Dir. Marina Zenovich | 99 min | EEUU – Reino Unido
Estreno en España: 13 de febrero de 2009
Marina Zenovich, quizá por admiración a un director de cine de la talla de Roman Polanski, quizá por romper con la severidad e inflexibilidad de las leyes, que no sabe de prejuicios, ni zonas grises, quizá por convocar la duda que no cesa sobre (algunos) norteamericanos y su majadería, plana visión de la realidad y del mundo, que no parece ir más allá de las montañas de Texas, montó el documental Roman Polanski: Wanted & Desired , uno de esos estrenos estrella que acabo de degustar en DVD. La realizadora analiza cada punto decisivo y cada parte en conflicto en el escándalo que se produjo en 1977, cuando el director polaco afincado en Estados Unidos, “bajito, liberal y con un fuerte acento, que además había dirigido unas extrañas películas satánicas”, Roman Polanski, mantuvo relaciones sexuales con una menos de 13 años, y para más inri cinéfilo, en la piscina del actor Jack Nicholson, en Mulholand Drive.
Rotoreliefs
El documental es un género cinematográfico que está creando una aureola de santa calidad, en auge inusitado en Festivales de importancia como el que en estos días se desarrolla, Cannes. Pero si hay uno que apuesta por las propuestas de tal género, ese es Sundance, siempre abriendo caminos y ventanas. Quizá su éxito se deba a la realidad que elabora, la auténtica mirada sin artificio, o las múltiples opciones de realidades que ofrece al espectador para que se sirva él mismo reflexionar, en contraposición del espectador digerido o engullido. Tal es su influencia que la ficción está adoptando estructuras y modos narrativos bebidos del documental. Al fin y al cabo así empezó el cine en 1894, capturando el movimiento a partir de fotografías, en una carrera desenfrenada entre Edison y los hermanos Lumière.
Juro ante la biblio-teca, que no conocía a Marina Zenovich, a pesar de tener en su haber curricular una larga trayectoria desde 1997 en documentales o series televisivas, donde brilla su trabajo sobre Bernard Tapie en 2001. Tal ha sido mi sorpresa, que, y perdonen mis lectores esta intromisión inadecuada, Marina es esa doble que existía sin yo saberlo, de la protagonista de mi novela en curso, otra documentalista que nada entre todas las sombras de la verdad que escapan a la vista de la objetividad institucional. Pero ésta es otra historia, y de ficción. Sin embargo Zenovich no es un personaje de novela, es una meritoria directora que ha sabido, y querido pues ello le interesa, mirar los muchos prismas que ofrece una realidad que de tan manida se ha quedado en un: “Ah sí, eso, la violación del 77”.
Marina Zenovich, quizá por admiración a un director de cine de la talla de Roman Polanski, quizá por romper con la severidad e inflexibilidad de las leyes, que no sabe de prejuicios, ni zonas grises, quizá por convocar la duda que no cesa sobre (algunos) norteamericanos y su majadería, plana visión de la realidad y del mundo, que no parece ir más allá de las montañas de Texas, montó el documental Roman Polanski: Wanted & Desired , uno de esos estrenos estrella que acabo de degustar en DVD. La realizadora analiza cada punto decisivo y cada parte en conflicto en el escándalo que se produjo en 1977, cuando el director polaco afincado en Estados Unidos, “bajito, liberal y con un fuerte acento, que además había dirigido unas extrañas películas satánicas”, Roman Polanski, mantuvo relaciones sexuales con una menos de 13 años, y para más inri cinéfilo, en la piscina del actor Jack Nicholson, en Mulholand Drive. Pero al margen de directores que gustan de lolitas, (Roman en ningún momento niega que no le gusten las jovencitas, como ya fue obvio con Natasha Kinski, lo que admite abiertmaente en el film), o de lolitas que se buscan la vida, la denuncia llevada a cabo por una madre, actriz de segunda, que en su momento no puso objeción a que su hija acudiera sola a una sesión de fotos en un domicilio particular, se salió de madre (valga la redundancia) y se le fue de las manos a las mismas denunciates, para convertirse en un Press exploitation, en el que se inmiscuyó un juez que gustaba enormemente del reflejo que le daban las cámaras. Vanidad judicial elevada a la máxima potencia.
