Shutter
Dir. Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom | 97 min. | Tailandia
Intérpretes:
Ananda Everingham (Tun)
Natthaweeranuch Thongmee (Jane)
Achita Sikamana (Natre)
Unnop Chanpaibool (Tonn)
Estreno en Perú: 21 de setiembre del 2006
Esta película es una pequeña sorpresa en la cartelera. Tratándose también, como La semilla del mal, de una cinta de terror proveniente de la hasta ahora ignota cinematográficamente Tailandia. Pero lo atractivo de este estreno radica en su ingreso contundente al género de sustos prácticamente como parte de la avalancha de la moda de historias de espíritus inconformes casi siempre de formas femeninas que acechan a los habitantes de esta realidad y haciendo de esta premisa y ejercicio eficaz y por ratos conseguido con brillo. Pesadilla maléfica que gira en torno a la idea siempre atractiva y nunca agotable de las culpas que corroen el espíritu hasta el punto de manifestarse en una entidad ajena a la de uno mismo. Imposible de reconocer sino es a través de otras dimensiones como las del universo representativo y virtual de las imágenes registradas, en este caso el de las fotografías.
Estamos en primer lugar ante la típica premisa que se nos ofrece en esta todavía vigente moda de historias de fantasmas. Tun es un joven fotógrafo quien verá interrumpida su rutina por la aparición de lo insólito. Un accidente automovilístico será el inicio de este circulo maldito en el que el estigma se verá representado por extrañas apariciones en las fotografías que toma. A partir de ahí las manifestaciones de lo sobrenatural, como manda la tradición, irán de menos a más. No se espere aquí mayor novedad al respecto. Lo atractivo de la cinta es ese explicito acercamiento a través del mismo arte de capturar momentos en el tiempo y el espacio. La idea de la fotografía como arte no solo para mostrar sino también para ocultar que tiene como paradigma la extraordinaria Blowup (1966) de Antonioni, film que también se dedicaba al asunto a través del filtro de una aparente intriga.
Shutter no intenta desmarcarse del género a la hora de abordar la idea, es el contexto en el cual se va a desenvolver el contacto con esta aparición que no solo reclama víctimas para una simple satisfacción sino mucho más. Es así que la historia juega con los giros (muy bien logrados especialmente en el desenlace) y los descubrimientos que los generan y que vamos haciendo poco a poco a través de Jane la novia de Tun quien actúa casi como los espectadores tratando de descubrir (de manera activa ella) la verdad detrás del misterio. Es así que conoceremos que detrás de estas maldiciones se haya una triste y vejada ilusión amorosa. Historia de culpas del pasado que literalmente habrán de pesar sobre los hombros. La película modula muy bien (al estilo asiático) una aparente historia naif que solo es el engañoso preámbulo de lo siniestro.
Los directores, debutantes con esta cinta, saben trabajar los mil y un clichés del género y darle un sabor muy especial al film. Todos esos momentos de apariciones y paranoias a través de los sentidos (principalmente el visual) son los más logrados. Hay en ellos un verdadero sentido del horror. La sensación del miedo ante la penumbra de una habitación, las sugeridas y espeluznantes siluetas estampadas en algún pequeño recuerdo visual capturado de algún momento paradójicamente de dicha (una reunión de amigos, una graduación). La imagen artificial que logra obtener mucho más de lo que se proponía y que para desdicha de Tun será el inicio de una penitencia más que abrumadora. Aquellos paseos por los solitarios corredores interrumpidos por la presencia perturbadora en el fondo o detrás de uno en el cuarto de revelado, o sino tan sólo la fantasía casi infantil de encontrar un monstruo debajo del la cama. Sensaciones que son ineludibles para una verdadera cinta de terror que se pretenda serlo más allá de golpes de efecto y exageraciones de la banda sonora tanto como los sustos programados.
El resultado no sale indemne es cierto pero eso no le resta méritos a este buen y conseguido trabajo que desmarca al cine tailandés más allá de sus fronteras. Habrá que estar al tanto a partir de ahora de esta cinematografía y de toda la asiática en general. Así como esperamos que los distribuidores nos traigan más de este cine en pleno auge al cual los distribuidores de las majors norteamericanas tratan de mantener al margen de nuestros cines a como dé lugar. Síndrome desesperado y en mi opinión vano de acá a corto plazo. Lo que sí a propósito habría que señalar como dice acá nuestro amigo Alex Guerrero es que los distribuidores nos entreguen más variedad de la descomunal producción asiática más allá del género de sustos, bastante pródigo por sí solo es cierto.
Jorge Esponda
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