Dir. Guillermo Del Toro | 119 min | México – España – EE.UU.
Intépretes:
Ariadna Gil (Carmen Vidal)
Ivana Baquero (Ofelia)
Sergi López (Capitán Vidal)
Maribel Verdú (Mercedes)
Doug Jones (Pan)
Álex Angulo (Dr. Ferreiro)
Estreno en Perú: 8 de febrero de 2007
El combate del mundo real con ese otro, el intangible, siempre ha encontrado representación ideal dentro del universo infantil. En muchas expresiones se ha dado cuenta de ese encuentro para nada inimaginable entre la inocencia y la crueldad capaz de transformar sus ensoñaciones al contacto de lo siniestro. Guillermo Del Toro apela a esa tradición que tanto debe haber nutrido su imaginario (a partes iguales con el horror más bizarro) en esta hermosa película. Ofelia, la protagonista, atraviesa esta lucha de una eternidad de sueños mientras otra se desarrolla fuera del laberinto de lo maravilloso. La de la aplanadora del franquismo contra los idealistas guerrilleros de la montaña. Resonancias dramáticas de las que no está ajeno el viaje de la pequeña por este laberinto de las fantasías, de los juegos, de la búsqueda de un mundo mejor.
El cineasta mexicano nos propone un cuento malévolo o más bien uno de auténtica fascinación por los miedos e ilusiones de la infancia (muy ajenos a los adornos de Disney y similares). Toda la película se dedica a esta secreta pugna de Ofelia ni bien llega con su madre al campo, a su nuevo hogar, en la España no tan lejana aún de la guerra civil, en el que será recibida casi al mismo tiempo por hadas y soldados. Hábil creador de atmósferas, Del Toro nos introduce a estos dos mundos en los que transitará la protagonista con certero sentido del ritmo (mucho sentir la influencia bien asimilada de Peter Jackson). Es un ambiente bucólico el que admite esta entrada al mundo del otro lado del tronco del árbol o los espejos como los que se abrieron para Alicia y que acogerán a Ofelia como la personificación de la leyenda con la que se abre el film, imágenes que nos introducen a esa dualidad de lo maravilloso y lo tenebroso.
Ofelia como la princesa del mundo subterráneo, va en busca de lo desconocido que acaso encierra más peligros que la propia realidad conocida pero apenas soportable. Es rodeada de su auténtico mundo que la heroína será recibida por su rival: el capitán Vidal. Personificación perfecta del mundo pragmático, represor y calculador que no admite saludos de la “izquierda” y controla hasta el más mínimo detalle. Este encuentro entre los totalmente opuestos personajes es el aspecto más fuerte del film, detallado con tanta sincronía como la que obsesiona al militar interpretado impecablemente por Sergi López a pesar de que la concepción del mismo toque deliberadamente la caricatura. Del Toro se arriesga en esta época por un cuento más cercano a los de antes, talento es de lo que se vale para abrirnos la entrada a este laberinto en compañía de Ofelia y hacer posible que nos separemos de este mundo para dar encuentro a nuestro guía, una criatura legendaria y que representa a su vez las mitologías más diversas. El fauno de esta película no tiene un origen definido y ello devela la sensibilidad postmoderna de su creador.
El juego esconde una inquietante posibilidad siempre en ciernes, acaso si sólo se trate de la abstracción hasta la locura lo que le revela el fauno a Ofelia ante su pedido de huir a como dé lugar de ese mundo de muerte y destrucción disimulada por los gestos de la cortesía. Mientras más sanguinaria se vuelve la labor del capitán mucho más exacerbados son los viajes de la niña por el tobogán de su país perdido debajo del mágico árbol (similar al de Sleepy hollow) o detrás de las paredes abiertas con tiza, capaces de revelarle los peligros que envuelven a sus sueños por atravesar los límites de lo permitido advertida en la bella y breve historia de la rosa de la inmortalidad. La misión que el fauno le encomienda a la entusiasmada princesa no se aleja mucho de los mismos horrores reales de los que intenta escapar (especialmente lograda es la secuencia en el banquete del monstruo devorador de hombres). La conjunción de ambos mundos será la breve consecuencia de la terquedad de Ofelia, incapaz de aceptar el destino que le ha tocado como a su sumisa y resignada madre (Ariadna Gil en la antípoda de sus papeles de chica rebelde).
Se encontrará sola en su combate contra el malévolo Ogro que en cierta manera hace alusión a la maravillosa The night of the hunter, ese otro cuento de miedos primarios como siguiendo la tradición de los relatos que se contaban antes de dormir. No es la única referencia que hace el cineasta pero es más que reveladora de sus intereses en el fantástico más allá de sus tamizadas aventuras en Hollywood. Entonces puede extender su relato hasta el reclamado encuentro de ambos mundos en los que se debatirá la suerte de Ofelia en las dulces facciones de Ivana Baquero que resulta uno de los mayores aciertos del film. Fantasía y realidad se dan el encuentro ante la posibilidad del sacrificio, del mundo que intenta aferrarla a la realidad como también destruir las convicciones que tiene sobre el capitán, tan terco como ella pero para negar las posibilidades más allá de la lógica y sus reglas, el tiempo y sus cálculos. La secuencia culminante en la entrada del laberinto expresa de manera notable esta especie de limbo en la cual ambos mundos se conectan brevemente en sus fronteras. Talento de fanático convencido, que se deja extrañar en la actualidad, es lo que le sobra a Del Toro para haber concebido su mejor película, probablemente la concreción de su proyecto de cine desde sus inicios.
Deja una respuesta