The Dark Knight
Dir. Christopher Nolan | 152 min. | EE.UU.
Intérpretes: Christian Bale (Bruce Wayne / Batman), Heath Ledger (Joker), Aaron Eckhart (Harvey Dent / Dos caras), Michael Caine (Alfred Pennyworth), Maggie Gyllenhaal (Rachel Dawes), Gary Oldman (Lt. James Gordon), Morgan Freeman (Lucius Fox), Monique Curnen (Det. Ramirez), Ron Dean (Detective Wuertz), Chin Han (Lau), Nestor Carbonell (Alcalde), Eric Roberts (Salvatore Maroni)
Estreno en Perú: 17 de julio de 2008
Estreno en España: 13 de agosto de 2008
Christopher Nolan debe haber realizado con este Batman, la película de superhéroes más brutal que se haya filmado. En esta película toda referencia naif queda reducida a la mínima potencia, para articular una historia clásica de buenos y malos que, al estilo de su director, se va deformando, volviéndose difusa hasta llevar al extremo las lecciones de los grandes realizadores del film noir. Se trata de una película anti-super héroes o mejor dicho, una película de super héroes hecha a la medida de nuestra era. Basta con ver el devastador y abierto desenlace.
Christopher Nolan debe haber realizado con esta Batman, la película de superhéroes más brutal que se haya filmado. No una que se distinga por su particular violencia, que la hay, sino por su contundente y poco concesiva mirada a ese mundo de esencia naif. Los héroes del papel nunca dejaban de tener esa aura de ensoñación incluso en sus manifestaciones más trasgresoras o malditistas. En esta película todo ello se queda reducido a la mínima potencia, tan solo para articular una historia clásica de buenos y malos que, al estilo de su director, se va deformando, volviéndose difusa hasta llevar al extremo las lecciones de los grandes realizadores del film noir.
Dudo bastante en etiquetar ésta como una película de superhéroes. Incluso no pocos fans de las ligas justicieras han salido del cine con sentimientos encontrados: la disfrutan pero no dejan de extrañar un film de «super justicieros» a carta cabal. Mérito de Nolan, realizar con este personaje tan manoseado y esquematizado como todo su entorno, un espectáculo apasionante que descuadra mayoritariamente a las plateas. Estamos ante una cinta atípica dentro del mainstream actual que se acerca más a esos perversos, descorazonados y paranoicos complots, cuales cajas chinas, que había desarrollado Nolan en películas como Following, Memento, o The Prestige.
En esta versión, ambiciosa en todos sentidos, el héroe en cuestión ya no es el personaje que luce su aire taciturno por mero diseño, por su concepción artificial. Aquí tiene todos los motivos para estarlo. Su presencia bienhechora no es la que genera sentimientos claros de seguridad, Batman ve trastornada la línea recta hacia la paz y orden precisamente porque cada acto heroico genera reacciones de lo más diversas entre los villanos y los ciudadanos. Basta con ver la formidable secuencia inicial para caer en cuenta que el norte de la película es absolutamente insidioso y no menos desconcertante. En ella, los asaltantes se liquidan unos a otros, no importa si son los enmascarados o los de traje y corbata, echando por tierra la poca idea de lealtad que se deja ver a lo largo de las dos horas y media que dura la película. Un autobús escolar transitando con su carga maldita es la imagen de antología que inserta el director y que desde ese momento nos dice que la suya no será la mirada de la evasión en el mejor sentido de la palabra.
Como todo buen film noir, me parece que este término es el que se ajusta más a la película, esta versión de Batman configura un mundo de absoluta liquidez. Las pocas fronteras entre buenos y malos; honrados y corruptos se dejan abiertas; las verdades sobre lo concreto son borradas por sombras implacables que saltan traicioneramente. Toda la película, sin abandonar su naturaleza de entretenimiento, se convierte en un artefacto de proyección de los mayores temores de la sociedad norteamericana. Si muchas películas pre 9/11 imaginaban maliciosamente la destrucción de los símbolos patrios, los paisajes citadinos lustrosos, o la inoperancia de las autoridades y la corruptibilidad de estos y los propios ciudadanos, era para que las audiencias saltaran del gusto. La película de Nolan vuelve sobre lo mismo, pero en su mirada se encuentra un placer distinto, es la de un verdadero cineasta que asume el riesgo de volverse virulento cuando la premisa es olvidar, enterrar, ensalzar (sino recuerden el bodrio Superman Returns). Mucho de ello estaba ya en Batman Begins, pero es aquí donde se desenvuelve sin timidez.
Siempre atento al manejo de los tiempos, el director hace una película de ritmo frenético que alcanza precisamente sus mejores cuotas cuando ese aire apesadumbrado o decepcionado se decanta a través de la acción, de cada réplica descreída en la que el protagonista ve como sus esfuerzos sólo se ven recompensados con la propagación de un mal que parece eterno; donde los reyes del hampa se sustituyen unos tras otros como las cabezas de la Hidra, y la torpe y autosatisfecha comunidad intenta convertirse en émulo del héroe pop. Ni siquiera las amas de casa lo reciben con otra que no sea rechazos, como si se tratase de cualquier autoridad electa e incumplida.
Hasta los propios villanos lucen su tragedia con más humor que el propio paladín de la justicia, y no solo por el también icónico bufón que interpreta Heath Ledger (trabajo aplicado que merece destacarse sin irse hasta hype), sino también Dos Caras hecho burla macabra y amargada con su juego de cara y sello. Pero antes que ellos, la propia mirada a una sociedad saturada de trivialidad, de aparente satisfacción, se encuentra sometida sin darse cuenta, a dos bandos con las identificaciones tan borrosas como los rastros de las fotos polaroid en las que el Lenny de Memento buscaba asirse a la realidad.
Casi todo el transcurso de la película y sus giros son muy logrados, aunque habría que reparar en varios momentos de la última parte, en las que el lado descreído e intransigente del film se torna verboso, remarcando demasiado el espíritu del film bastante mejor expresados en cada golpe, discusión, o salvaje disparo. Finalmente, nos podemos quedar con el sabor de una película de nivel muy por encima de sus coetáneas en la vertiente. Es más, se trata de una película anti-super héroes o mejor dicho, una película de super héroes hecha a la medida de nuestra era. Basta con ver el devastador y abierto desenlace.
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