El habitual ciclo de conferencias internacionales que cada año ofrece el Festival ElCine, tuvo el pasado viernes 2 de agosto una sustanciosa disertación a cargo del secretario general de la Federación Internacional de Críticos de Cine (FIPRESCI), el alemán Klaus Eder. Flanqueado por los críticos Carlos Galeano e Isaac León como moderadores y asistido por una traductora, Eder comenzó su conferencia “El estado de la crítica hoy” con una inesperada confesión: justifica la piratería como respuesta a la hegemonía planetaria de las distribuidoras hollywoodenses que nos restringen y cierran la posibilidad de apreciar películas de otros confines mucho más valiosas e interesantes.
Sostuvo que dicha hegemonía, la cual no solo abarca la producción y distribución de películas, también afecta la labor del crítico de cine. Mencionó, entre otros, el caso de un crítico británico a quien despidieron de una publicación por haber dedicado en su columna más líneas a Un ángel sobre mi mesa de Jane Campion, en lugar del estreno de un blockbuster estadounidense. La respuesta que le dieron fue que a los dueños solo les interesaba el cine como entretenimiento y no como arte. Contó además la experiencia de otro crítico ingles a quien enviaban a cubrir los festivales del cine en compañía de un editor que supervisaba sus comentarios.
«No solo estamos viendo una epidemia de ‘hollywoodtitis’ en las salas de cine, también la prensa y los textos sobre cine la están padeciendo, al igual que todo lo relacionado al entretenimiento», anotó. Es por ello que cintas latinoamericanas y de otros lugares tienen dificultades para exhibirse en Europa, al igual que las películas europeas para verse en nuestras pantallas.
El secretario general de la FIPRESCI aclaró que no está en contra el cine estadounidense, sino en contra del predominio de aquella industria sobre el resto del cine que se produce en el mundo.
También existe el fenómeno que la crítica cinematográfica se imponga ciertas limitaciones al privilegiar el comentario de filmes que se exhiben en salas cada fin de semana, en detrimento del cine que se consume vía televisión, cable o DVD, e incluso festivales. Cuando la crítica escribe sobre grandes festivales como Cannes, destaca a las cintas en competición, y deja de lado el resto de la programación de las diversas secciones. La prensa estadounidense indica a sus corresponsales que escriban sobre cómo desfilan las estrellas sobre la alfombra roja y cómo van vestidas, y recién al final pueden comentar una película.
Los críticos en EE.UU. y Europa
Para Eder, la critica estadounidense se considera parte de la industria cinematográfica, de ahí que en los festivales los críticos luzcan elegantes, en esmoquin, y departiendo con las estrellas incluso sobre la alfombra roja. En cambio, los críticos europeos se consideran como un sector opuesto a la industria y por ello se los ve en los festivales en jeans y vestidos de manera más informal.
Sin embargo, aclaró que aunque no lo busque, el crítico ya es parte de esa industria, con la salvedad que los críticos en Europa apoyan a los cineastas y filmes más castigados e incomprendidos, aquellos que son perseguidos y censurados en sus propios países, o boicoteados por la industria.
En Europa la crítica ha incidido notablemente en la generación de películas y movimientos cinematográficos. Así lo han demostrado los críticos de la Nouvelle vague francesa que se convirtieron en realizadores, o aquellos que en Alemania acompañaron el surgimiento de una nueva postura cinematográfica con el Nuevo Cine de la década de los 60, o el que se gesta en estos años.
Consideró que el crítico tiene que estar del lado del cine como manifestación artística, llámese filmes de autor, filmografías nacionales o películas alejadas de mainstream. Y en particular debería llamar la atención sobre los jóvenes talentos que surgen en cada país, dialogando y discutiendo con las obras que ellos producen. «Qué televisoras se fijarían en esas películas que pasan desapercibidas, si no estuviera el crítico para llamar la atención sobre las mismas”, preguntó.
Aunque en general, el crítico piensa que su labor puede ser poderosa e influyente, la verdad es que en los EE.UU. y en varios países la influencia que tiene su comentario es nula ante la descomunal maquinaria que despliega la industria cinematográfica de Hollywood, donde el presupuesto para publicitar y difundir una película supera con creces el costo de realización de la misma. Por tanto, es fundamental que la crítica enfoque su mirada a la producción de otros países para posibilitar que muchas cintas valiosas puedan verse en otras partes. En los últimos años la única película peruana que ha llegado a las salas alemanas ha sido Días de Santiago, de Josué Méndez.
Como una forma de compensar estas carencias de la prensa cinematográfica, la FIPRESCI cubre ampliamente desde su página web unos 70 festivales cinematográficos alrededor del mundo, y dedica entre seis y siete notas a cada uno. También apoya a críticos jóvenes para que puedan viajar a festivales cinematográficos.
¿Una especie en extinción?
Klaus Eder manifestó que el crítico cinematográfico estará en extinción, si cree que su función es acompañar más o menos complaciente lo que se produce en Hollywood. Pero si asume que el cine es más que un mero entretenimiento, lo ve como fuente de conocimiento, y le abre los ojos al espectador para comprender mejor situaciones complejas, para descubrir y entender otras realidades, y conocer los contextos sociales, culturales, políticos e históricos de otras partes, entonces es absolutamente imprescindible su función.
El crítico es aquel primer espectador a quien su experiencia, formación o sensibilidad personal lo han capacitado para que pueda apreciar en cualquier película la belleza, los valores, las profundidades y los contextos que la misma trasmite, y que luego los sepa expresar en su comentario de forma tal que el público se sienta atraído por esa cinta.
* Foto tomada del blog El gato descalzo.
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