Dir. Steven Spielberg | 164 min. | EE.UU.
Guión: Tony Kushner y Eric Roth basado en el libro «Vengeance» de George Jonas
Música: John Williams
Dirección de fotografía: Janusz Kaminski
Intérpretes:
Eric Bana (Avner), Daniel Craig (Steve), Ciarán Hinds (Carl), Mathieu Kassovitz (Robert), Hanns Zischler (Hans), Ayelet Zorer (Daphna), Geoffrey Rush (Ephraim), Michael Lonsdale (Papa), Mathieu Amalric (Louis), Moritz Bleibtreu (Andreas), Valeria Bruni Tedeschi (Sylvie)
Estreno en Perú: 9 de febrero de 2006
Con Munich, Spielberg vuelve a sus acercamientos más, digamos, “serios” al cine. Aquellos que tantos galardones le valieron con cintas como The Purple Color o Schindler’s List. En este caso nos presenta un thriller político inspirado en el llamado Septiembre Negro de las olimpiadas del 72, uno de los más sonados atentados en el conflicto judeo-islámico. Pero al cual el director se acerca cuidadosamente pese a las controversias que pudiera desatar.
Lo primero que se podría pensar de este proyecto (ofrecido a varias manos por bastante tiempo, recuerdo un telefilme al respecto con Michael York incluso) es que el director judío se dedicaría a tomar partido por el grupo agredido el cual se ve obligado a responder y a justificar sus acciones. Y aunque trata de eso básicamente, la perspectiva que ofrece es mayor y más compleja de lo que parece. A Spielberg no le interesa ser un vocero partidario o algo parecido.
La película así nos sitúa en el preciso momento en que las tensiones entre el mundo islámico e Israel van a desembocar peligrosamente alrededor del mundo. Contemplamos como preámbulo el atentado en el que los terroristas ingresan a la villa olímpica a despertar los ojos del mundo sobre el conflicto en tierra santa. El secuestro y asesinato de los atletas israelíes no puede quedar impune ni ser símbolo de debilidad y las altas cúpulas de la nación deciden entonces aplicar la ley del talión como en las historias bíblicas antes de la llegada de Cristo.
Guerras de poderes e intereses de por medio colocan así al buen Avner Kauffman (Eric Bana efectivo) como protagonista de esta historia de sangre y venganza a escala internacional. Formado su grupo de especialistas y borrado todo contacto, inicia todo su itinerario con la determinación de cargar sobre sus hombros todo el honor de su pueblo. Credo que irá cambiando conforme avance en su misión.
Así arranca el thriller y el director se toma su tiempo para otorgarle más densidad que para llenar los ojos de los espectadores. A Spielberg le interesa más reflexionar esta vez que mostrar y su montaña rusa queda de lado por un lado más dolido y hasta descreído.
A cada crimen le suceden otros más terribles como respuesta, a cada líder terrorista eliminado le sucede otro mucho peor. Lúcido el buen Steven lanza la clásica sentencia de que la violencia solo engendra violencia.
Así avanzan los setentas y con ellos las escaladas del terror en el mundo occidental en respuesta a las que se suceden en las tierras olvidadas de la cuna de la civilización. Avner caerá en cuenta de que se encuentra como mero ejecutor en un limbo en el que no reconoce ni para quien trabaja realmente. Entre cada ejecución (una más espectacular que la otra) se nos ofrece más que nada toda una mirada de un tiempo y época, de repercusión de errores antiguos, de reacciones cada vez más violentas y el director lo presenta con coherencia y sin concesiones como se podría también pensar (aquel simbólico plano final es más que suficiente).
Spielberg acierta nuevamente y aunque ciertamente no se eleva hasta sus más logradas cintas, nos presenta una mirada distinta y madura. Una buena cinta que más bien resulta hasta un cuerpo extraño en el mainstream actual.
Jorge Esponda
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