Dir. Esteban Sapir | 90 min. | Argentina
Intérpretes:
Alejandro Urdapilleta
Rafael Ferro
Florencia Raggi (La voz)
Julieta Cardinali
Valeria Bertuccelli
Ricardo Merkin
Raúl Hochman (El hombre ratón)
Carlos Piñeiro
Es una ciudad quieta. La nieve no deja de caer. Parecen correr los años 60, pero de verdad este tiempo nunca pasó. Quienes la habitan no tienen voz. Aun sin ella, se comunican: tienen la palabra. De la voz queda el recuerdo, sólo está en los discos, o casi. Sólo dos personas pueden hablar, La Voz (Florencia Raggi) y su hijo (Jonathan Sandor). Ella es una atractiva cantante sin rostro y él un tierno pequeño sin ojos. Pero la Ciudad sin Voz sólo sabe de ella.
El Señor TV (Alejandro Urdapilleta) es el dueño de Alimentos TV y Canal TV, que alimentan y entretienen a la ciudad. Tiene un plan siniestro: quitarle la palabra a todo el pueblo y dominarlo por completo. Para eso necesita a La Voz, a quien rapta. Sus intenciones serán descubiertas por un discreto técnico (Rafael Ferro), quien ha sido despedido del canal y se dedica a reparar televisores. Junto a su padre, su ex esposa (Julieta Cardinali) y su pequeña hija (Sol Moreno) intentarán detenerlo, lo que sólo podrán hacer desde la antena.
La historia es sencilla y la referencia al cuento infantil es explícita en la cinta. Este cuento, simple y directo, sirve de alegoría de algo tan complejo como real y de nuestros días: el poder de la imagen y el de su mayor industria, la televisión. La historia utilizada le debe mucho al Saramago del «Ensayo sobre la ceguera». La narración al cine mudo y a la historieta. Si bien casi no hay voces, hay comunicación, aun cuando incompleta. Pero la palabra tiene forma concreta, como globos en historietas o como líneas de un diálogo en un sistema de mensajería instantánea. Las actuaciones compensan con teatralidad la ausencia de entonación, sentido y emoción que la voz provee. Y la música en un rol que guía la tensión en la película.
La antena renuncia a la voz y a una historia compleja para decir lo que tiene que decir. Ernesto Sapir ha elegido centrarse en la imagen. Y ha aprovechado su opción empleando sofisticados recursos como el blanco y negro, efectos visuales como la palabra escrita en los diálogos y alteraciones en las formas de objetos y cuerpos, una escenografía artificial o en cierto modo fantástica. Todo este trabajo de posproducción le da una estética especial, quizás belleza. Y a ello se debe agregar las actuaciones, en pasajes más propias del drama.
Es una cinta original. Al parecer no era esperada de Sapir, quien en su primera arremetida en el cine –hace casi 10 años con Picado fino– sorprendió con un lenguaje muy personal para contar una historia más real. Tal estilo inspiró a una generación, al punto que se le considera uno de los precursores del Nuevo cine argentino. Aquí también hay mucha realidad, pero sugerida o aludida, en clave de alegoría. Ésta puede parecer por ratos excesivamente directa -como le parece a Mariana Hristova, una de las bloggers del festival- pero lo cierto es que es más elaborada y abierta a varias interpretaciones. Así, valdría la pena preguntarse por la aparición de símbolos del nazismo (la esvástica) y del judaísmo (la estrella de David), en dos diferentes momentos de sacrificio en el film. O por el juego con la fotografía rota de la familia del héroe. No debe olvidarse además que Sapir, pese a ser este su segundo largo, es un hombre que conoce el negocio que aborda en su cinta, el de la televisión, la publicidad y todo lo que hay a su alrededor (ladobleA Productores, de la que es parte, ha hecho buena publicidad en Argentina y fuera de ella).
Es probable que no guste a muchos –varios han abandonado la sala desde los 30 minutos de esta segunda proyección y también el día de su estreno mundial. Si eso sigue ocurriendo, quizás una explicación sea que su estilo no encaja con los gustos convencionales que la televisión ha formado en el público. Después de todo, muchos somos televidentes que ocasionalmente vamos al cine. Pero, por lo pronto, tomen en cuenta lo siguiente: los programadores del Festival Internacional de Rotterdam le han dado a la cinta de Sapir el raro privilegio de, por primera vez en la historia del Festival, que una película en competencia (reservada para directores que presentan su primer o segundo largo) se proyecte en la gala de inauguración (usualmente reservada a directores con un poco más de oficio y nombre).
Pueden ver el trailer, el making of y fotografías en: www.laantena.ladoblea.com
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