5×2
Dir. François Ozon | 90 min. | Francia
Intérpretes:
Valeria Bruni-Tedeschi (Marion)
Stéphane Freiss (Gilles)
Géraldine Pailhas (Valérie)
Françoise Fabian (Monique)
Michael Lonsdale (Bernard)
Estreno en Perú: 23 de marzo de 2006
Como anuncia el título en español (de manera obvia) esta película habrá de dedicarse a presentarnos la historia de una pareja como muchas a la cual contemplamos en sus diversas estaciones emocionales. Lo que advertimos a poco de iniciada es más bien la deconstrucción de su desarrollo desde el principio hasta el final. El francés Ozon hace más bien el estudio del itinerario sentimental de sus protagonistas con todas sus peculiaridades y más interesado en llegar a la exploración de la fuente que a mostrarnos una progresiva degeneración o algún clímax poderoso que tenga que ver con el momento de crisis. Es una película más bien optimista sobre la relación de pareja aunque no lo parezca.
Ozon es una director desmarcado del cine de géneros, ya lo vimos en Sous le sable, Swiming Pool o 8 femmes. A pesar de la pinta que pueda tener, 5×2 no es una película que entre al juego del cine romántico ni nada por el estilo. Se trata en cambio de un muy austero y hasta duro retrato en mosaicos que nos muestran a Marion y Gilles, los protagonistas, en su cambiante ánimo, conforme nos lo presenta en determinado momento el director. Así que al parecer fascinado por las construcciones de Memento o la también francesa Irreversible, realiza su regresión personal: cinco momentos en la vida de nuestros dos protagonistas.
Contemplamos el experimento que se mantiene siempre lejos de desborde alguno salvo en un momento. Con la secuencia inicial de la pareja firmando su divorcio y acudiendo a un último encuentro antes de decirse adiós. Tal secuencia incluso con brutalidad nos presenta el momento de pérdida, oscura ceremonia de despedida. Pero tal impresión no se mantendrá al margen de los momentos que lo habrán precedido y que de alguna manera tratan de explicarla. Ozon no deja de impregnar la ambigüedad que lo caracterizó en aquellas misteriosas atmósferas de Swiming Pool y Sous le sable. Las siguientes secuencias se desmarcan poco a poco de la armonía familiar que creeríamos presenciar a continuación. Ahí vemos supuestas ceremonias, visitas y fiestas pero todas ellas lejanas al entusiasmo. Es notable en ese sentido la observación minuciosa a sus creaturas, conducidos con un inobjetable talento. Pasajes como el relato de la orgía y la lenta espera por Gilles después del alumbramiento poseen toda esa cualidad de narrador a su modo de odiseas existenciales que es Ozon.
Valeria Bruni-Tedeschi y Stéphane Freiss están notables (especialmente ella) pero no dejan de estar atrás Michael Lonsdale (Munich) y Françoise Fabian como los padres quienes nos presentan a su modo un reflejo de la historia central. Especialmente en el momento de la noche de bodas que está a su vez lejos de la idealización. Aquella aventura planteada no deja de sentirse algo artificial pero cumple con mantener la línea que se ha trazado la película. Otorgarnos una visión de la pareja con todas sus particularidades ante el posible asombro o el simple desgano.
Contemplamos más bien como el anticlímax toda la secuencia dedicada al inicio de la relación en el bello y preciso escenario (eso sí se acerca a lo esperado) de un balneario italiano. Ozon parece no querer ser evidentemente oscuro y finiquita su historia de esta manera. El azar (o supuesto azar) hace que Marion y Gilles den el uno con el otro e inicien esta aventura (a su modo) la cual ya los detalles conocemos con anticipación. Él estará con el mismo desgano de mucho después y ella ante la expectativa de liberarse del aburrimiento que seguirá experimentando. Es en este momento que surge el flash. Una especie de renacimiento habrá de darse y esto sí no escapa a la tradición. Ambigüedades no exentas, aquel final-comienzo parece dejarnos más bien con la impresión de que a pesar de conocerlos de antemano, una nueva historia esta por empezar.
Jorge Esponda
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