El héroe de los 80 está de regreso, la caricatura bélica absoluta, la representación de las fantasías reaccionarias gringas en su máxima expresión. Sylvester Stallone, en la cima de su éxito como el entrañable boxeador Rocky Balboa, se le ocurrió dejarse el cabello largo y hacer la versión paroxística de su apariencia cinematográfica de hombre hecho a sí mismo y contra todos los obstáculos. John Rambo pasó rápidamente a transformarse en el mejor vehículo de las más discutibles elucubraciones de su estrella-actor. Queremos repasar con ustedes su paso por la imaginaria y atemorizante jungla de los blockbusters, ad portas de su regreso a las pantallas peruanas:
First Blood | Rambo: A partir de una novela escrita por David Morrell, esta película fue un intento de Stallone por encontrar un personaje tan carismático como el boxeador que lo llevó a la fama. El resultado fue una aceptable cinta de acción de la que se puede rescatar pasajes de drama tenso y consecuente con el marcado personaje sobreviviente de una guerra sin sentido, que vuelve al combate tras intentar caminar entre los suyos nuevamente. Comenzaba a gestarse, sin mucha sospecha, el bicho del fascista que se revelaría en las secuelas.
Rambo II: Pasado el primer arrebato y desencanto, a John le tocó un buen rato tras las rejas, tiempo para meditar un poco sobre su futuro en el cine, y su rol como vocero ante su nación, envuelta en más de un conflicto alrededor del orbe. Una propuesta para regresar a la lejana Indochina de sus horrores lo hace cruzar la línea sin retorno hacia el trono de los matarifes cinematográficos más rocambolescos de la historia. Acá todo el patriotismo desparramado en pequeños y solemnes momentos se convierte en el pretexto de explosiones y asesinatos delirantes, que el ex boina verde ejecuta como en el mejor sueño de Ronald Reagan, quien ya lo hubiese querido en frente para una medalla. ¡Al diablo con Platoon!
Rambo III: Era una misión difícil, pero no imposible. En esta nueva batalla, el campeón de las muertes programáticas se apresta a acudir a la convulsionada Afganistán, plagada de satánicos soviéticos a quienes sólo les falta echar espuma por la boca. Al llamado de su presidente y el pedido de auxilio de su coronel Trautman, Rambo procede al exterminio. Para no dejar mal a los sufridos locales, les permite acompañarlo para que no se diga que quiere acaparar toda la carne volátil para el solito. Si la segunda parte era un ballet ejecutado mecánicamente, ahora tenemos todo un show sobrecargado de zapateos y traqueteos que amenazan con tirarse abajo el frágil escenario. La autenticidad o capacidad de conmoción se había perdido hacía buen rato.
Rambo animado: Con el éxito obtenido y los fans hambrientos por más, el personaje aceptó una nueva y patriótica misión: convertirse en un ser animado listo para inculcar en la juventud anglonorteamericana los valores de la protección y el servicio a la nación del águila y las estrellas, en contra de «los otros», encarnados por el general Warhawk y sus secuaces. Este Rambo, por supuesto, tuvo que hacer el esfuerzo de medir el pulso para que sus acciones fueran igual de efectivas, pero sin derramar ni gota de sangre. Da para pensar mucho la extraña moral que se impone desde esos días.
Rambo IV: Han pasado los años y las generaciones ingratas han adoptado nuevos héroes para la masacre. El resentido Rambo recibirá una nueva y sorpresiva encomienda a la que primero se hará de rogar, pero ni él mismo se puede engañar. Rambo ha nacido para el exterminio y la masacre, y a ello se dedicará con más ahínco y generosidad que nunca, tal vez no tenga otra oportunidad.
Extra: Tras este paseo por el show de la destrucción masiva, los dejamos con un retrato menos conocido del héroe. La revelación de sus años perdidos fuera del mercenario Hollywood. Rambo se pasea por Lima tratando de paliar un poco sus convulsiones belicosas a costa de un par de especímenes de triste recordación.
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