Dir. Michael Mann | 134 min. | EE.UU. – Alemania
Intérpretes:
Colin Farrell (Detective James ‘Sonny’ Crockett), Jamie Foxx (Detective Ricardo ‘Rico’ Tubbs), Gong Li (Isabella), Naomie Harris (Trudy Joplin), Ciarán Hinds (Agente Fujima), Justin Theroux (Detective Larry Zito), Luis Tosar (Arcángel de Jesús Montoya), John Ortiz (José Yero)
Estreno en Perú: 28 de setiembre de 2006
Dentro de esta nueva tradición de adaptaciones de series televisivas de los años 70, 80 y 90, llega la historia de los dos policías que combatían el crimen en medio del glamour y el calor de Miami: ‘Sonny’ Crockett y ‘Rico’ Tubbs. Mann hace un experimento interesante de imagen hipnótica que revela los orígenes y rasgos televisivos del film; lo que aleja la cinta de otras adaptaciones de series de TV.
Michael Mann, quien dirige esta última incursión de la TV al gran ecran, pone al día la premisa de la serie, conservando a los personajes y sus principales guiños, pero quitándoles el glamour artificial del original; el cual asoma, de todas maneras, en las lujosas mansiones y vehículos en los que interactúan. Pero, la ingenuidad de la serie televisiva se pierde ante una realidad y una visión, acaso desencantada y realista, llena de escenarios sucios, con paredes descascaradas y protagonistas despeinados. Mostrando tanto la miseria como las altas esferas donde se mueven los vicios y, por ende, también este dúo de policías.
La concepción visual aporta en esta dirección, con una cámara digital que da a la imagen esa condición acerada, desteñida, pixeleada, sucia, que nos presenta la historia a la manera de un reality o un episodio (extremadamente largo) de “Cops”, con cámara en mano y agresivos zooms.
Por el lado argumental, la historia es demasiado autoconsciente de su procedencia, se llena de giros clichés, escenas de acción donde los protagonistas salen indemnes, amores contrariados pero ideales (con escenas de cama que parecen salidas de algún videoclip), y textos largos e impuestos, en la tradición de las frases prefabricadas para la TV y el cine. Es este el aspecto en el que más fiel se mantiene al original.
La trama, además, avanza a paso lento, dilatándose en la exposición de los detalles de las operaciones de los agentes frente a los mafiosos de turno, y en las vicisitudes amorosas de los protagonistas, sobretodo de Sonny e Isabella. Dilación que no se justifica ante una resolución final corta y hasta esquemática, salvo quizá por el cariño que le tenga Mann a estos personajes con los que trabajó antaño, como uno de los productores de la serie.
Pareciera que cada una de las características del show televisivo ha sido amplificada hasta la exageración. Incluso en su alcance geográfico es globalizante: las aventuras no se quedan en Miami, se extienden hasta Haití, Colombia o el Iguazú; o en la caracterización de personajes que son, en realidad, caricaturas; sobre todo los mafiosos colombianos acartonados, carentes de motivaciones y matices; incluyendo a Isabella, la dama maldita de la cinta, interpretada por una Gong Li, siempre bella pero mal elegida para un papel de ¡cubana! (otra vez la búsqueda de representación y mercado global).
Pero, con la exageración de los rasgos (personajes, historia, alcance, imagen) de la idea original, uno termina sin saber si la cinta se está burlando de su propia premisa o le está tomando el pelo al espectador. Porque justamente la contradicción entre la hiperrealidad de las imágenes y el efectismo ficcional de la historia crean una dicotomía de discursos que nunca llegan a complementarse, mucho menos a convencer cuando se le suma la longitud del metraje.
Mann hace un experimento interesante de imagen hipnótica que revela los orígenes y rasgos televisivos del film; lo que aleja la cinta de otras adaptaciones de series como Los duques de Hazzard, Misión imposible y un largo etcétera. Pero también, lo deja por debajo de otras películas suyas, como Heat, The Insider o Collateral, esta última mejor policial que la presente siendo realizada con tecnologías y conceptos visuales similares.
Antolín Prieto
Deja una respuesta