Dir. Jorge Carmona | 100 min. | Perú
Intérpretes: Pietro Sibille, Carlos Alcántara, Aldo Miyashiro, Melania Urbina, José Alonso, Carolina Pampillo, Sergio Galliani, Ericka Villalobos.
Guión: Aldo Miyashiro
Producción: Capitán Pérez, JC Films
Estreno en Perú: 1 de agosto de 2007
Luego del rotundo éxito que alcanzaron las tres entregas de la miniserie, el clan justiciero de “La Gran Sangre” ha dado el salto a la pantalla grande en medio de un fastuoso despliegue de medios y con el importante apoyo económico de empresas privadas y otros países, convirtiéndose así en la película peruana más cara de nuestra historia. Sin embargo, este mismo hecho y la suprema necesidad de dejar satisfechos a todos los fanáticos de la serie para asegurar el éxito comercial han jugado en contra de la realización. Los responsables de la película tenían en claro qué es lo que el público les iba a pedir y no han dudado en dárselo, a riesgo de convertir el filme en un cúmulo de escenas de acción (algunas muy espectaculares, eso sí), pero con una historia, situaciones y personajes que en ningún momento llegan a enganchar con el espectador.
Las tres partes de la miniserie que se convirtieron en un auténtico suceso televisivo habían seguido -mal que bien- un ritmo ascendente. Si bien la estilización de los personajes y situaciones habían aumentado hasta un punto poco creíble, la buena química del trío protagónico y la acertada caracterización de los villanos permitieron al espectador seguir las correrías del grupo de héroes con una cierta afinidad e interés por el desarrollo de sus misiones e historias personales.
La apuesta para la película debía ser, obviamente, mayor. Las escenas de acción vistas en televisión (que siempre fueron rescatables) debían ser superadas y la trama debía descentralizarse (e internacionalizarse) para permitir una mayor difusión. En el apartado técnico no hay nada que pueda reprochársele a la producción. La fotografía, la dirección artística, los efectos especiales y el empleo masivo de extras, entre otras cosas, son de lo mejor visto en nuestro medio. Sin embargo, a fin de cuentas, esto es lo único bueno y rescatable de la cinta.
Todo parte de la concepción de los villanos. Luego de una trepidante y muy buena escena inicial en el que vemos al grupo justiciero hacer lo que mejor saben hacer, se nos presenta al gran villano que someterá a los héroes a su más importante y difícil misión. El peligroso narcotraficante mexicano “El Rocha” (José Alonso) y sus secuaces, la argentina Géminis (Carolina Pampillo) y los locales Althea (Melania Urbina) y Santos (Sergio Galliani) intentan por todos los medios distribuir cocaína desde nuestro país y siempre son derrotados por El Dragón (Carlos Alcántara), Mandril (Pietro Sibille) y Tony Blades (Aldo Miyashiro) en medio de las más alucinantes coreografías de golpes, balas y acción a raudales, hasta el esperado encuentro final.
Algo que puede notarse es la prisa con que se ha filmado y editado la película. Todas las secuencias en que se desarrollan hechos que “cuentan” la historia se nos son dadas de manera efímera y con un ritmo excesivamente veloz que no motiva reacción alguna en el espectador y lo lleva a sólo esperar por el momento de acción. Es así que la película termina por estructurarse como un simple cúmulo de enfrentamientos entre buenos y malos. Esto incluye escenas que no aportan nada y otras realmente ridículas como la pelea entre las dos villanas, que terminan arrancándose la ropa hasta quedar en sostén, o el ver a Galliani en un minúsculo baño semidesnudo y llenándose el cuerpo de tatuajes temporales antes de salir a matar.
Los tres protagonistas funcionan en un inicio, pero solo porque repiten y simplifican lo que hacen en la teleserie. Terminan por cansar y uno sólo los sigue porque espera ver cómo despacharán a los villanos. Ya no se ve nada de profundidad en ellos, sus historias personales son eliminadas y sólo los vemos planear y ejecutar sus misiones con un par de atisbos de camaradería (los repetitivos chistes de Blades hacia el Mandril) o los momentos de reflexión del Dragón. Si a esto se suman unos aliados completamente nulos y sin personalidad y a unos villanos completamente cuadriculados y clichés el resultado da como para un capítulo de cualquier dibujo animado de acción, pero con la gracia de estar hecho con seres humanos y ambientado en nuestra realidad.
Da la impresión de que trataron de dejar a gusto a todo el mundo y ya se sabe que de ello nunca sale nada bueno. Son muchas las cosas que han tratado de abarcar y no se ha sabido darle el debido trato a casi ninguna. Un recurso bastante utilizado en la teleserie, como el de convertir determinados momentos en animaciones al estilo anime es utilizado en exceso durante los primeros minutos para luego ser dejado totalmente de lado. Sin embargo, el poco uso dado a éstos es empleado para realizar enfrentamientos que rayan en lo absurdo y exagerado (a diferencia de lo que se hacía en la pantalla chica). Abundan el tipo de cosas que no se llegan a entender y esto puede deberse a la velocidad con que se ha filmado y editado la cinta a fin de poder estrenarla en la mejor temporada.
En lo actoral, el trío protagonista se salva, pero con la nota mínima, mientras que del resto del reparto, salvo uno que otro secundario, no se puede rescatar a nadie. Todos cumplen, pero de una manera demasiado plana y hasta artificial. Mención especial a los villanos extranjeros ya que ni José Alonso ni la Pampillo (que como actriz es buena modelo) transmiten el nervio y personalidad que se requerían. Si bien su elección se da para posibilitar el ingreso de la cinta en mercados comerciales, algo mejor se pudo hacer en el cásting pues, sin ánimo de ofender, tanto en el medio local como en el extranjero existen varios actores que pudieron hacer mucho mejor dichos papeles.
Por último, hay que destacar (¿o descartar?) ese final exageradamente abierto que se inventan a último momento. Al menos la cinta había mantenido una línea narrativa que se resolvería con el enfrentamiento final entre los buenos y malos. Luego del resultado de esto, una pantalla en negro con el texto de “Tiempo después” nos presenta una situación tirada de los pelos y que anula por completo todo lo antes visto, sólo para poder tener la posibilidad de realizar una secuela.
En conclusión, los responsables de la cinta pueden sentirse satisfechos por haber entregado un producto tan impecable en lo técnico, pero deberán seguir trabajando para corregir lo argumental. Talento tienen y lo han demostrado en la pantalla chica. Sólo queda esperar y ver como progresarán con la cuarta entrega televisiva y la secuela de esta película, que de hecho se realizará pues, pese a sus defectos, el gran público y, sobre todo, su gran legión de fans harán de la cinta el éxito comercial deseado. Habrá que estar atentos también al estreno de la (cronológicamente) primera película de Carmona, Condominio, pues se trata de una apuesta independiente y más personal.
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