Dir. Eduardo Mendoza | 90 min. | Perú
Intérpretes: Melania Urbina, Bruno Ascenzo, Giovanni Ciccia, Oscar Beltrán, José Manuel Peláez, Vanesa Jerí, Leisy Suárez, Diego Lombardi, Magdyel Ugaz, Paúl Ramírez, Américo Zúñiga, Yvan Petras, Nora Caferata, Marco Zunino, Pold Gastello, Benny Chueca, Percy Pasco.
Estreno en Perú: 14 de febrero de 2008
Mañana te cuento 2 trae de vuelta a los personajes del primer filme de Eduardo Mendoza. Como toda secuela, trata de capitalizar el éxito de la primera parte para venderse como una comedia romántica salpicada con algunos momentos de acción y otros picantes (léase eróticos). Sin embargo, la historia no cumple con ninguna de esas expectativas. Mañana te cuento 2 resulta más bien un compendio de lugares comunes que podemos ver, sin más, en la televisión peruana y que no se justifican más allá del capricho. Esta producción nos lleva a preguntarnos: ¿necesitamos este tipo de cine?
La segunda película de Eduardo Mendoza trae de vuelta a los personajes de su primer filme, Mañana te cuento. Han transcurridos algunos años. Los concupiscentes adolescentes que querían debutar sexualmente, se han convertido en jóvenes que intentan afianzar su camino hacia la madurez de la mejor manera posible. La cinta, como toda secuela, trata de capitalizar el éxito de la primera parte para venderse como una comedia romántica salpicada con algunos momentos de acción y otros picantes (léase eróticos). Sin embargo, la historia no cumple con ninguna de esas expectativas. Ni las persecuciones, ni las carnes, ni la comedia se desarrollan de manera convincente.
Mañana te cuento 2 resulta más bien un compendio de lugares comunes que podemos ver, sin más, en la televisión peruana y que no se justifican más allá del capricho. La trama, llena de giros y tumbos, resulta un retroceso si se la compara con su antecesora. Aún con sus deficiencias, Mañana te cuento terminaba siendo una película llevadera.
Si en la primera la presentación de los amigos, por dar un caso, tenía un buen ritmo que enganchaba con su montaje paralelo, en la segunda la situación resulta esquemática: una discusión en la convivencia, con textos recitados de mala gana, nos presenta a los amigos como si fueran diseñados con la media del imaginario, moldeados a partir de clichés costumbristas sobre la juventud limeña. Manuel (Bruno Ascenzo), el protagonista, es un periodista en ciernes, estudiante universitario con aspiraciones de escritor. Con él, ya son tres personajes de «Vargas Llositas» los que han desfilado por las pantallas del cine peruano (antes en Tinta Roja y Peloteros). Parece que la única (o más fácil) manera de reflejar la sensibilidad de un personaje es a través de la aspiración literaria. Los otros amigos responden al prototipo del gordo «buena gente», relajado y repitente en los estudios, y al del pelotero con ganas de ser crack. Puro lugar común.
La historia principal se crea a partir del reencuentro de Manuel con Bibiana (Melania Urbina), en el que surge el amor a partir del recuerdo y las experiencias comunes. Este enamoramiento rápido no se justifica en el encuentro fugaz de la primera cinta. En este punto, quizá, se pueda ceder a las licencias del género amoroso y esperar el desarrollo de la relación de pareja, pero la cinta decide avanzar a trancazos, primero con la aparición de un maletín lleno de dinero por despilfarrar, y luego transcurrida la mitad del metraje, a través de la inclusión de una subtrama policial.
Este giro y cambio de tono no aporta algo significativo. La primera película pasaba de la comedia a una situación densa, más oscura, de los miedos y fijaciones de los adolescentes en su iniciar sexual, como si al desnudarse dejaran caer las máscaras juguetonas para encarar sus temores; el desnudo no era sólo físico. En esta segunda entrega, la intriga policial que justifica el botín, el dinero en pantalla -que parece ser el único móvil de la película- da pie a un conjunto de secuencias lamentables, que se extienden en minutos de persecuciones por callejones que parecen calcadas de algún programa cómico sabatino, y en resoluciones forzadas en las que la pareja esquiva malhechores y rescata rehenes de la manera más inverosímil y sumaria posible.
Es una pena que Mendoza, un prometedor director, no se dé maña para sacarle la vuelta a las convenciones, o para elaborar escenas y diálogos de interés. Hagamos la salvedad de dos momentos: el té con la abuela y el interrogatorio a los amigos de Manuel. Quienes esperábamos de él una cinta madura -o más personal- quedamos defraudados ante esta entrega que en su momento él mismo reconoció como cerrada, y que ahora vemos plasmada en pantalla grande de manera penosa. Nos queda revisar sus cortos y esperar por su largamente aplazado Happy Birthday.
Aunque parezca sencillo (y no lo es), escribir en contra de esta cinta da pie para una acotación respecto al lugar que ocupan productos así dentro de la cinematografía nacional. Lo que me lleva a formular una serie de interrogantes. ¿Necesitamos este tipo de cine? ¿Un cine de negocio que se apoye en los géneros y las secuelas? ¿Es una opción válida? La respuesta -más allá del enfoque mercantilista- es SÍ.
Sí, pero con contenidos mejor elaborados y planificados, que se convierta en una opción contínua y sostenida de producción que a mediano plazo se consolide en una industria fílmica generadora de empleo para técnicos, artistas y realizadores; que dé espacio para el desarrollo de estilos, tendencias y géneros en películas tanto convencionales como otras más personales y atrevidas (esas que requieren del apoyo estatal). En la medida en que se produzca más, habrá más espacio para el cine de calidad.
Tal decisión requiere de las manos y decisiones de los productores nacionales, a quienes habría que plantear estas interrogantes. Porque cuando sólo se circunscriben a una visión oportunista y que juega al corto plazo, el resultado son películas como ésta u otras similares, que más parecen productos televisivos que cine. Son producciones que dentro del cine peruano más es lo que restan que lo que suman. Con otras perspectivas, podríamos prever resultados más alentadores.
¿Qué más agregar por ahora? Que Mañana te cuento 2 debería ir directamente a los anaqueles de DVD, como lo hará en EE.UU., junto a todas las comedias sosas, películas fast food, que son puro marketing y poco entretenimiento. Para pasar el rato y cebar los bolsillos de sus productores. Provecho.
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