El viernes pasado, en compañía de algunos amigos, fuimos a la presentación de los cortometrajes de Gustavo de la Torre en el CC CAFAE-SE. Ahí pudimos ver dos trabajos del novel realizador limeño. Primero, el corto llamado Una familia, cuya historia presenta a unos jóvenes universitarios que viven sin rumbo, a la deriva y en contradicción. La banda sonora de este corto cuenta con buenos grupos locales, que pudieron ser mejor dosificados, e incluso obviados en algunos momentos de la cinta. A veces el silencio puede ser una mejor opción.
El segundo cortometraje presentado fue Coma, una cinta más ordenada y distinta en el tratamiento, la fotografía, y la narración, que la primera. Dista mucho en forma y estilo, al punto que incluso pareciera hecha por otro realizador. De las dos me quedo con esta última, en la que se intenta descifrar la psiquis humana, un reto que este audaz joven parece haber abrazado.
A continuación les presentamos una entrevista con Gustavo de la Torre:
Ambos trabajos, Una familia y Coma tienen propuestas muy diferentes, cuéntanos ¿de qué trata cada una?
Al ver ambos productos es evidente notar que las propuestas que se trabajaron son sumamente distintas. Esto tiene varios motivos. En primer lugar, la diferencia radica en las distintas etapas que yo podría haber estado pasando en aquel momento. Coma es un examen de conciencia, cómo una misma persona como cualquiera de nosotros puede albergar diferentes personalidades o comportamientos, distintos modos de ver la vida dependiendo de la experiencia o experiencias que se tengan en determinado momento. Una familia resulta más personal, en el sentido de que es un reflejo de la vida «sensible» de los jóvenes, de los problemas que pueden pasar que, quizá, para todo el resto pueden ser cosas sin importancia, pero que a nosotros realmente nos afectan a lo largo de toda una etapa de nuestra vida.
Ambos cortometrajes resultan siendo muy personales para mí, cobrando un significado personalísimo durante su realización, incluso hasta catártico. Con respecto a la diferencia de estilo visual, ambos tienen su propia razón de ser. Lars von Trier es una de mis principales influencias cinematográficas, he seguido toda su carrera hasta ahora y eso se refleja en Coma. Quise adoptar elementos del Dogma 95 y su estética de movimiento de cámara para darle un carácter de «realidad» a una situación absolutamente irreal. Además, hay momentos de Coma en que la fotografía y el sonido quiebran la «normalidad» del Dogma 95 por una estética visualmente más suave y sonoramente más agresiva. Este deseo de quebrar lo «propuesto» al contar algo «irreal», nace también de otra de mis influencias directas, David Lynch.
En cambio, Una familia goza de una estética visual mucho más cómoda para el espectador, adoptando elementos fotográficos de series norteamericanas para que el producto sea más digerible, ya que en principio, éste fue diseñado y pensado como el episodio piloto de una serie. Además, parte de esta decisión fue tomada en base a que yo creo que en este país, un realizador debe mostrar (podríamos decir que hasta es «forzado» a mostrar) que puede bandearse en ambos lados del espectro, el producto «artístico» y el producto «masivo». Con Coma y Una familia quise probarme que podía hacer ambas cosas, no sé si lo habré logrado satisfactoriamente, imagino que el público decidirá eso eventualmente. Para mí, lo importante, es haber logrado un balance entre ambos tipos de productos, y creo que eso se logra al no perder el lado personal de la realización. En ambos casos, puedo afirmar que esos cortometrajes soy yo mismo reflejado frente a la pantalla, ya sea en un drama juvenil o en una ficción de suspenso relativamente experimental.
En Una familia ¿cuál fue la experiencia de trabajar con un gran número de actores?
Yo tengo una manía, y es la de ir probándome en situaciones diferentes. Para mí, dirigir Una familia incluía la «prueba» de trabajar con una elevada cantidad de actores, que además fueran desconocidos por el medio (al menos los jóvenes). Todo eso para que me sirva como experiencia a futuro de manejo de personajes, es decir, no perder el horizonte de cada uno de ellos. Cada personaje es diferente, y al manejar a tantos, me forzaba a concentrarme más a nivel de guión y de director para que las diferencias se sientan entre ellos. Además, cada persona es distinta, entonces, era interesante adaptarme a cada uno de los actores para darles las indicaciones del caso mientras grabábamos. No negaré que me divertí muchísimo trabajando con todos ellos, todos fueron muy profesionales.
