Oldboy
Dir. Chan-wook Park | 120 min. | Corea del Sur
Intérpretes:
Min-sik Choi (Oh Dae-su)
Ji-tae Yu (Woo-jin Lee)
Hye-jeong Kang (Mi-do)
Dae-han Ji (No Joo-hwan)
Dal-su Oh (Park Cheol-woong)
Byeong-ok Kim (Mr. Han)
Estreno en Perú: 12 de octubre del 2006
Oh Dae-su es un tipo perdido en sus carencias. El día del cumpleaños de su hija se mete una escandalosa borrachera que lo lleva incluso a pernoctar en una comisaría. Luego de llamar por teléfono a su primogénita, al salir de la estación policial, es raptado y encerrado durante 15 años en el cuarto de un hotel, sin ver el mundo exterior, lugar donde solo se le dan sus alimentos y se le expone frente a un televisor. Pero un día, sin aparente razón, es dejado libre.
Llega a Lima, despues de tres largos años, una de las peliculas más importantes y porque no la más importante de esta década aún en ciernes, una de las cintas coreanas que es el bastión de la actualidad, no solo del cine surcoreano sino de toda la amalgama de géneros y alternativas que nos depara el fenómeno de la cinematografía asiática contemporánea.
Lo inmensamente deleznable, como ha pasado en muchas partes de Sudamérica, es que llegue de la manera que llega, con poca publicidad, un título (Hipnosis mortal) que lleva al espectador a correrse de las salas más que a atraerlos y un desconocimiento insultante de la joya que los distribuidores tienen entre manos.
Chan-wook Park, su director, es uno de los genios más influyentes del cine mundial, tanto así que con esta película conquistó Cannes y se rindieron a sus pies directores como Quentin Tarantino, quienes tuvieron que rendirse ante la fábula de violencia, venganza y pasiones desenfrenadas de esta Oldboy. Para muchos era un desconocido en aquellas épocas, pero que ya tenia en su filmografía cintas como Joint Security Area y Sympathy for Mr. Vengeance, que ya avisoraban el nacimiento de uno de los privilegiados visuales más transgresores de los últimos tiempos.
Oldboy es parte de una trilogía que tiene como núcleo argumental la venganza, pero ojo, ninguna de las tres cintas tienen un hilo conductivo que las ate, es decir, son tres historias totalmente distintas que reflejan en sus estructuras cómo la venganza actúa a manera de veneno en el torrente sanguíneo de los seres humanos. Esta va destruyendo todo a su paso, no existen malos ni buenos, sino solos seres intoxicados con la sed de revancha que los lleva a tomar decisiones inesperadas y radicales para lograr ese placer de sentirse superiores a sus víctimas.
Sympathy for Mr. Vengeance (se pasó hace muy poco en El Cinematógrafo de Barranco) fue el inicio de su trilogía, Oldboy es quizás la mejor lograda de las tres en cuanto a la cohesión de su historia, pero es bueno tener en cuenta que no esta basada en la imaginación del director (como lo son las otras dos), sino es la adaptación de un cómic coreano que se amoldó a la idea triangular de reflejar su triada sobre la venganza.
Oldboy empieza con la rapidez de una bala directa al cerebro, Oh Dae-su (el genial Choi Min-sik) es un tipo perdido en sus carencias. El día del cumpleaños de su hija se mete una escandalosa borrachera que lo lleva incluso a pernoctar en una comisaría. Luego de llamar por teléfono a su primogénita, al salir de la estación policial, es raptado y encerrado durante 15 años en el cuarto de un hotel, sin ver el mundo exterior, lugar donde solo se le dan sus alimentos y se le expone frente a un televisor.
Es ahi que Dae-su se da cuenta que él es el principal sospechoso del asesinato de su mujer y de su hija. Pero luego, sin aparente razón, es dejado libre. ¿Qué es lo primero que harías? ¿Saber quién te encerró y por qué? ¿Vengarte de los que te encerraron? Éstas y otras interrogantes se van disipando con una maestría de relojero para, al final como una puñalada en el medio del pecho, regalarte uno de los finales más impresionantes que he visto.
Oldboy más que una pelicula de acción y violencia como se intenta proponer en nuestra cartelera, es una tesis de la condición humana, un remolino de vertiginosas pasiones y extremas decisiones que equiparan al vengador y al vengado en una linea de retroalimentación y autodestrucción, como escupiéndonos en la cara que la venganza no tiene ganadores, si no tan solo vencidos por esa a veces, inhumana reacción de defenderse de las cosas que en algún momento te perturbaron.
Esta película es una de las joyas de la historia del cine y un aliciente para cualquier espectador que quiera ver algo diferente, apasionante, inquietante y perturbador, distinto a todo lo que nos tiene acostumbrado nuestra alicaída cartelera. Un estreno que debe aplaudirse, al igual que la audacia de los distribuidores, aunque hayan profanado el nombre de esta monumental obra de arte.
Alex Guerrero
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