Dir. Fernando León de Aranoa | 113 min. | España
Intérpretes:
Candela Peña (Caye), Micaela Nevárez (Zulema), Mariana Cordero (Pilar), Llum Barrera (Gloria), Violeta Pérez (Caren), Mònica Van Campen (Angela), Flora Álvarez (Rosa), María Ballesteros (Blanca), Alejandra Llorente (Mamen), Luis Callejo (Manuel), Antonio Durán ‘Morris’ (Funcionario), Pere Arquillué (Carlos), Pepa Aniorte (Alicia), Alberto Ferreiro (Voluntario)
Estreno en Perú: 16 de agosto de 2007
Princesas recrea un mundo de soledad, de deseos truncados, de nostalgia de futuro, de amistad, de la marginalidad sufrida por las inmigrantes sin papeles. Fernando León de Aranoa mantiene la tónica general de su estilo cinematográfico mostrándonos a un grupo de mujeres aguantando su existencia, unas mejor que otras y sin ningún tipo de heroicidad, con lo única salida que tienen, su cuerpo. La estupenda banda sonora de Manu Chao, ajustada a la cinta como un guante y los pequeños monólogos de Caye (Candela Peña) le dan cierta belleza y profundidad al filme, que evita caer en el rótulo de «cinta denuncia».
Sexo servidoras
Sexo servidoras les denominan a las prostitutas en México, nos contó a sus seguidores el director de cine Fernando León de Aranoa a propósito de su último trabajo, que data del año 2005, Princesas. Princesas de otro reino.
El director madrileño mantiene la tónica general de su estilo cinematográfico en esta producción, a la que, sin embargo, ha provisto de una naturalidad de barrio con goteras. Sigue siendo coherente en su trayectoria de posar los focos y la mirada en los desposeídos (ya sea de dignidad o de bienes materiales), pero es justo señalar que es una obra menor de su flamante filmografía. Si en la anterior, Los lunes al sol veíamos un grupo de soledades venidas del más terrible paro de la reconversión, aquí nos muestra las soledades (interiores y exteriores) de la marginal prostitución. Si allí se reunían un grupo de hombres en un bar cutre, aquí se encuentran, las mujeres en cuestión, en una no menos cutre peluquería. Si allí presentaba a un grupo de hombres despojados incluso de su dignidad, aquí muestra a un grupo de mujeres aguantando su existencia, unas mejor que otras y sin ningún tipo de heroicidad, con lo única salida que tienen, su cuerpo.
Princesas recrea un mundo de soledad, de deseos truncados, de nostalgia de futuro, de amistad, de la marginalidad sufrida por las inmigrantes sin papeles. Habla de caprichos también, y a pesar de todo ello, el cariño crece en el infortunio, aunque sin llantina fácil, sin victimismo.
No tiene más acción, Princesas, que la de sus diálogos, (a ratos un tanto impostados), sus miradas duras, especialmente la profunda mirada de la sin par Candela Peña, sobresaliente en su trabajo (como es habitual en ella) evidenciando la dureza del día a día de un personaje, y el de sus compañeras, que intentan superar los límites impuestos por un oficio siniestro y por unas condiciones sociales y legales rígidas, predeterminadas y a rebosar de prejuicios.
La película no es un ensayo de la prostitución, ni parece que lo pretenda. La mirada que posa León de Aranoa en el oficio sexual es muy particular. No se alza en la «cinta denuncia» del lóbrego mundo del mercado sexual. Y vamos bien si no le buscamos 6 patas al gato, pues es una ventana voyeur de las circunstancias personales de un grupo de mujeres, específicamente de un par de mujeres, que han decidido ganar un sueldo por la vía rápida, que les procure una independencia económica y tutelar. Muchos espectadores pensarán que estas princesas tenían muchas otras salidas, trabajos decentes. Pues sí, si que los tenían. Pero no es ese el tema. Deducimos, que el filme enmarca un determinado tipo de prostitución, (entre las tantas que hay). Es bien patente que el oficio de prostituta o trabajadora del sexo va parejo a la historia, pero no es la historia per se.
No es, ni mucho menos, una película tan simplista como algunas críticos han pretendido. Fernando León de Aranoa ha introducido alguna novedad técnica, como la agilidad de la toma, recurriendo a la cámara en mano, y ha utilizado la luz con un resultado más realista que en anteriores cintas. Los pequeños monólogos de Caye (Candela Peña) le dan cierta belleza (filosofía de la calle) y profundidad al filme, sin olvidar la estupenda banda sonora de Manu Chao, ajustada a la cinta como un guante. A destacar también el estupendo trabajo del casting de secundarias, entre las que descubrimos a un personaje (Miss metadona – Maria Ballesteros) que nos recuerda a aquel yonqui – Javier Barden en Días contados de Imanol Uribe.
¿Un sucedáneo de los universos de Loach? Puede, pero no menos respetable para entrar en la sala de cine, y además es un producto con etiqueta León de Aranoa, que siempre, y por mucho que digan, no va a estar vendido.
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