Mission: Impossible III
Dir: J.J. Abrams | 126 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Tom Cruise (Ethan Hunt), Philip Seymour Hoffman (Owen Davian), Ving Rhames (Luther Strickell), Jonathan Rhys Meyers (Declan), Maggie Q (Zhen), Keri Russell (Lindsey Ferris), Laurence Fishburne (John Brassel), Billy Crudup (John Musgrave), Michelle Monaghan (Julia)
Estreno en Perú: 4 de mayo del 2006
Vuelve la tercera (y probablemente no la última) entrega de la saga de espías ultra tecnológicos encabezados por Tom Cruise como el agente Ethan Hunt. Esta vez en una misión trepidante y efectiva que renuncia a las estilizaciones para brindar mayor entretenimiento y permitir el lucimiento de la estrella. Esta tercera Misión imposible con su cámara ágil, cercana al videoclip, muestra el vértigo sin alocarse y cumple al final. Aun cuando, tras llegar al supuesto clímax pierda fuerza y no se recupere más.
Lo primero que hay que decir sobre Misión imposible 3 es que se reconoce como un divertimento dentro del género de acción y de espías; y a partir de ese sinceramiento trata con respeto al espectador y a los estereotipos del género. Entonces veremos que el bueno de Tom es casi un santo, el villano es terriblemente infame y que la acción es todo (o casi todo) lo que importa en la película, a tal grado que nunca nos enteramos qué es la “pata de conejo”, artefacto objeto de afanes del archienemigo de turno y que se transforma en el “amuleto” que le brinda buena estrella a esta secuela. Es la apuesta del director, el novel J.J. Abrams, en la acción por la acción, la que proveerá del entretenimiento prometido sin mayores contratiempos para el goce del respetable.
Así, la cinta nos ahorra explicaciones y se muestra dinámica desde el mismísimo arranque donde nos regalan un adelanto del clímax, para de inmediato contarnos la historia desde su inicio. Con un agente Hunt enamoradísimo y a punto de casarse, que nos evita las melifluas escenas de cortejo de versiones anteriores (sobretodo de la fallida segunda parte contada por el oriental John Woo). Para que acto seguido una llamada telefónica ponga en movimiento la montaña rusa, conformándose el equipo multirracial que realizar un rescate en Berlín, un secuestro en Italia y el resto de maromas que no paran, giros inesperados de por medio, hasta los últimos minutos del blockbuster.
Pero no sólo el espectador se divierte; Philip Seymour Hoffman se la pasa de relajo, sin calcular tonos de voz o construir personalidades complejas, junto con el resto del elenco. Entretanto Tom Cruise se afana por hacer todas sus acrobacias y demostrarnos que puede llorar, sufrir y aguantar harto golpe mientras se mide con Seymour Hoffman, ganador del Oscar de este año. Anotemos que ellos ya han compartido escenas antes en Magnolia de Paul Thomas Anderson.
Esta tercera Misión imposible con su cámara ágil, cercana al videoclip, muestra el vértigo sin alocarse y cumple al final. Aun cuando, tras llegar al supuesto clímax pierda fuerza y no se recupere más. De ahí en más se queda sin ideas: hace guiños a la política actual, se inventa heroínas de último minuto, da despintados finales a unos malos que se merecían algo más, y pone una par de escenas edulcoradas para el happy end. Felizmente son los últimos cinco minutos. A fin de cuentas, es una película para ver con los amigos comprando canchita, pero teniendo cuidado de no atragantarse.
Antolín Prieto
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