The Reaping
Dir. Stephen Hopkins | 96 min. | EE.UU.
Intérpretes:
Hilary Swank (Katherine Winter), David Morrissey (Doug), Idris Elba (Ben), AnnaSophia Robb (Loren McConnell), Stephen Rea (Padre Costigan), William Ragsdale (Sheriff Cade), John McConnell (Mayor Brooks), David Jensen (Jim Wakeman), Yvonne Landry (Brynn Wakeman), Samuel Garland (William Wakeman)
Estreno en Perú: 5 de abril de 2007
Como para pasar la Semana Santa con algo más removido que sólo los pasajes de las santas escrituras, esta película se propone seguir la línea de horror sensacionalista de profecías y números satánicos. Que ahora ya no es el 6 repetido tres veces sino 10, número que representa las calamidades o plagas con las que fueron castigados los infieles egipcios. Hilary Swank protagoniza este nuevo encuentro con esa especie de cine místico que pretende seguir sacando provecho de la veta reabierta con The Da Vinci Code. Claro que ahora no hay un best seller que respalde la operación y por fortuna eso la aleja de toda esa andanada informativa que hundía la cinta de Ron Howard. Lamentablemente este pequeño pro poco hace para sacar la película de los altares del mero sensacionalismo.
Como el mismo profesor Robert Langdon, la protagonista de esta historia es una muy profesional especialista en temas religiosos pero con el único fin de subvertirlos bajo una explicación científica. Personaje delineado como delegada de todos nosotros, descreídos espectadores, lista a enfrentarse con los tercos demonios que desmienten su incredulidad. Comienza entonces una peregrinación a las lejanas tierras donde la casi-civilización no ha llegado, que para el caso es un pueblo sureño y no un, demasiado obvio, país tercermundista. Es allá donde comenzarán uno a uno a desatarse estos desastres bíblicos que son atribuidos a una niña tildada de Damián, bebé de Rosemary y cuantos seres malditos que pueblan el imaginario del anticristo llegado a la tierra. Y la película es más que evidente al hacer de la referencia su único punto de interés o más bien curiosidad.
Por lo demás, esta película dirigida por el intercambiable Stephen Hopkins (realizador de algún lejano interés con The Ghost and the Darkness) es una sucesión de momentos estridentes tan escandalizados en si mismos como los de sus similares más cercanos, que también carecían de esa verdadera necesidad y furia transgresora de los generadores de la vertiente, aquellos que si se jugaron por representar la maldad con vocación de transmitir conmoción ante los salvajes cambios de vientos de la humanidad. Pero es un síndrome constante que lo que en un inicio fuera un símbolo contestatario eventualmente devenga en producto negociable, pues popularidad y marketing lo exigen. Es por ello que ahora los films de este corte, gestados dentro de la gran industria siempre se mantienen lo suficientemente identificables como para llamar la atención (cual código de barras) pero tratando de evitar la exploración hacia terrenos desconocidos, tal vez aún vedados.
Esta película como tantas es una suma o recopilación de los aspectos más notorios de las más célebres películas demoníacas en las que existe una posesión, una maldición, una profecía por cumplirse y un necesario exorcismo a ejecutar por parte de los incrédulos personajes que caerán en cuenta de su papel. La Katherine que interpreta Swank parece la réplica al rejuvenecido padre Merrin de aquella infame precuela de The Exorcist que viéramos hace un tiempo y que comparte con The Reaping más de un momento de exhibicionismo kitsch. Las plagas se suceden una tras otra como anunciando ese fin de los tiempos que ahora sirve para atacar al insidioso Bush prácticamente con sus propias armas. Las referencias al destructor paso de Katrina son más que evidentes y ahora con el añadido de que el agua tornada sangre es mucho más roja así como las epidemias mucho más furiosas, ahí mismo en el corazón del sur conservador que para el caso resulta también ser cómplice de las oscuras pretensiones como un giro inesperado.
Resulta realmente curioso que ahora el cine norteamericano le este dando vuelta a la tortilla y no sólo se esté sacando la mordaza sino que también arremeta cada vez que puede en sus proyectos mas recientes en contra de esa pasión republicana sistemáticamente implantada en estos años de nuevo expansionismo. Digo curiosidad y no interés puesto que esta moda se encuentra solo revestida del mismo oportunismo con el cual también se realizaron films pro guerra y pro patrioterismo que han quedado registrados como muestra de los alcances de ese gran poder que ahora “denuncian”, casi colgándose del holgado saco de Michael Moore. Es por ello que no deja de ser risible el gran giro de esta prueba de fe en el que los enemigos de un primer momento se convierten por arte de magia en los aliados y viceversa. La guerrera enfrentada a la dura verdad y devuelta a las creencias olvidadas (también en un lejano país desértico) asume su lugar en el bando correcto. El bien y el mal combinados con las políticas del momento que son tan cambiantes como las tendencias del buen vestir.
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