Esta semana casi todas las publicaciones locales se han encargado de El Ilusionista de Neil Burger, llamando la atención del público antes de que a los exhibidores se les ocurra sacarla cartelera, ya sea por su calidad de filme de época, sus reconocidos actores u otros valores de producción.
Ricardo Bedoya en su página de El Dominical lo ve así:
El Ilusionista es una película de perfil bajo que descubre a Neil Burger -éste es su segundo filme- como un director hábil, narrador seguro, notable creador de atmósferas, ilusionista él mismo. El ilusionista está filmada con un estilo llano, tradicional, anticuado acaso, con sabor a vieja artesanía fílmica…
Mientras Fedérico de Cárdenas desde La República la compara con El Gran Truco:
La cinta de Nolan extraía su atractivo de la capacidad de engaño e ilusión de la magia, mezcla de audacia y destreza; la de Burger apuesta directamente por lo maravilloso: los artilugios de Eisenheim son todos fruto de efectos digitales, aunque no menos espectaculares. Es verdad que a veces la historia se detiene u otorga demasiada importancia a episodios secundarios, pero en sus mejores momentos logra un romanticismo sincero que hace que se la siga con simpatía. (…) Sin ser una gran película, El ilusionista se sigue con agrado.
En Luces de El Comercio, Raúl Cachay destaca sus actuaciones:
Edward Norton, en el papel del ilusionista (…), redondea una interpretación sutil, enigmática, excepcional. La encantadora Jessica Biel, el siempre efectivo Paul Giamatti y el sorprendente Rufus Sewell no se quedan atrás y prueban que la elección del reparto adecuado suele ser el punto de partida de aquellas obras cinematográficas que están destinadas a crecer con el tiempo en la memoria de los espectadores.
Y Sebastián Pimentel de Somos aprecia sus aspectos técnicos:
Sorprenderá al espectador la fotografía en clave baja virada al sepia, que tanto bien hace para brindar una atmósfera hipnótica y esa envolvente sensacion de ocultamiento. Todo esto, más algunas colaboraciones de lujo como la del músico Philip Glass, contribuyen al lirismo y la densidad de este humilde filme.
Por otra parte, Enrique Silva en Correo se lanza sobre Escondido (Caché) y advierte:
Haneke vuelve a subvertir el orden establecido, pero de una manera más reposada, aunque no por ello menos reflexiva que en sus anteriores cintas […] Al final no importa la identidad del autor o autores del acoso (el filme da algunas pistas al respecto, pero ninguna queda del todo clara), sino esa sombría visión –entre frágil y perversa– de la sociedad y cómo Haneke asume la tarea de poner en evidencia la relatividad de todo lo que nos rodea.
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