Reygadas, su discurso condescendiente hacia su audiencia y su trato casi de explotación hacia sus «actores» (todos no profesionales). Se podría decir que Reygadas es casi un desalmado con sus modelos, los explota, los humilla, no los quiere. Se podría decir, inclusive, que Reygadas no tiene humanidad, comentario que lo escuché a un buen amigo el otro día. ¿Pero todo esto no es acaso algo que podría sonar demasiado familiar por este lado del mundo?
Entre Batalla en el cielo y Japón, su premiada opera prima, yo me quedo con Japón, por ser, creo yo, una película más lograda. Pero igual ambas películas explotan a sus personajes y muestran escenas chocantes por el puro gusto de chocar y provocar una reacción «al vacío» del espectador, lo cual también disminuye el interés que uno pudiera tener en su autor.
En cuanto a lo puramente económico y casi anecdótico, es interesante saber que el presupuesto de Batalla fue de un millón de dólares, dinero con el que muy difícilmente cuenta un cineasta latinoamericano para hacer una película. Lamentablemente, si vemos la película, no podremos encontrar ese millón por ninguna parte y se vuelve un misterio la razón por la cual necesitaron tantos recursos.
Como anécdota también, queda el hecho de que Batalla fue presentada al comité de selección del Festival de Cannes el año 2004 y fue rechazada para la Competencia Oficial, ofreciéndosele la Sección Un Certain Regard. Los productores decidieron mas bien esperar y volver a presentarla este año, un año mucho más bajo en cuanto a oferta de cine latinoamericano de calidad (no lo digo yo, lo dicen las selecciones en los festivales latinoamericanos de cine) y logró la selección.
Siempre pienso que el día que Reygadas tenga un gran guión entre manos, el cielo será el límite. Sólo esperemos todos los latinoamericanos que su ego y su estrategia no se interpongan en el camino.
Josué Méndez
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