The Constant Gardener
Dir. Fernando Meirelles | 129 min. | Alemania – Reino Unido
Intérpretes:
Ralph Fiennes (Justin Quayle)
Rachel Weisz (Tessa Quayle)
Hubert Koundé (Arnold Bluhm)
Danny Huston (Sandy Woodrow)
Daniele Harford (Miriam)
Estreno en Perú: 26 de enero del 2006
Basada en la novela homónima de John Le Carré esta película nos presenta una intriga ambientada en el mundo de las industrias farmacéuticas y sus aparentes actos de buena voluntad en la Kenia actual, azotada por las pandemias y el caos socio-político. Gigantesco torbellino que tendrá su caja de resonancia en la historia de Justin y Tessa Quayle, un matrimonio inmerso dentro de las delegaciones de ayuda humanitaria.
El encargado de llevar esta historia a la pantalla es el polémico realizador brasileño Fernando Meirelles, quien luego de su Cidade de Deus se colocó en boca de todos debido a su visión dantesca y anfetamínica de la miseria de las famosas favelas de Río de Janeiro. Todo con una notoria influencia de su paso por la publicidad y el videoclip. La película era un retrato irregular y algo dudoso de la marginalidad pero funcionaba más como crónica que como reflexión. Aunque uno no podía quedarse indiferente ante la tensión visual del relato y eso es precisamente lo que debe haber convencido a los productores internacionales para ponerlo en la lista de los más rankeados.
Ahora en esta nueva película vemos justamente al director en pleno uso de los recursos usados en su anterior cinta pero a mi parecer aplicados con mayor fortuna. Acá vemos un eficaz delineamiento de los personajes: Justin es un diplomático por carrera y tradición familiar, tranquilo y hasta sumiso, siempre atento a su afición por la jardinería y en fin, a la convivencia armónica. Fiel a esta consigna, el trabajo preciso para su perfil no es otro que las Naciones Unidas. Pero aquella que solo hace gestos bulliciosos de ecuanimidad en medio de los convulsos juegos de los grandes poderes. Tessa en cambio si es una idealista a ultranza y es su vehemencia la que lleva a la pareja a trasladarse a la lejana Kenia, tierra de nadie, desprotegida de la mano divina.
Es aquí que surge la intriga mayor cuando Tessa aparece muerta y el apacible Justin verá su mundo trastocado al deshilvanar de a pocos todo el trasfondo alrededor de los grandes negociados con la supuesta ayuda humanitaria. Intriga ésta que por su dimensión se acerca a una de James Bond pero en tratamiento dista por completo de ella. En este caso el fiel Justin (medido Ralph Fiennes) tiene que decirle no a todo en lo que había creído (incluso a la misma rubia Albión) y su derrotero será solo guiado por su pasión. Idea notable que, aunque modula con eficacia todo el tiempo, Meirelles no lleva a trascender mas allá de la rutina de investigación. Así con algunos momentos, incluso de parafernalia, la película transita frente a nosotros con los ametrallantes efectos de un montaje cortado al extremo que busca el efecto desequilibrante y deslumbrante (cosa que consigue en algunos momentos en los que captura cierta apariencia documental). Pero puede llegar a saturar en este intento.
Pero en mi opinión todo esto está resulto algo mejor que en Cidade de Deus, al menos acá el director no traiciona en ningún momento la ideología de su película. Se mantiene así, como una cinta de investigación en su vertiente dramática que aunque llegué al final a tocar muchos tópicos, está resuelta con bastante oficio. Meirelles es un director de artilugios nada despreciables que obtendrá eficaces resultados si los logra conciliar mejor con su guiones.
Jorge Esponda
Deja una respuesta