¿Quiero esto decir que Polanski era totalmente inocente?, no es esto lo que nos viene a decir Zenovich, sino más bien que los hechos tiene que observarse desde todos los resquicios, desde todas sus luces y sombras, sin prejuicios, y con frialdad casi mormónica, como deja patente el recto ayudante del fiscal, Roger Gunson, que junto con el abogado de Polanski, Douglas Dalton, confiesan ante la cámara de la documentalista todos los inadecuados procederes del momento, llegando a un acuerdo entre ambas partes opuestas, de que el juez encargado del caso, el magistrado Laurence Ritterband, no era más que un payaso influenciado por las críticas de su entorno cerril, y sobre todo de la prensa a la que tanto adoraba. Una inusual conducta que llevó, más que comprensible y visto lo visto, a la huída de Roman Polanski a Europa, después de 42 días en prisión, dejando el caso en semi-suspensión eterna.
En todo caso lo que fue sentenciado como una “relación de sexo ilícita”, fue distorsionado hasta diluirlo en violación, y casi casi endemoniada orgía, viniendo como venía, este judío bajito, (algo que se recalca a menudo en los comentarios de algunos de los implicados en el proceso) de anteriores escandalosos hechos, como la muerte de su esposa, Sharon Tate, a manos de la familia Manson. Marina Zenovich huye de la parte grimosa y rosa en cuanto a por qué Samantha Geimer, que ya había mantenido anteriores relaciones sexuales, llegó allí, y posó en aptitud claramente sensual. Tampoco entra en la cuestión de si eso suponía para ella solo un juego lolitesco en el que no quería seguir más allá, y al hacerlo, se arrepintió. No es esa la cuestión de la cinta, sino más bien todo el proceso especulativo, en el entorno judicial y periodístico, amamatados con los prejuicios contra lo otro, lo extranjero, al que habría que sumar la insoportable visión de ver como, a pesar de los terribles avatares vividos, este hombre seguía siendo, y es hoy día, un triunfador.
Todos los implicados hablan ante la cámara, que recoge, asimismo, las declaraciones y testimonios de Polanski y Samantha sobre el hecho, (en un montaje francamente interesante, lo que le valió a la película el Premio al Mejor Montaje en Sundance 2008)), la de los policías encargados de detener a Polanski en su hotel, la del abogado del director, así como la opinión actual de una Samantha, madre de familia, que admite que en ningún caso deseó, ni calculó, el desbarajuste que se montó. Lamentablemente hay opiniones que sonrojan, como la de unos de los policías clamando que mantener relaciones con una menor puede que sea costumbre en algunos países (tal vez esa vieja Europa?), pero no en el civilizado Estados Unidos.
No nos cabe la menor duda que Polanski saliera por patas, por mucho que se haya arrepentido de haber caído, ciegamente, en su propia trampa de deseo y tabú. Esa decisión aportó un buen cineasta a Francia, y con ello a Europa, y cambió el curso de su carrera, que en ningún caso se vino abajo, sino todo lo contrario. Una más que interesante propuesta en DVD la de Roman Polanski: Wanted & Desired, de la que podemos apreciar entre el cotarro judicial y las opiniones de otros excepcinales artistas, fragmentos de La semilla del diablo, Chinatown (donde Polanski ya arremete contra la justicia), El baile de los vampiros, y la actitud de la prensa amarillista en el caso del asesinato de su mujer, así como un invisible Polanski recogiendo el Oscar por El pianista.
A tenor de esta película las autoridades estadounidenses propusieron a Roman Polanski en 1997 la posibilidad de levantar la prohibición de entrada en el país, bajo la propuesta de otro juez, Larry Paul Fidler, si se sometía a un nueva vista que sería televisada, a lo que cineasta se ha negado rotundamente. Este nuevo desafuero, admitido por el fiscal Gunson y el abogado de Polanski, fue negado posteriormente por el Tribunal Superior de Los Angeles en defensa del Juez Fidler.
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