Dir. Michael Mann | 134 min. | EE.UU. – Alemania
Intérpretes:
Colin Farrell (Detective James ‘Sonny’ Crockett), Jamie Foxx (Detective Ricardo ‘Rico’ Tubbs), Gong Li (Isabella), Naomie Harris (Trudy Joplin), Ciarán Hinds (Agente Fujima), Justin Theroux (Detective Larry Zito), Luis Tosar (Arcángel de Jesús Montoya), John Ortiz (José Yero)
Estreno en Perú: 28 de setiembre de 2006
Michael Mann asume el proyecto de llevar a la pantalla este clásico televisivo del cual fue uno de sus gestores. La estrafalaria serie en la que un par de detectives con pinta de dandies se enfrentaban a una serie de peligrosos capos del crimen organizado en medio de los lujos y “miserias” de la movida ciudad playera. Deliciosa idea que a ojos despectivos parecía seguir la línea de adaptaciones de otras fantasías de la pantalla chica del tipo Charlie’s Angels o Starsky and Hutch. La sorpresa (no tanta considerando a su realizador) es encontrarnos con una película tensa y de atmósferas rotundas. Un film policial que con todas las libertades que se toma y aciertos que consigue, logra también transmitir el espíritu casi paródico que rodea a las aventuras de Sonny y Rico, que por un momento se acercan a una versión agitada de algún show de estilo de vida de ricos y famosos.
Mann es un director capaz de mucho dentro del universo del policial y el hecho de acometer esta reevaluación de su clásica serie de televisión nos lo revela en su faceta más autoconsciente. Todo ello por supuesto revestido de su deslumbrante talento para la estética del género. Desde los momentos iniciales presenciamos la cualidad hipnótica de sus imágenes que enriquecen su sacada de lengua alrededor de las heroicas (e imposibles) faenas del dúo bicolor (como lo exige la corrección política de la TV). No esperen un guión sorprendente y un desarrollo más realista de sus personajes (aunque divertidamente lo aparente). Los detectives de esta película siguen siendo tan inverosímiles como las aventuras que hicieron tan popular a Don Johnson.
Michael Mann finalmente sin irse por la declarada desfachatez de otros intentos, se mantiene fiel al concepto. Los compañeros solitos son capaces de enfrentar a los mas peligrosos profesionales del crimen organizado, se enfrentan para demostrar su calle y hasta se dan el lujo de convencer a la dama turbia de la ocasión (la gran Gong Li ¡haciendo de cubana!). Estamos pues ante un espectáculo en el que definitivamente se nos traen abajo las expectativas ante una historia de por sí sola fascinante. Es que Mann nos da una lección sobre el poder del cine como potenciador de un idea de la calidad que fuere. Ahí donde muchos tal vez no vean más que un aparente desliz del director de The Insider se encuentra toda una tesis sobre el género. Se trata de una parodia total amplificada de la (vista ahora) más bien tímida original.
La película entonces hace burla todavía mayor de las frívolas aventuras de Sonny y Rico. Sus viajes son más frecuentes y a lugares más exóticos, la arquitectura ficha de Miami luce más descomunal y sus romances y riesgos mucho más extravagantes tanto como que una operación de rutina los lleve finalmente a investigar el más grande de los monstruos de la droga. Todo este rollo verdaderamente “de película” podría resultar risible en manos de un realizador menos talentoso y tal vez más pretencioso. La labor casi de artesano aplicado (como en la gran y auténtica tradición del cine norteamericano) vuelve a ratificarse acá como muy pocas veces últimamente. Para Mann el policial se sostiene no tanto por giros o demás ingenios de un argumento. Su valor se encuentra en como son potenciados por su cámara nerviosa y acertada, sus acerados y notables climas y ritmos nocturnos así como la exaltación de sus personajes que no temen la caricatura de antemano y cumplen su función dentro del entramado.
No hay que buscarle lógica o verosimilitud a esta aventura del otro lado del espejo (ecran), a la tranquila mirada de los héroes frente a los capos y apuntados por varios revólveres, al origen de la bella Isabella y su espantoso español, a la mansión de fantasía en las cataratas del Iguazú, a la frialdad, puntería y pomposidad de la tiradora de la policía frente a su presa, o a todas las salidas que sacan indemnes de más de una a los buddies. Solo hay que dejarse seducir por sus atractivas imágenes y dinámica, su ruda textura y su coherencia con respecto al pequeño imaginario del que parte el proyecto. Después de todo en esencia la marca del original sigue presente (aunque se agradece que se haya mantenido al margen a los antiguos protagonistas para un posible cameo). Puede decirse que el buen Michael cumplió el encargo a cabalidad y muy a su estilo, eso es algo que agradecemos.
Jorge Esponda
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