El descenso (2005)

The Descent
Dir. Neil Marshall | 99 min. | Reino Unido

Intérpretes:
Shauna Macdonald (Sarah), Natalie Mendoza (Juno), Alex Reid (Beth), Saskia Mulder (Rebecca), MyAnna Buring (Sam), Nora-Jane Noone (Holly)

Estreno en Perú: 20 de abril del 2006

Las películas de horror que presentan el estallido de lo insólito en medio de lugares inhóspitos o parajes lejanos a la civilización siempre han presentado la gran posibilidad de reunir este género con otro tan apasionante como el de la aventura. En muchos casos la oportunidad es desaprovechada a todas luces (el caso de las persecuciones de Jason y epígonos que prefieren coquetear con la humorada adolescente). Otros como la clásica Alien han resuelto de manera novedosa la mixtura para convertirse en una de las máximas influencias del cine de las últimas décadas. Algunas con mayor o menor fortuna han tomado el modelo o bebieron un poco de él. Muy rara vez podemos presenciar alguna que otra cinta interesante y entre lo más reciente de la producción destaca esta película del británico Neil Marshall. La atracción y tensión de la cinta reside por respirar a partes iguales el riesgo de la aventura y terror ante lo desconocido. Conjunción sorpresiva tratándose de una aparente, a primer momento, convencional cinta de esas que se estrenan por montones para otorgarle un sitio permanente al horror en la cartelera.

Asumiendo muy bien los alcances de ambos géneros es que el director comienza a hilvanar los motivos que darán paso al encuentro del pequeño grupo humano que nos presenta con el riesgo. Un lejano viaje de unas chicas hacia los montes Apalaches es el plot central de esta aventura que ejecutada con mucho criterio se toma su tiempo para presentarnos a cada una de sus integrantes tomando bastante atención en una de ellas: Sarah, quien viene de sufrir una gran tragedia de la que fueron testigos dos de sus compañeras.

La película es rauda y funcional para describirnos este viaje de reencuentro con las reglas de la superviviencia a cargo de estas damiselas de ciudad (en apariencia). Casi todo el trip hasta acá nos hace esperar una crónica turística en su mayoría, a pesar que los delirios de Sarah ya nos han insinuado la presencia de algo más allá. Terreno de lo inexplicable a la cual las protagonistas llevan su aburrimiento rebosante. En toda esta primera parte se nota una hábil mano para narrar situaciones cortas y precisas. Momentos de compartir y establecer los límites u osadías de cada cual y la preparación de la expedición. Todo resulta efectivo pero el gran valor es conseguir (sin truculencias) que nos mantengamos a la expectativa cada vez más creciente ante el destino que tendrá este paseo.

Habrá de satisfacerse la inquietud con la llegada al enorme túnel natural donde iniciarán el descenso. Ingreso a la matriz, redescubrimiento de lo que se olvidó el tiempo al pasar. El principio de toda aventura ya establecido y que con todo lo limpio de su apariencia, no nos insinúa nada de lo que habremos de presenciar más allá en las profundidades. El viaje continuará sin interrupciones dentro de los límites del riesgo ante la naturaleza salvaje, áspera y oscura. Viaje al centro de la tierra conducido con mano firme. Gran parte de la cinta mantendrá hábilmente el suspenso justamente a partir de la cada vez más creciente necesidad de supervivencia de las exploradoras. La profanación del mundo perdido se verá premiada con este ingreso divertido pero con un cada vez más mortal intento de salida. El grupo humano se verá sometido a la necesidad y a las dificultades que habrán de presentarse a cada tramo del trayecto. Hasta aquí todo lo que podría esperarse es una tensa cinta de riesgo, mas la madre tierra les tendrá todavía una sorpresa a sus hijas sacrílegas.

La sensación de peligro muy bien dosificada hasta ese momento habrá de acentuarse al límite con la irrupción de lo extraordinario. Con un sentido del horror como pocos vistos últimamente, Marshall le otorga a la cinta una atmósfera sinuosa y bizarra a la hasta ahora bastante expeditiva historia. Rápidamente caemos en cuenta, como las chicas, que hemos entrado al terreno vedado. Los hambrientos guardianes de la misma no tardarán de insinuar su presencia como no menos sorprendidos espectadores de la invasión de los seres de arriba. En este gigantesco útero terrestre sus extraños habitantes recibirán este regalo con la desesperación absoluta (cercanos a los ágiles zombies de películas recientes) de algún país en crisis extrema, casi universo aparte para muchos. Tan sólo les quedará a las protagonistas responder al instinto como sus adversarios, de lo que no están lejanas la cobardía, la violencia, y el rencor.

Las escalas del horror son filmadas con tal velocidad y precisión casi como reportaje in situ de una batalla absoluta. Los seres casi vampiros a los que se enfrentan no son tan organizados como otros engendros antecesores, asumen este combate de manera similar que sus visitantes, como el de la supervivencia a toda costa. En esta parte ya la cinta se ha combinado de manera apasionante en los dos géneros a la vez. O bien puede considerársela una cinta de aventuras como una de horror y sin dejar de ser una u otra.

Esta virtud sobresale por encima de lo aparentemente truculento de este tipo de cintas. Marshall confía en la capacidad de la acción ante que del gore (que lo hay pero como detalle inevitable). Y esa es la gran cualidad de su cinta una siniestra fantasía de ritmo preciso para respirar y envolver al espectador a partes iguales. Hasta la ilusión del compañerismo o de las salidas fáciles serán devastadas por su ingenio. Puntos tan manidos como carteles que anuncian las características de tal o cual producto y que son la gran causante de la ausencia de sorpresas en el grueso de la producción. En buena hora este no es el caso.

Jorge Esponda

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