Battle in Seattle
Dir. Stuart Townsend | 99 min. | EEUU – Canada – Alemania
Intérpretes: Martin Henderson (Jay), Michelle Rodriguez (Lou), Woody Harrelson (Dale), Charlize Theron (Ella), André Benjamin (Django), Ray Liotta (Mayor Jim Tobin), Rade Serbedzija (Dr. Maric), Ivana Milicevic (Carla), Joshua Jackson (Randall), Connie Nielsen (Jean), Channing Tatum (Johnson), Barbara Tyson (Anna).
Estreno en España: 03 de octubre de 2008
Townsend se centra principalmente en los eventos ocurridos en Seattle, en 1999, con motivo de la reunión de la WTO, aunque en el epílogo menciona los movimientos de protesta posteriores llevados a cabo hasta hoy. Ante la hartura de las injusticias provocadas por las normativas comerciales de la organización, establecida después de la Segunda Guerra Mundial, diversos grupos y asociaciones, todos conectados entre sí, se unen para protestar pacíficamente (y la película es en sí un medio para romper con la equivocada fama de violentos que se les inculcó) contra el foro comercial que tanto glamour se supone va a dar a Seattle, según palabras políticamente apolilladas de su alcalde, un retornado Ray Liotta.
El pueblo unido
Jamás será vencido. Es lo que aprendimos, es lo que intentamos desde la Revolución francesa. Pero traspasadas las puertas del siglo XXI, el pueblo unido o desunido siempre es vencido. Asombra que en los albores del final del primer decenio, con una crisis económica de pura lógica, como resultado de la era del beneficio ilimitado, el cine enfoque su mirada, y no precisamente discretamente, hacia hitos revolucionarios. Primero la intensa y larga mirada al Che, y con ella a Cuba. Ahora la mirada de Stuart Townsend va al despegue del movimiento altermundista, como una tercera vía u opción frente al capitalismo desaforado e injusto que se erigió como la gran salvación contra el «diabólico» comunismo.
Stuart Townsend es un actor irlandés, por lo tanto europeo, al que recordarán por La reina de los condenados, o La liga de los hombres extraordinarios, entre otras cintas. Sin duda extraordinario es por ligarse a la mujer más deseada, Charlize Theron, dirán unos. Ja, pero también lo es por abordar en tiempos de megaproducciones sobre superhéroes, las resistencias antisistema (esos melenudos desarrapados) para su primera producción, La batalla de Seattle, héroes terrenales que levantaron la veda, a finales de los noventa, de un nuevo moviendo de movimientos que se hace visible en los Foros Sociales y en las grandes reuniones de los vampiros poderosos, la WTO (Organización Mundial del Comercio), o el G-8, y tuvo su culminación en las grandes manifestaciones mundiales, de 2003, contra la guerra de Irak. Jóvenes, trabajadores, sindicatos, campesinos, pueblos, ecologistas, intelectuales, todos con agallas y ganas de dar la vuelta a este mundo al revés.
Townsend se centra principalmente en los eventos ocurridos en Seattle, en 1999, con motivo de la reunión de la WTO, aunque en el epilogo menciona los movimientos de protesta posteriores llevados a cabo hasta hoy. Ante la hartura de las injusticias provocadas por las normativas comerciales de la organización, establecida después de la Segunda Guerra Mundial, diversos grupos y asociaciones, todos conectados entre sí, se unen para protestar pacíficamente (y la película es en sí un medio para romper con la equivocada fama de violentos que se les inculcó) contra el foro comercial que tanto glamour se supone va a dar a Seattle, según palabras políticamente apolilladas de su alcalde, un retornado Ray Liota.
Cinco días transcurren en La batalla de Seattle, en los que el irlandés Townsend va desgranando uno por uno los acontecimientos diarios, manifestaciones y protestas de grupos, situaciones particulares como la de un policía antidisturbios, políticos puertas adentro, la influencia de estas protestas en algunos de los delegados, y la transformación de dichas manifestaciones en una inesperada batalla campal, con un final victorioso, sorprendente incluso para estos eternos luchadores. Victoria en cuanto que la conferencia fue un fracaso total. Victoria a la que contribuyeron, cómo no?, las autoridades pertinentes, con la decisión de implantar un estado de excepción, la actuación de la Guardia Nacional y la violenta respuesta de la policía de la ciudad, con argucias como la infiltración entre los manifestantes. El director nada en aguas claras, detalle que le habrá costado su personal batalla para abrir puertas. No se anda con ambigüedades, lo cual, como espectador interesado en el tema, deja un poco mosca, preguntándose donde se encierra el truco que desemboque en lo políticamente correcto.
Intercalando una nerviosa y ligera cámara al hombro de 16 mm, que da cierto grano a la imagen para que no desentone con los fotogramas de archivo reales, con objetivos de focal larga en lugar de los gran angulares, Townsend ofrece un tono realista y documental no muy alejado del estilo José Padilha (Ônibus 174, Tropa de elite) y el mismo Paul Greengrass (Bloody Sunday), consiguiendo un acabado dinámico, entretenido, ágil, dentro de un montaje en el cual el argumento no pierde pie ni energía, y mantiene la información alejada de aguas turbias.
Los personajes están perfectamente delineados y resultan creíbles, sin megaestrellas que le hubieran dado un toque demasiado vanidoso y superficial a una temática de conciencia colectiva. Bien es cierto que Charlize Theron es una estrella, pero su papel en la película es secundario, sin avenirse a ocupar un puesto de relevancia. Y lo hace como ella bien sabe, estupendamente. Todo el resto del reparto muestra garra y veracidad, desde Woody Harrelson, a Michelle Rodriguez, dejando el verdadero protagonismo a la alterglobalización.
Es un lujo que directores noveles buceen en temas que dan grima a los grandes estudios, que los consagrados no desean deshojar. De hecho muchos de estos noveles cuando adquieren prestigio olvidan sus comienzos y danzan dentro de lo meramente mercantil. Pero al menos, como en este caso, arrancan estampando una duda en el consumidor-espectador, ¿qué es eso del WTO y cuales son sus consecuencias?, ¿Me afectan a mí? ¿Estamos, tal vez, ante un cine de visión global, de solidaridad global, que ayuda al espectador a salir de su ensimismamiento local, bajo cuyo caparazón cree que nada a gran escala tiene que ver con él?
Lástima que los poderosos mass media no den gran cobertura a estas producciones. Como se menciona en uno de los diálogos, un manifestante le dice al personaje policía que interpreta Harrelson: «No son los manifestantes y los policías los que tienen que pelearse».
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