En las últimas semanas, Raúl Cachay ha abordado en El Comercio un tema poco discutido en los medios tradicionales: la problemática de la cartelera cinematográfica comercial, la pobrísima oferta que tenemos en Lima, sin mencionar ya lo que sucede en otras ciudades del Perú. Así, comenzó el sábado 6 de octubre con el artículo «¿Por qué vemos malas películas?», en el cual los críticos Isaac León Frías y Ricardo Bedoya ensayan algunas respuestas y soluciones:
Vemos malas películas porque la programación cinematográfica está dominada por un puñado de compañías estadounidenses que copan las salas con estrenos fungibles, de consumo masivo y rápido, dejando fuera de competencia a otras películas.
[…]
No se trata de pedirles a esas distribuidoras que se conviertan en difusoras de un cine de autor o independiente, lo que no tendría sentido. Sólo que aumenten la oferta de su propio material y que disminuyan el copamiento de las salas por unas pocas películas de las que se trata de extraer el mayor provecho posible.
Una semana después, en el artículo «Sin variedad no hay gusto» son las empresas distribuidoras las que tuvieron la palabra. Pero éstas, para variar, prefieren guardar silencio; con excepción de las distribuidoras independientes, quienes tienen su propia posición. Así Celso Prado, gerente general de Eurofilms dice:
Otro tema tiene que ver directamente con las salas de cine. No existe un circuito preestablecido para las cintas de arte, algo que sí ocurre en otros países. Estas películas sólo pueden ser estrenadas en el CCPUCP, Larcomar, Alcázar y Jockey Plaza, básicamente. Si los cines dedicaran una sola sala para exhibir películas de este corte durante todo el año, sin importar la cantidad de estrenos de cada semana, yo creo que la cartelera podría tener una variedad mucho más interesante. Pero los cines no lo quieren hacer. Ellos tienen la última palabra. Las compañías de EE.UU. o cualquier otra pueden traer muchas películas, pero si el cine decide darle prioridad a una cinta más chica o, sencillamente, no darle cuatro o cinco salas a una misma película de Hollywood, yo creo que el panorama podría cambiar.
Aquí se mencionan un par de puntos interesantes. Primero, el «prejuicio socio-económico» existente, el cual establece que si, por suerte, se llega a estrenar en Lima alguna película «diferente», ésta deba ir dirigida al mercado AB, a los cines de San Isidro, Miraflores y Surco. El resto de la ciudad -y del país- puede seguir viendo más de lo mismo. Es decir, lo poco bueno que llega a nuestra cartelera termina siendo caro y poco accesible. ¿Quién decide qué película se estrena en tal o cual sala? Sigamos.
A continuación, el gerente de Eurofilms afirma que son los cines, los exhibidores (CinePlanet, Cinemark, UVK, Cine Star, entre otros), quienes deciden finalmente qué películas se estrenan, y cuántas salas deben presentar el blockbuster de turno. Lo cual, según las reglas de mercado, es entendible, que los exhibidores prefieran aquellas cintas que les van a significar mayores ganancias, películas que atraigan más público. Pero es cierto también que en no pocas ocasiones, películas con buena recaudación en sus primeras semanas de estreno -algunas cintas peruanas por ejemplo- pasan luego a ser programadas en menos salas, y en horarios de menor afluencia de público, para dar paso a nuevas cintas descartables de las majors. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué el exhibidor prefiere sacar de su mejor sala a, digamos, Mañana te cuento y programar en su lugar a, no sé, Date Movie? Se trataría del resultado de la presión ejercida por las distribuidoras transnacionales, las cuales ofrecen a los cines sus blockbusters más suculentos pero en un paquete que incluye un montón de hueso, es decir Harry Potter o Los Simpson viene junto a esas otras películas, también hollywoodenses, que ni siquiera cuentan con el interés mayoritario del público, pero terminan siendo programadas de todas maneras.
Espero entonces que artículos como los de El Comercio recaben también la versión de los exhibidores, para saber realmente quién tiene la sartén por el mango y bajo qué criterios se decide realmente qué película se estrena o no en el Perú.
Foto: «Left Behind», en Flickr.
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