Pirates of the Caribbean: Dead Man’s Chest
Dir. Gore Verbinski | 150 min. | EE.UU.
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Dariusz Wolski
Productor: Jerry Bruckheimer
Intérpretes:
Johnny Depp, (Capitán Jack Sparrow) Orlando Bloom (Will Turner), Keira Knightley (Elizabeth Swann), Stellan Skarsgård (‘Bootstrap’ Bill Turner), Bill Nigh (Davy Jones), Naomie Harris (Tia Dalma), Jack Davenport (Comodoro James Norrington), Jonathan Pryce (Gobernador Weatherby Swann), Geoffrey Rush (Capitán Barbossa).
Estreno en Perú: 3 de agosto del 2006
Tras haberse convertido en un supertaquillazo, pues las aventuras del Capitán Jack Sparrow y su tripulación no podían dejar de tener continuación. Johnny Depp vuelve a ponerse los ropajes del estrafalario personaje para darle apariencia y resumen a la idea de estos personajes de leyenda. Resumen convertido en catálogo bajo la mano del productor Bruckheimer dispuesto a llenar los ojos del espectador mucho más que en la anterior película sobre el Perla Negra, el barco refugio y orgullo de los proscritos. Ambición total por revivir el subgénero al punto de mandarse con todo y un extenso metraje (a lo Harry Potter). Franquicia de Disneyland que alcanza al cine pero como sombra casi desvanecida mucho más que la primera.
Aunque inevitablemente debo decir que la película original no era nada del otro mundo, tenía la virtud de ser divertida. El gran pecado desde el saque de esta continuación es ser más larga y tediosa. Conocedores como estamos ya de los personajes, sus aventuras cualidades y motivos. Los creadores optan tan solo por amplificarlos. La aventura ahora se divide en más de una a la vez al punto de comprometer al dominio del Atlántico como si se tratase del medio oriente de la actualidad. La pareja de Will y Elizabeth se verá implicada de la nada en una gigantesca intriga para la cual requerirán ir en busca al ya satisfecho y ebrio capitán al cual encontrarán (¡oh sorpresa!) con la vida no necesariamente tan bien resuelta como en la anterior.
El pobre Jack está envuelto en problemas a causa de otra maldición pero más poderosa que la anterior (¿otra novedad?) causada por el temible Davy Jones y su tripulación marina. Así envueltos todos en nuevas correrías podríamos esperar otra dosis siquiera de entretenimiento. Lejos está de serlo y desde el arranque. Esta película tiene la apariencia de ser una extensa adaptación de algún libro de moda (síndrome Harry Potter le llamo), hecho de manera acumulativa y caótica. Fácilmente a estos nuevos buceos y correrías por las extensiones caribeñas se le podría recortar buena parte del metraje y resultar mucho más efectiva.
Los pocos momentos realmente espectaculares (como las apariciones del temible Cracken) están reservados solo para las secuencias en las que se comienza a desfallecer de sueño. No sin el (ahora sí) insoportable aderezo de los disfuerzos de Depp. Actor de tantas rebeldes lides que bien hizo en no tomarse nada en serio y darse un respiro a la hora de aceptar integrarse a la primera película pero que ya se le pasó la mano al continuar en la franquicia. Mucho del exagerado itinerario cumple el efecto inverso al deseado. Mientras más cosas están sucediendo en el encuadre la película navega cada vez más lenta como cargando excesivo lastre. El viaje comercial de la cinta me parece que se podría haber dado el lujo de arrojar unos cuantos kilos al mar.
Tan ambiciosos como sus personajes, Bruckheimer y su equipo no se dan el lujo y llevan el elefante taquillero en su viaje. Saturado de la grasa de los efectos visuales al por mayor y menor, las bromas insulsas y la agitación más tediosa que es patrimonio absoluto de la meca de cine desde hace ya bastante tiempo. Al final incluso se nos deja con un proyecto similar al de las secuelas de The Matrix (¿recargada o revolucionando?). Un final abierto hacia la realización de otro Cracken del box office que se reclama así mismo ser más espectacular, prodigioso y descomunal que sus predecesoras. Ni el mismo océano ha estado tan removido alguna vez.
Jorge Esponda
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