Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom
Dir. Kim Ki-duk | 103 min. | Corea del Sur
Intérpretes:
Yeong-su Oh (Monje anciano)
Ki-duk Kim (Monje adulto)
Young-min Kim (Monje joven)
Jae-kyeong Seo (Monje niño)
Yeo-jin Ha (Chica)
Jung-young Kim (Madre de la chica)
Estreno en Perú: 19 de octubre del 2006
En este film Kim Ki-duk traslada a un monje budista y a su infante aprendiz a un lugar recóndito, alejando a estas dos almas de todo lo urbano. Los aisla del mundo en un constante aprendizaje de la vida, la pasión, la naturaleza con una fuerte carga espiritual y emocional. Ahí uno simbióticamente aprende del otro, en cuatro historias con enseñanza y moraleja incluidas, que vienen unidas a universos temporales diagramados en la visión ciclica de las cuatro estaciones.
Coincidiendo con el estreno tardío en Lima de esta cinta del maestro Kim Ki-duk y de su remembranza fílmica a ser exhibida en El Cinematógrafo de Barranco en este mes de noviembre, llega a mis manos una versión DVD (original por si acaso) de esta inspiradora cinta que nos invita a conocer a un cineasta más reflexivo, poético y espiritual que sus primeros trabajos, a pesar que ésta, en el contexto, guarda muchas similitudes con sus trabajos anteriores, en especial con La isla.
Si en La isla, Kim Ki-duk puso a dos almas torturadas y enfermizas en un espacio natural alejado de la urbe para retratar con crudeza y violenta transgresión visual, una historia de amor y redención que afecta a la naturaleza que la rodea, transmitiendo aislamiento, oscuridad, desasosiego y soledad, en esta pelicula este director coreano, retoma esta idea pero con un corazón mas pausado, menos revoluciones y más contenido, colocando a dos personas en un espacio similar al de La isla, pero ya no en relaciones tortuosas ni bizarras sino más bien, en búsqueda de paz, armonía, conocimiento y entendimiento en el ambiente que los rodea.
Kim Ki-duk traslada a un monje budista y a su aun infante aprendiz a un lugar recóndito, alejando a estas dos almas de todo lo urbano, los aisla del mundo en un constante aprendizaje de la vida, la pasión, la naturaleza con una fuerte carga espiritual y emocional. Ahí uno simbióticamente aprende del otro, en cuatro historias con enseñanza y moraleja incluidas que vienen unidas a universos temporales diagramados en la visión ciclica de las cuatro estaciones.
En cada estación se nos presenta diversos pasajes temporales de sus protagonistas, la iniciación espiritual en primavera y el respeto a la naturaleza. En verano llega la imagen femenina afectando la vida del joven monje iniciándose en los periplos de la sexualidad. En otoño llega la tristeza del adulto engañado por la pérdida del ser amado y el regreso a sus raíces. Y en invierno se adapta el mundo creado por Kim Ki-duk, para un nuevo comienzo otra vez en primavera.
Como siempre Kim Ki-duk no abusa del diálogo, es más, lo economiza. Basta concentrarse en los paisajes, en los gestos y en las miradas, el silencio otra vez es el conducto narrador de sus historias, esta vez más pausadas, con una íntima lentitud que favorece el ritmo de la cinta, siendo interesante la presentación de los personajes en sus cuatro etapas para terminar como siempre en el comienzo de todo. Nos queda la duda hermosa de saber si en primavera se inicia una nueva peregrinación o quizás es donde empezó todo y se repite una y otra vez eternamente.
Imágenes llenas de artificiosa poesía retratan el universo de estas dos almas en busca de su felicidad, de cómo reaccionan ante el engaño, la pasión y la tristeza, rompiendo los esquemas de su educación espiritual, sentimientos que transgreden el esquema creado para el crecimiento del pequeño monje pero que su estampa de ser humano no puede dejar pasar. Kim Ki-duk otra vez nos regala emociones tatuadas en el lente de su cámara, silenciosas enseñanzas para la vida y una visión nueva, mística y lírica de esta nueva etapa del director coreano que, a mi parecer, alcanza su punto de ebullición con la sensacional Hierro 3, su mejor obra hasta la fecha.
Es interesante ver como el cine asiático en dos semanas se ha internado en la cartelera local con innegable y reconocido éxito a pesar que un público occidentalizado y cerrado a nuevas propuestas encuentre a esta cinta quizás un poco aletargada. Ellos han sabido captar la esencia de un cine distinto, más comprometido con esa necesidad de plasmarnos en pantalla como lo que somos, seres humanos de carne y hueso.
Alex Guerrero
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