Paradise Now
Dir. Hany Abu-Assad | 90 min. | Francia – Alemania – Holanda – Israel
Intérpretes:
Kais Nashef (Said), Ali Suliman (Khaled), Lubna Azabal (Suha), Amer Hlehel (Jamal), Hiam Abbass (Mamá de Said)
Estreno en Perú:
3 de agosto del 2006 (10º Festival ElCine)
24 de agosto del 2006 (Estreno comercial)
El conflicto palestino-israelí es presentado en esta interesante cinta por el cineasta local Abu-Assad de manera inquietante a través de la historia de dos amigos reclutados para una misión suicida a ejecutarse en Tel Aviv. Said y Khaled pasan sus días dando vueltas en el mundo-prisión en el cual les ha tocado vivir y orientados únicamente por el objetivo asumido de la comunidad y su fe: la lucha por la libertad. Objetivo mayor que cualquier individuo y para el cual sus promotores habrán de interrumpir sus vagabundeos para prestar sus servicios por una única e importante ocasión. Anécdota tal vez de todos los días en la castigada Cisjordania que nos permite presenciar un lúcido y equilibrado cuadro de vida alrededor de los motivos y actitudes de estos dos personajes en las horas previas de entregar su alma a Dios en busca urgente del paraíso y la gloria prometidas.
Sorprende en verdad esta cinta por su procedencia la cual tal vez por este motivo nos provee otra perspectiva del asunto. Estamos ante una certera mirada austera y sobria en la que pasamos a contemplar esta problemática bajo el particular y ambiguo filtro de los protagonistas, aparentemente dos más de tantos posibles candidatos para llevar a cabo el encargo. Ambos han tenido algunas participaciones en la lucha pero pareciera que más por seguir a la comunidad que por iniciativa propia. Se pasean en busca de trabajo o bien contemplando el horizonte al menos no limitado para la vista. Su particular rutina al igual que la de la comunidad solo se ve interrumpida con el eco de algún estallido en la lejanía. Señal de victoria o derrota, difícil saber en su casi tierra de nadie. La no muy lejana y esplendorosa Israel es el gran motivo de odios y rencores absolutos pero al mismo tiempo de algún recuerdo de breve felicidad en la infancia.
Said cuenta entre esos recuerdos también el de su padre, ejecutado por ser traidor a la causa. Vergüenza que desea tener la oportunidad de limpiar aún a costa de sacrificarse por una causa de la que no está seguro del todo. El momento de la verdad llegará a ellos como cualquier propuesta de trabajo ante su inactividad. Momento notable en el que reciben la propuesta de autoinmolarse asumida rápidamente y sin aspavientos como la voluntad del supremo. Labor asumida quizá muchos años antes de que fuera formalmente presentada. Y que les dejará sólo con unas cuantas horas para dejar resueltas algunas cuentas con los demás y con ellos mismos.
Camino hacia la redención que se verá contaminado ante la inquietud de otra posibilidad representada por Suha, la hija de uno de los más recordados mártires de la comunidad quien ha regresado del mundo exterior con historias sobre la inutilidad de sus acciones. El director con habilidad nos presenta esta contaminación del camino consagratorio de los futuros héroes debido a las inseguridades que comienzan a cernirse sobre ellos. Los preparativos cada vez más avanzados y sin punto de retorno irán develándonos en su rostros la sombra de la duda (momento estupendo el de la grabación del mensaje final). Convertidos en aparentes caballeros de traje y corbata se aprestan a iniciar el viaje final que habrá de ser interrumpido por el azar tanto que por sus propias voluntades, acaso como un tiempo extra para replantearse sus propias búsquedas.
El vagabundeo de ambos, uno detrás del otro, nos pone (de manera no tan conseguida como la parte previa pero también muy consecuente) ante el costado frágil de dos seres humanos empujados por las circunstancias hasta el extremo. Nos damos cuenta entonces que el paseo de Said (con su carga mortal) por los lugares recorridos y conocidos de su existencia ha sido como una especie de despedida a su jaula de toda la vida, pues se encuentra más decidido que el propio Khaled (creído más de la propia gloria que del sueño secreto de libertad de su compañero) en llevar a cabo la operación que no tiene ya más algún significado patriótico sino personal.
Mirada personal bastante efectiva y que ha sabido marketearse muy bien (al punto que viene siendo distribuida por la Warner). Enhorabuena tratándose de la posibilidad de entrar en contacto con una cinematografía y puntos de vista distintos que siempre alimentan nuestras propias perspectivas de este asunto, especialmente con la tan tamizada y doliente historia de este pueblo en busca (correcta o no) de su lugar en el paraíso perdido.
Jorge Esponda
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