Ayer, domingo 10, falleció en Arkansas, a los 75 años, el actor Roy Scheider, el recordado policía Martin Brody de Tiburón, de Steven Spielberg. Su debut en la actuación fue a mediados de los años cincuenta, pero no sería hasta principios de los setenta que empezó a llamar la atención, en películas como Klute de Alan J. Pakula, Contacto en Francia de William Friedkin, y Un homme est mort del francés Jacques Deray. A una edad ya madura, alcanzó el estrellato enfrentando al famoso escualo, en el primer encuentro cercano del joven Spielberg con la supertaquilla hollywoodense, la película que, contra los cálculos de los estudios, impuso en 1975 el verano como época propicia para grandes estrenos.
Entre otros trabajos, también destacó en Marathon Man de John Schlesinger, Tiburón 2 (ya sin Spielberg), Still of the Night de Robert Benton, y en su veteranía, participó en El almuerzo desnudo de David Cronenberg, y El precio de la justicia de Francis Ford Coppola.
Pero el rol de Scheider que recuerdo con mayor simpatía es el del coreógrafo y director teatral Joe Gideon, en All That Jazz, penúltima cinta y suerte de testamento fílmico de Bob Fosse, también conocida por su traducción al castellano, El show debe seguir. Scheider entregó una interpretación vibrante, apasionada y febril, como el creador envuelto en una seria crisis personal, obsesionado con el perfeccionismo de su arte, la proximidad de la muerte y la compañía de un ángel encarnado por Jessica Lange. En esta secuencia podemos ver cómo encarnó Scheider los demonios que perseguían a Fosse.
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