Dir. Guillermo del Toro | 112 min. | México – España – EE.UU.
Intérpretes: Ariadna Gil (Carmen Vidal), Ivana Baquero (Ofelia), Sergi López (Capitán Vidal), Maribel Verdú (Mercedes), Doug Jones (Fauno/Hombre pálido), Álex Angulo (Dr. Ferreiro), Manolo Solo (Garcés), César Vea (Serrano), Roger Casamajor (Pedro), Ivan Massagué (El Tarta)
Estreno en Perú: 8 de febrero de 2007
Ofelia (Ivana Baquero), una niña, viaja con su madre embarazada a la España rural para encontrarse con su padrastro: el estricto y cruel Capitán Vidal (Sergi López) por el cual no siente el menor afecto; decide entonces esconderse en sus fantasias para evadir la realidad de la Guerra Civil y la vida familiar, encontrando ahí un fauno y su laberinto, él le propondrá una aventura singular.
Dos hilos argumentales se presentan desde el principio en El laberinto del Fauno, el mundo de ensueño e irrealidad de los seres mitológicos de Ofelia, y el mundo rural español cargado de los oficios del campo y las secuelas de la Guerra Civil encarnadas en el Capitán Vidal y su contraparte la guerrilla. La historias de paralelos que nos implanta Guillermo del Toro, el director, funciona por el contraste entre la violencia de la realidad y la fantasia que impone el relato del Fauno. Estas dos historias se contraponen en sus pequeños motivos y grandes temas, así motivos como las (dos) gotas, el cuchillo o la cena, se aunan a los otros, subyacentes, como la paternidad, la inmortalidad, el triunfo o el retorno y se van combinando irremediablemente. Los elementos del mundo fantástico invaden el mundo real (como la mandrágora) y, a su vez, el cuento de hadas adquiere progresivamente un tono más óscuro, ahi están el ser de ojos en la manos que destroza hadas o los requerimientos cada vez más extremos del Fauno, los mismos que van en tándem con las violentas operaciones del Capitán Vidal. Del Toro construye su película como si fuera el mismo laberinto del título, en el cual nos confunde y atrapa para soltarnos, resolviéndolo sobre el final.
En la cinta, todos los adultos manejan segundas intenciones o agendas que les permitan sobrevivir, Vidal busca el hijo o la muerte que lo libere de la sombra de su padre, la madre de Ofelia algún resquicio de estabilidad para su vida tras la muerte de su primer esposo, Mercedes (Maribel Verdú), la ama de llaves, y el Doctor Ferreiro ayudan secretamente a la guerrilla, Ofelia es testigo de este mundo de apariencias dentro del cual, para darles el alcance, inventa o descrubre la realidad del Fauno, quien también tendrá su propia agenda, pero será esa realidad la que permita a Ofelia paliar, interpretar u obtener lo que la vida «normal» le niega: el padre, la paz, la madre, la movilidad, etc.
Las dos historias se comunican, a nivel visual, en las suaves transiciones que aprovechan las texturas de las imágenes, y se apoyan, a nivel argumental, en los itinerarios y actuaciones de Ivana Baquero y Maribel Verdú, las dos damas que desde sus propias trincheras, totalmente diferentes a las de la guerrilla enfrenta al villano de la cinta, el Capitán Vidal, atractivo personaje lleno de matices, aun en sus contradicciones: seducido por lo tanático y obsesionado por la paternidad. Él representa un orden castrante y cuadriculada, justo dentro de la institucionalidad extrema: la milicia y el facismo, pero nunca llega a ser una caricatura. Ofelia lo enfrenta con la imaginación y una rebeldía (acaso adolescente), mientras Mercedes con la fortaleza de sus convicciones.
Al avanzar la película, las referencias se acumulan no solo alrededor de cuentos clásicos o historias iniciáticas, sino también sobre el mismo cine (español) con citas a Un perro andaluz de Buñuel o Criacuervos de Saura, y sobre el último momento al mejor Borges de El milagro secreto o a El principito de Antoine de Saint-Exupéry. Si cierra acaso como un cuento de hadas cruel para niños grandes, de aquellos en los que la Caperucita era devorada por el Lobo, se despide recordándonos como corolario que la imaginacion puede ser más subversiva que cualquier guerrilla, a ella no le pueden poner grilletes.
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