Happy Feet
Dir. George Miller | 108 min. | Australia – EE.UU.
Intérpretes (voces originales):
Elijah Wood (Mumble), Brittany Murphy (Gloria), Hugh Jackman (Memphis), Nicole Kidman ( Norma Jean), Hugo Weaving (Noah the Elder), Robin Williams (Ramón/Lovelace)
Estreno en Perú: 7 de diciembre de 2006
Casi colgándose del éxito de La marche de’l empereur esta cinta animada nos traslada al territorio antártico para conocer a ese pueblo de tradiciones milenarias enfrentándose a los tiempos (y climas que corren). Los pingüinos emperadores casi como signo de la decadencia o perversión de los tiempos se verán puestos a prueba en tiempos de escasez y transformaciones del ecosistema del cual se volverá símbolo el pequeño y divertido Mumble más atraído por el baile sincopado que por el canto de celo sincronizado. Todo un representante de un mundo en cambio y por ello mismo desarraigado de los suyos, a quien el veterano George Miller convierte en una especie de continuación de su Babe.
Los pies felices del protagonista no pierden tiempo en agitarse desde el cascarón casi dado por perdido. Tras toda una dura temporada de apareamiento sobrevendrá rápidamente como gran curiosidad este espécimen «freak» para resignación de sus ilustres padres ideales. Como el cerdito parlanchín que nos presentó antes, Miller nos recrea otra vez el ideal de la rebeldía y obstinación de un soñador enfrentado al inclemente mundo de las reglas y tradiciones. Acaso si se trata del signo ideal de la inmadurez y que en Mumble resulta visible en su rezagado cambio de plumas respecto a su promoción. Miller se complace en representar tal estado como uno de espléndida inquietud y expansión.
De plano, el show se habrá de complacer más que nada en los divertidos números entre el escape y la conquista. Historias como ésta abundan en el imaginario del cine infantil, pero Miller es un director de oficio comprobado. Los paseos de Mumble, sus amigos y los que no lo son tanto se desarrollan a través de la inquietante presencia del mal y el temor a la destrucción. Crisis a causa de la depredación humana que convertirá al bailarín en víctima de la inquisidora mirada de la costumbre transmitida de generación en generación. Punto en el que el cuento casi rozando a Christian Andersen dibuja una triste historia de un ser sacrificado a causa a su inaptabilidad.
Aunque esto no resulte más que un hipo antes de la resolución a punta de movimientos de tap nos dejan con aquella entrañable visión que caracterizaban los mejores momentos de las aventuras de Babe (especialmente en su viaje por la ciudad). El australiano Miller no se hace problemas en asumir con criterio un proyecto destinado a las miradas bajitas indiscriminadas así como las alzadas de nariz de las “altitas”. Así como nunca se hizo problemas al abandonar la carrera de medicina por la locura del cine en la que se habría de insertar como uno de los motores de la súbita aparición de la isla continente en el mapa cinematográfico. Desde su mega éxito con las películas de Mad Max pasando por el inevitable ingreso al oropel hollywoodense.
Es uno de esos auténticos artesanos de los que podemos disfrutar su inobjetable intuición aún dentro de ideas que muchos no dudarían en descartar, si no recuerdan su contundente ingreso al resbaladizo universo del melodrama familiar en Lorenzo’s Oil (homenaje conmovedor a su vocación médica). Happy Feet no tiene ni de lejos las perspectivas ambiciosas de áquella, como de muchas cintas (quedémonos tan solo con las animadas). Prefiere quedarse en su sincera vocación de divertir con buen ánimo y dejarse deslizar por la rampa de lo maravilloso. Riesgo, a su modo, como el que representó su cambio de rumbo en determinado momento. Tal vez porque el tema del destino trastocado a pura voluntad sea algo que lo ha venido interesando dentro de lo poco que le hemos visto en estos últimos años. Aunque la apariencia inocente de algunos exponentes de la fauna le haya servido para disfrazarlo, no nos deja indiferentes ante su sabia mirada a estos soñadores. Happy Feet no será de lo mejor que la animación nos haya entregado en este siglo naciente, pero vale la pena echarle un vistazo.
Deja una respuesta