Dir. Juan Antonio Bayona | 100 min. | España – México
Intérpretes:
Belén Rueda (Laura), Fernando Cayo (Carlos), Roger Príncep (Simón), Mabel Rivera (Pilar), Montserrat Carulla (Benigna), Andrés Gertrúdix (Andrés)
Estreno en España: 11 de octubre de 2007
La temática creativa en torno a esas instituciones creadas por la caridad o el Estado para acoger a los niños huérfanos y abandonados, el orfanato u hospicio ha proporcionado material suficiente para provocar desazón y terror, misterio y escalofrío en las salas de cine. Historia ágil, con un tempo perfectamente medido entre sobresalto y sobresalto, evita hacer caer al espectador en el minuto aburrido. Juan Antonio Bayona se ha rodeado de buenos profesionales que han dado un acabado exitoso a esta producción, cuya calidad viaja con cierto traqueteo a lo largo de los 100 minutos de metraje.
Extraños compañeros de juego
La temática creativa en torno a esas instituciones creadas por la caridad o el Estado para acoger a los niños huérfanos y abandonados, el orfanato u hospicio, ha proporcionado material suficiente para provocar desazón y terror, misterio y escalofrío en las salas de cine. Fama tortuosa difícil de cambiar debido a los malos usos del pasado -y desgraciadamente aún del presente- de estas instituciones.
Bien aprovecha el cine esta asociación mental tenebrosa que hacemos de la palabra orfanato. Y de ello y las temblorosas fantasías de los infantes sabe un rato el cineasta mexicano Guillermo del Toro, dibujante experto del género con ejemplos como El espinazo del diablo (2001), o la oscarizada El laberinto del fauno (2006). Y a buen seguro que este cineasta huele el aroma de la dicha estatuilla, porque es el productor de la cinta española elegida para competir por uno de los cinco puestos en las nominaciones de Hollywood a mejor película de habla no inglesa: El orfanato, primer largo dirigido Juan Antonio Bayona, según el guión de Sergio G. Sánchez.
Con un adecuado manejo de la música por Fernando Velázquez, que en algunas caídas narrativas es la única que mantiene la tensión en escena, una fotografía de Óscar Faura que sabe aprovechar al máximo los preciosistas escenarios naturales de Asturias, El orfanato se ha erigido en la heredera pobre, aunque decente, de Los otros, de Alejandro Amenábar, con ciertos brochazos tomados de la norteamericana El sexto sentido de M. Night Shyamalan. Del todo imposible que el espectador no vincule el trabajo de Bayona (que peca de dejar ver demasiado sus influencias) con ambos filmes. Lugares comunes que van desde la misma temática mortuoria, el uso de un aristocrático caserón, la -atractiva para el espectador-comunicación entre dos mundos incompatibles, el de los muertos y el de los vivos, hasta la atmósfera y el uso abusivo de pasadizos, escaleras, cuevas o cobertizos -trucos de misterio terrorífico que se pliegan demasiado a la comercialidad-, dejando la resolución de todo el grueso de este juego de sombras herméticas y extrañas en manos de una mujer, fuerte, sensible, luchadora hasta el final, y protectora de sus cachorros.
Sin embargo hay que reconocer que El orfanato, al que una productora norteamericana ya ha fichado para realizar su propio remake- se reviste, en contraste con las anteriores, de mayor luminosidad, de contrastes narrativos, escénicos y ambientales más extremos, consiguiendo un vaivén entre normalidad diaria (residencia bien acondicionada para niños discapacitados, fiesta en el jardín, accidente de tráfico), y la extraordinaria sensibilidad de sus protagonistas, madre e hijo, que mudan las situaciones extrañas de un rincón a otro del edificio y alrededores, donde no podía faltar el elemento nostálgico y poético por antonomasia, el faro.
El cine español comienza a atraer espectadores a sus salas, aunque en ocasiones tenga que abusar de recursos comerciales muy convencionales. Pero no nos quejamos, aquí se ha conseguido un ensamblaje bien pulido entre márketing, espanto libre de vísceras que hace recular al público de la sala en más de una ocasión, una protagonista con carisma y tablas, o el manejo de lo sobrenatural y la utilización de personajes olvidados como la médium. Es justo reconocer que El orfanato ofrece cierta originalidad en el guión (que no puedo develar por respeto al lector) dentro de estos recursos comunes del género.
Historia ágil, con un tempo perfectamente medido entre sobresalto y sobresalto, evita hacer caer al espectador en el minuto aburrido. Quizá resulte descompasado el establecimiento temporal de los hechos pasados, la infancia de Laura en el orfanato, dando la impresión que ocurrieron en las décadas paupérrimas de los cuarenta-cincuenta, cuando en realidad, por la edad de la protagonista transcurrieron a mediados de los setenta.
Laura es una mujer que pasó su infancia en un orfanato. Tuvo la suerte de ser adoptada, no así sus compañeros de aquel entonces. Treinta años después Laura decide, junto con su marido y su hijo de cuatro años Simón, hacer de aquel hospicio una residencia para un grupo pequeño de niños discapacitados. Todo se desarrolla con normalidad hasta que Simón empieza a tener demasiados amigos invisibles, y un día desaparece.
Juan Antonio Bayona se ha rodeado de buenos profesionales que han dado un acabado exitoso a esta producción, en el que la calidad viaja con cierto traqueteo a lo largo de los 100 minutos de metraje. Y ese trabajo conjunto la ha colado en Cannes -en la semana de la crítica-, ha hecho que inaugure el Festival de Sitges 2007 y ahora tal vez enfile hacia los Oscar. Y punto importante en este mundo de cifras cinematográficas, la cinta hispano-mexicana ha conseguido una buena recaudación.
El orfanato habla de la fuerza inagotable de la madre, el mundo femenino como motor de salvación. Belén Rueda demuestra que tiene madera y estrella para la gran pantalla, aunque se criara en las series de TV, como ya dejó claro en Mar adentro. Está a la altura de la Kidman de Los otros. Buen sabor de boca deja también la corta aparición de Geraldine Chaplin, que siempre dota a sus personajes de cierta extrañeza, una extravagancia muy atrayente. Los hombres, por el contrario, están hechos a gruesos trazos, más pobres en sus sentimientos.
Una cinta que merece tanta atención como la que préstamos a los éxitos USA.
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