Dir. Carlos Carrera | 118 min. | México – España
Intérpretes:
Gael García Bernal (Padre Amaro)
Ana Claudia Talancón (Amelia)
Sancho Gracia (Padre Benito Díaz)
Angélica Aragón (Augustina Sanjuanera)
Estreno en Perú: 16 de enero del 2003
Rodeada de un aura polémica, esta película mexicana constituye una crítica sin concesiones a la Iglesia Católica. Como en el caso de El código Da Vinci, este filme tiene imágenes y contenidos que algunas personas pueden encontrar insoportables, sobre todo si son católicos practicantes. La película, basada en una historia del siglo XIX, inicia con la llegada del padre Amaro a una iglesia para ayudar al anciano padre Benito en su trabajo diario. Pronto el joven clérigo se verá envuelto en más de un situación comprometedora, incluyendo un furtivo amorío con una joven devota.
El crimen del padre Amaro es una típica película de tesis, es decir, que pretende demostrar algo en términos políticos o ideológicos. El filme describe hasta tres distintas posiciones dentro de la Iglesia y las tres suponen un alto grado de secularización: 1) la iglesia tradicional con raíces culturales en la superstición y el atraso, 2) la iglesia como institución burocrática, pragmática y hasta de mentalidad posmoderna, y 3) la iglesia revolucionaria, aliada de los movimientos insurgentes.
En las tres posiciones el director Carlos Carrera censura la divergencia entre el discurso y la práctica de cada posición y de la Iglesia como conjunto, con relación a temas como el celibato, el narcotráfico o la violencia política; e incluso allí donde podría alabarla no deja de hacer notar la «doble faz» de los clérigos. Su enfoque sería desapasionado y objetivo sino fuera porque recurre ocasionalmente a imágenes que algunos consideran gratuitamente provocadoras. Pero la película es controversial no sólo porque pone en el banquillo de acusados a la Iglesia Católica in toto, sino también porque sugiere que la violencia guerrillera aparece como la única opción en el contexto sociopolítico planteado.
Lo anterior no significa que el filme sea recargado o complejo. Al contrario, la trama se desarrolla con bastante sencillez y eficacia en términos narrativos, sin mayores pretensiones formales; justamente en beneficio de las intenciones ideológicas del director. Y parte de su éxito de taquilla reside en buenas actuaciones y en la presencia del sex symbol latinoamericano Gael García, a quien difícilmente podríamos asociar con la castidad exigida por Roma para sus pastores. En todo caso, la desganada moraleja de esta película con respecto a los curas podría ser lo que mi esposa comentó luego de escuchar pacientemente mis acostumbrados análisis. Con expresión algo aburrida sintetizó: «ellos siempre se las arreglan…».
Juan José Beteta
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