Festival de Lima 2008: Liverpool (2008)


liverpool-poster Dir. Lisandro Alonso| 84 min. | Argentina – España – Francia – Alemania

Intérpretes: Juan Fernández (Farrel), Giselle Irrazabal y Nieves Cabrera.

Liverpool tiene algunas características que van a modificar aspectos sustanciales del cine. El primero es la desaparición del concepto «spoiler», es decir, el adelantar datos básicos del relato antes de ver una película, o sea, contar el argumento completo, incluyendo el final. Pero hay una segunda característica: Liverpool es dos películas en una. Es decir, que el protagonista se presenta en poco más de dos tercios de la película y en los veinte minutos restantes sólo aparecen la coprotagonista y su abuelo. Es decir, dos películas en una, pero con la particularidad que en ninguna de las dos se cuenta historia alguna. Lo cual también es toda una innovación.

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Todos aquellos que deseen conocer cómo se vive en Ushuaia, al final de la Patagonia argentina y en las proximidades de la Antártida, pueden observar en esta película espléndidas vistas de tan desolados lugares. Asimismo, se aprecian los interiores de un barco carguero camino a ese destino y, una vez en tierra, los interiores de algunos restaurantes y cabañas rodeadas de nieve y castigadas por un viento helado.

Fuera de eso, Liverpool tiene algunas características que van a modificar aspectos sustanciales del cine. El primero es la desaparición del concepto spoiler, es decir, el adelantar datos básicos del relato antes de ver una película, o sea, contar el argumento completo, incluyendo el final. Ello porque el más escueto resumen argumental prácticamente narra todo lo que se ve en el filme. Con esta advertencia, cito lo que dijo su director, Lisandro Alonso, antes de hacer esta cinta: «Yo sé que es en un barco, en el mar. En Ushuaia. A una hora de Usuahia. Nieve, frío, mar, alcohol. Bueno, tiene que ser en Tierra del Fuego. Va a tener dos protagonistas: un hombre con cierto grado de alcoholismo y una chica que tenga cierto grado de retardo mental». Pues bien, esto es casi todo lo que ocurre en Liverpool. Pero hay una segunda característica: Liverpool es dos películas en una. Es decir, que el primer personaje de los nombrados por el director se presenta en poco más de dos tercios de la película y en los veinte minutos restantes sólo aparecen la segunda protagonista y su abuelo. Es decir, dos películas en una, pero con la particularidad que en ninguna de las dos se cuenta historia alguna, lo cual también es toda una innovación. Desde este punto de vista, la cinta que comentamos es todavía más reducida que La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel, filme-anécdota que –en comparación– ofrece muchas más incidencias narrativas (si bien anodinas), dentro de su estilo de letárgico aunque asolapado virtuosismo visual.

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Pero es justamente a este nivel –el visual– en el que se da la principal diferencia entre ambas películas. En efecto, mientras Martel tiende a los encuadres cerrados y recargados, Alonso trabaja con planos abiertos, grandes panorámicas y, para los interiores, planos enteros, privilegiando la exposición del paisaje (lo que, por oposición, elude su colega, pese a que La mujer sin cabeza transcurre –en parte– en zonas rurales). En el filme que comentamos no hay prácticamente ningún primer plano y, a lo sumo, unos pocos planos medios. Toda la parsimoniosa sucesión de estas grandes imágenes nos produce una sensación de laxitud y relax, que, para muchos, compite con el efecto de productos como Valium, Prozac o Rivotril. Fuera de ello, la fotografía de Liverpool es espléndida en todo sentido, no cae en el recurso de la postal o el preciosismo visual, sino que apuesta por un sobrio realismo, que se hace más opaco y amargo en los interiores.

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De lo anterior se desprende también otra gran diferencia, pese a la objetividad y distanciamiento que caracteriza el trabajo de ambos directores. Martel cierra al máximo el espacio para las significaciones y «sugerencias» en su película, dejando muy poco a la imaginación del espectador (y es interesante comprobar cómo, pese a ello, quienes la alaban encuentran sensaciones y experiencias ocultas en su filme). Alonso, en cambio, pretende abrir el espacio para múltiples interpretaciones, a partir de esos minúsculos conatos de narrativa que el espectador –suponemos– deberá completar; siempre apoyándose en ese enorme escenario natural y en la incitante profundidad de campo en algunos interiores. Estamos ante un cine de grandes espacios vacíos y vastas aspiraciones. Es por ello, que mientras la solución para Martel es la reconversión de su película en un corto, a Alonso le hubiera convenido, quizás, reducir aún más los ya débiles hilos argumentales y dejar hablar a la naturaleza. Hay tanto que mostrar allí acumulado en el mar y el paisaje que la anécdota sobra y distrae a aquellos que aún no se han dormido, mientras que los personajes logran mayor entidad cuando se les integra como elementos pictóricos al paisaje. El colmo de la sutileza sería, creo, anular los diálogos o hacer que los escasos personajes reciten o susurren números, y deambulen perdidos en esos remotos páramos. Pero dejaría ese diálogo inicial en el timón de la nave, en el que se enuncia el objetivo del viaje, a manera de mágico acertijo y esperando que se produzca el milagro.


2 respuestas

  1. […] estuvo en la lid Lisandro Alonso, el autor de La libertad, la emblemática Los muertos, Fantasma y Liverpool, o una cinta como Hamaca paraguaya, la laureada opera prima de Paz Encina, que vienen a ser los […]

  2. […] mencionar En una ciudad para Sylvia, Construcción de una ciudad, Dioses, La mujer sin cabeza y Liverpool; mientras que entre las que destacan por sus contenidos, pondría a La Leonera, Tropa de Elite y La […]

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