Si bien en Coma el número de actores es reducido, son actores reconocidos en nuestro medio. ¿Cuán distinta fue esta experiencia?
Otra vez, fue una experiencia para probarme. A éstas alturas debo parecerles un loquito o un masoquista que se pone a prueba todo el tiempo, pero para mí es sencillamente un proceso de aprendizaje en el que yo elijo (hasta cierto punto claro) cuál será la lección. Coma fue mi segunda experiencia de dirección de actores, y la primera con diálogos. Entonces, quise, desde el guión, trabajar con Alberto Isola y con Giovanni Ciccia, para tener la experiencia de lidiar con actores profesionales desde un inicio, y de cierto modo, perder el miedo de golpe al «enfrentarme» a ellos. Ambos resultaron siendo absolutamente buena onda, el proyecto les interesó muchísimo y desde el trabajo de mesa antes del rodaje hicimos buena química todos. Eso hizo que el rodaje sea sumamente llevadero con ellos, e incluso con Joakín, que aunque es muy pequeño, también se comportó de manera muy profesional. Justo después de eso empezó a trabajar en «Así es la vida» y él venía de trabajar en El acuarelista (fue allí donde me recomendaron que le haga el cásting).
¿Cuáles han sido tus referentes para la realización de estos trabajos?
Como les dije al inicio, mis referentes principales para Coma fueron Lars von Trier (y toda la corriente del Dogma 95) y David Lynch. Alguna vez un muy querido amigo me dijo durante uno de mis primeros rodajes, a modo de broma, que tenía «la rapidez de Ed Wood y el perfeccionismo de Stanley Kubrick». De hecho, Stanley Kubrick es mi principal referente en todo aquello que hago y fueron sus películas la razón por la que yo me dedico a esto. Y no puedo negar también, que el cine de Serie B y todos los géneros bizarros también son de mi interés, me parecen un respiro. Para Una familia, mi referente principal fue la estética de las series norteamericanas y el ritmo televisivo en general, pero lo que quise que prime en este producto es la cotidianidad de las situaciones y los diálogos, la identificación del público con lo que ocurre, además de que se queden esperando qué más ocurrirá con estos personajes en sus siguientes encuentros. En realidad, tengo más referentes para las demás cosas que hago, entre los que están Takashi Miike, Quentin Tarantino, Spike Jonze, pero sobretodo, Michel Gondry.
La banda sonora de Una familia está a cargo de diferentes bandas peruanas.
Sí, está a cargo de Era, Alejandro Susti & La Patrulla del Cielo, Autobús, Kinder, La Carroza Plástica, Turbopótamos, Azulejos, Nudo de Espejos, Moon Over Soho, Caroline Cruz, Metamorphosis, The Satellite y Los Lumpen.
¿En qué te basaste para la selección?
Para mí, la música es una de las partes más importantes de la vida. Yo soy melómano, me encanta conocer sobre todo tipo de música, más aún, sobre lo que está sonando en nuestra escena local (y de vez en cuando me encargo de hacer algunos videoclips para bandas locales). La mayoría de las canciones que utilicé en Una familia ya estaban predeterminadas desde el guión, sentía qué intención y sensación le daría cada tema a determinado momento en escena, y me dediqué a contactarme con todas las bandas para pedírles permiso expreso para usar los temas en el corto. Todos se mostraron muy positivos, ninguno puso ninguna traba para esto, creo que es una especie de doble juego porque ayuda a una especie de «doble exposición» (la del corto y la de la música). Lo principal para mí, a nivel musical, en Una familia, es el segmento final del corto, llevado por el tema «Delivery» de Los Lumpen, que termina convirtiéndose en la canción principal de la historia.
¿Cómo ves el cine peruano? ¿Consideras que hay mercado para los jóvenes realizadores?
