Dir. John Lasseter | 116 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Owen Wilson (Lightning McQueen)
Paul Newman (Doc Hudson)
Bonnie Hunt (Sally Carrera)
Larry The Cable Guy (Mater)
Estreno en Perú: 13 de julio del 2006
La nueva aventura de Pixar tras The Incredibles ha causado mucha expectativa especialmente por el regreso del cabecilla John Lasseter a la dirección después de cierto tiempo. El pionero de la animación virtual elige trabajar en esta ocasión una película íntegramente protagonizada por automóviles en el mundo de las carreras. Acaso si se referirá a ellos como la proyección ideal de la rauda y competitiva vida moderna. Pues la velocidad en la vida del protagonista Lightning McQueen es su razón de ser. El as de las carreras sin embargo se verá en medio de una circunstancia que lo sacará por completo de la agitación de su rutina de giras y premios al encontrarse de pronto en medio de la tranquilidad, aparentemente en medio de la nada. Totalmente inconcebible en el inquieto espíritu del aspirante a campeón.
McQueen es un auto de éxito y con todo el ego que lo acompaña (ecos de tantas celebridades). La película nos presenta así, de manera veloz, todas las cualidades del héroe en la pista en su momento cumbre: la carrera definitiva por obtener el título soñado (presentado como toda una parodia del mundo de las ruedas y tuercas, incluyendo una marca “Lightyear”). Cosas del destino, el título máximo habrá que definirlo con una última carrera que el impaciente aspirante ya da por ganada. Entonces grande será su sorpresa al perderse en un pequeño pueblito de esos que alimentan el imaginario de los ensimismados citadinos. Y como náufrago se verá obligado a la fuerza a tener que adaptarse a sus extraños habitantes que demuestran toda la calidez y simpatía a los que su mundo de compromisos y ambiciones muchas veces es ajeno.
Volvemos entonces a la historia de aprendizaje en la que el protagonista en esta ocasión habrá de conocer los placeres de la contemplación. La necesidad de salir de la aislante miel de la comodidad para darse cuenta que fuera de lo reluciente no tiene nada más. Lasseter asume con el ingenio de siempre este reflejo de los humanos sentimientos de aburrimiento y soledad que siempre lo caracterizaron desde sus cortometrajes en los que todavía era un desconocido y loco soñador al que nadie prestaba atención por todas sus extravagancias. Ese oficio forjado con paciencia y de a pocos no se ha perdido en nada. Lo que sí se siente al poco rato, luego de la ágil primera parte, es que más bien se acerca un poco a esos discípulos no declarados que pululan por otros estudios. Pero no quiere decir esto que hay tal mella en su trabajo sino que parece más adaptado a lo obvio de la enseñanza.
Las coloridas odiseas en miniatura de Toy Story o A Bug’s Life tenían esa gran cualidad continuada por Brad Bird en The Incredibles. Eran hasta subliminales cintas alrededor de la búsqueda de cumplir las fantasías, de escape a lo extraordinario al menos por un instante. Cars conserva el colorido y la imaginación visual así como el vivaz diseño de sus personajes y réplicas, pero se mantiene con reserva a la hora de mostrar toda la personalidad de su autor. La película es todo lo llevadera posible pero me parece una paso más cercana a Monsters Inc. y Finding Nemo, las menos logradas cintas de Pixar hasta el momento.
Aun así solo digo que se siente una cierta decepción con respecto a lo hecho previamente por Lasseter. Eso no nos impide disfrutarla de cabo a rabo (aunque se le haya pasado algo de metraje) con personajes simpáticos como la grúa Mater, los autos italianos vendedores de refacciones o aquella extravagante furgoneta admiradora de Hendrix. Se puede decir que es un espectáculo con el criterio suficiente como para mantener un recuerdo grato a la hora de salir de la sala. Será mejor mantener la expectativa de Ratatouille la nueva película de Brad Bird. Por cierto habría que mencionar el simpático corto que inicia la función, que nos recuerda otra de las buenas alternativas que utiliza Pixar para promocionar sus trabajos.
Jorge Esponda
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