Catch Me If You Can
Dir. Steven Spielberg | 141 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Leonardo DiCaprio (Frank Abagnale Jr.)
Tom Hanks (Carl Hanratty)
Christopher Walken (Frank Abagnale, Sr.)
Martin Sheen (Roger Strong)
Nathalie Baye (Paula Abagnale)
Amy Adams (Brenda Strong)
Estreno en Perú: 27 de febrero de 2003
Un Spielberg menos trascendente y mucho más simple es el que se nos presenta en esta película. Un director preocupado por contar bien su historia, más allá del merchandising y de la obsesiva preocupación por hacer algo pensando en los premios y en la crítica. En eso justamente se sostiene Catch Me If You Can, en una narración sobresaliente, en la ambientación sesentera perfecta, en la música exacta, y en los actores indicados. Un Leonardo DiCaprio, más que cumplidor como siempre, y un Tom Hanks que quizá no pueda igualar tal nivel de interpretación.
Una historia de búsqueda es Catch Me If You Can. Una historia de amor y de nostalgia. Frank Abagnale Jr. (Leonardo DiCaprio) corre, pero buscando tranquilidad, buscando enamorarse. Quiere, en el fondo, emular la relación de sus padres, quiere olvidar que ellos ya no están juntos. Que se separaron. Todas las veces se niega. No quiere creer que ellos, sus héroes, ya no están juntos. Que su padre este en la bancarrota que su madre se fue con el amigo del padre. Nada le parece real y a partir de eso, se construye identidades. Piloto de avión, médico, abogado. Todo eso a los 17 años. Un embaucador de los mejores, inteligente que encuentra en la germinal cultural popular, la literatura para su vida. Cuando todos bailan, él mira televisión, relee comics. Todo el contenido parece estar a su alcance.
Por otro lado Carl Hanratty (Tom Hanks) corre. Busca a Frank. Pero también escapa de lo que significa un anillo de bodas en su dedo. De la distancia de su hija, de la soledad, de la monótona vida dentro del FBI. Hanratty hastiado de sus colegas, de su jefe, encuentra en el caso la reivindicación de su vida. La revancha esperada. Lo imagina un criminal, un personaje peligroso, que no duda en estafar por millones de dólares.
Ambos buscan, ambos escapan. Ambos se parecen. La recreación de policías y ladrones, en la que los roles a veces se invierten, en la que la genialidad y astucia también otorgan puntos. Una reivindicación de los ladrones de antaño, que trataban bien a las chicas y que no mataban.
Debo admitir, antes de seguir, que Spielberg, después de E.T., no me ha gustado nada. Incluso su lacrimógena y elogiadísima La lista de Schindler, me parece falsamente educadora y reivindicativa. Podría seguir enumerando fácilmente bluffs cinematográficos de Spielberg. Y lo haría sin remordimiento. Creo que justamente eso es lo que hace a Catch Me If You Can, una película –sino perfecta- sí notable para mí. El hecho de retornar a la historia, al cine en su esencia. Y que además lo haga Spielberg.
Solo basta mirar los primeros cinco minutos, en los que Thierry Kuntzel, genio de la animación, nos hace un resumen de la película -con el pretexto de mostrar los créditos- para darnos cuenta que Catch Me If You Can bien vale la pena. Siluetas dibujadas que suben y bajan, líneas que acaparan la pantalla, todas moviéndose al ritmo de la música de John Williams. Un excelente telón de presentación.
Y Frank Abagnale Jr. sigue corriendo. Propone una tregua. Visita a su padre. Un Christopher Walken, quizá en su última mejor actuación. Haciendo las veces de un héroe destruido. Atrás queda la mirada perdida de Frank, viendo bailar a sus padres, la historia repetida de cuando se conocieron. Corre buscando tranquilidad, pero la mentira no se sostiene. Y otra vez los fantasmas del pasado, los ingenuos diecisiete años. A veces Frank parece un niño haciendo una travesura, pero al minuto parece un hombre calculador. Las escenas con sus padres, los flashbacks nostálgicos siempre terminan devolviéndolo a su cama, donde ojea distraídamente los comics de Flash Gordon.
Podría bien terminar aquí. Creo que sería lo más justo con la película, pero no. La cinta, aparentemente brillante hasta aquí termina de la peor forma. Con letras sobre la pantalla diciéndonos que fue de la vida de los personajes. ¿Se imaginan un libro, en el que las últimas cuatro páginas sean chatas descripciones de los veinte futuros años de los personajes? Una estafa. Odio las películas que terminan de esa forma. Y finalmente todo es una reivindicación, fiel a la vida real del señor Abagnale Jr., pero nada funcional con la historia. Es hacia el final que Spielberg se acuerda de sus últimas películas, de sus finales predecibles. Y nos arruina la llegada.
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