Creo que el cine peruano está creciendo de a pocos, ya que cada año aumenta la cantidad de proyectos que se realizan, en formato de cortometraje y largometraje. Ahora bien, hay un problema con el mercado, y éste es que no hay libertad creativa para hacer un largometraje. Me corrijo, si quieres que una «casa realizadora conocida» te produzca un largometraje, ahí es donde se corre el riesgo de perder la libertad creativa. A menos que uno se presente a un concurso para obtener fondos internacionales, es difícil realizar lo que a uno realmente le gusta. Por poner un ejemplo, y lo tomo como supuesto, no digo que sea certero, tenemos el caso de Eduardo Mendoza, que ha hecho cortos como 303, A china el golpe y TQ-1992 (que en realidad es un mediometraje) y lo vemos realizando una película como Mañana te cuento, que se nota está hecha para agradar al público. Con esto, la estrategia resultaría hacerte conocido, recabar fondos, que te llamen a dirigir una serie (en su caso, «Esta sociedad») y con ello, ya darte «el lujo» de realizar las películas que quieres. Nuevamente, no sé si esto sea certero, es solo una suposición, pero creo que, eventualmente, esa estrategia podría funcionar (y he ahí la razón por la que realicé Una familia, como dije en el comienzo de esta entrevista). Finalmente, lo importante para un realizador, radica en el empeño que tenga de contar una historia. Si eso no se pierde, siempre habrá maneras de realizar lo que se busca y de posteriormente mostrarlo.
¿Cuáles son tus siguientes proyectos?
Tengo varios proyectos en la cabeza y ya en papel en este momento, en diferentes formatos en realidad. Videoclips tengo varios escritos, justamente el domingo tengo el rodaje de uno, y cuando tengo tiempo, los tomo como «experimentos visuales» (es decir, musicalizo mis experimentos con música de bandas de la escena local y luego conversamos si el video realizado se utilizará o no). Otras veces ya hay mayor producción en ellos, pero eso depende del dinero que la banda maneje, y no siempre es mucho, es difícil en realidad.
Tengo dos cortometrajes escritos que me gustaría realizar. El más desarrollado de ellos se llama (Bipolar) y explora la dualidad de lo masculino y lo femenino, en realidad me gustaría fuera el siguiente proyecto a realizar, pero siempre es difícil encontrar fondos para ello. El otro es algo más bizarro y que encierra al otro lado de mis referentes, es un musical de terror, a modo de tributo al horror japonés. Se llama Keii (Homenaje), y bueno, la dificultad de la realización del mismo hace que sea de mis proyectos más «under».
Ahora bien, lo que muchos pueden considerar extraño, es que también tengo 3 proyectos de largometraje en el tintero, dos de ellos a medio escribir. Uno de ellos, y el más personal, se llama Quién eres y toma elementos de un viaje de 2 amigos a lo largo de todo el sur del Perú contado desde 3 puntos de vista distintos. Otro de los guiones que tengo por ahí a la mitad, aún sin título, es un policial psicológico (con visos de Takashi Miike) que quizá sería el proyecto más «comercial» que tengo. Finalmente, el proyecto más importante para mí se llama Alas. Este es un largometraje que de cierta forma muestra todas mis influencias, desde las más cotidianas hasta las más bizarras, contando una historia que cuestiona muchos aspectos teológicos y metafísicos, llevando de por sí una estética muy bizarra en el departamente visual. Este proyecto también lo tengo a la mitad.
Y bueno, lo más cercano, entre comillas, es que no he cerrado la posibilidad de realmente vender Una familia como programa piloto a algún canal que se interese. Justo en este momento estoy viendo, junto con mi productor y uno de los actores, cómo podríamos hacer para concretar esta posibilidad, y quién sabe, así logre realizar alguno de mis otros proyectos.
¿Qué le dirías a los jóvenes que aun están realizando sus trabajos en la universidad?
Les diría que nunca se rindan y que no sean dejados. En realidad, la única manera de lograr lo que uno quiere en cualquier etapa y actividad de la vida es la de dar el todo por el todo siempre. Todo esto requiere trabajo, y muchas veces se piensa a modo individualista también. Para mí, eso no funciona. Lo audiovisual es un trabajo en equipo siempre, y es llevando todo en buena onda como se logra que todo esto se pueda llevar a cabo. Otra cosa, arriésguense, no piensen en «quiero hacer algo paja», sino en experimentar. Metan la pata, equivóquense porque de los errores y del análisis es de donde más se aprende. Como bien decía el profesor del colegio que me ayudó a decidirme por esta carrera prestándome las películas de Stanley Kubrick: «Error ignorado, error repetido», y creo que ese consejo siempre será sumamente valioso para todos. Ah, y aunque suene cursi, porque seguramente lo soy, nunca dejen de soñar, no sé qué tanto sirva la frialdad en todo esto.
Crónica: Henry Pilares
Entrevista: Karina Lozano
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