Se suele aprovechar estas fechas de celebraciones y aniversarios para mirar atrás y dar un repaso a la historia de tal suceso, persona o lugar. Es lo que intentaré hacer ahora, esta vez con una rápida mirada a algunos cortometrajes de lo más reciente del cine peruano. Imágenes que se han quedado en mi memoria, y a través de las cuales podremos recorrer nuestra ciudad, Lima, con otros ojos.
El vestido (2008), Evelyne Pégot-Ogier.
Una niña descubre algunos rincones de la ciudad, en su travesía de Pachacamác a Comas con su vestido nuevo, con un breve y reponedor descanso en el Centro Histórico.
Script (2011), de Rossana Díaz y Enrique Vivar.
En uno de los extremos de la ciudad, en La Punta, Callao, una niña juega a escribir la película de su vida. Siempre escuchamos decir que somos una ciudad que debe mirar al mar. Pues este corto lo hace, ayudándonos a descubrir, a los que aun no lo conocíamos, este apacible y muy cinematográfico balneario chalaco. Empieza la función:
Lima, 2011, de Franco García Becerra.
Un ferretero, amante del rock peruano de los años 60, y sus clientes, personajes solitarios en esta Lima que ya se transformó, enmarcados con el concreto imponente de las estaciones, y el tren que nunca parece llegar.
San Felipe (2011), de Antolín Prieto.
Un trujillano sigue con su cámara a un cusqueño interpretado por un puneño, con la voz en off de un cajamarquino. Todos juntos recorriendo la extensa Lima, de sur a norte. Desde San Isidro a Carabayllo. De la Javier Prado a la Túpac Amaru. En micros, combis, colectivos, en la «era pre Metropolitano». Todo por una chica. La clásica.
Vine cargando mi arpa, de Carlos Sánchez y Sofía Velásquez (2011).
Documental que nos muestra a la Lima andina, hija de migrantes llegados décadas atrás, su música, y su vida y labores alrededor de este arte que se transmite de generación en generación.
Púrpura (2010), de Jorge Shinno.
La joven y típica clase media baja de Lima, en un viejo y típico barrio de Magdalena del Mar. El invierno es el escenario de este corto de ficción: un antihéroe con ínfulas de escritor y la linda limeñita que lo pone de vueltas.
¡Una carrerita, doctor!, (2011) de Julio O. Ramos.
El taxista limeño, toda una institución de la ciudad. El de esta historia es un médico, un doctor de hospital público que taxea por las calles y cerros de la ciudad para poder llegar al fin de mes, y salvar a su viejita.
Extra: Un corto que me hubiese gustado mucho incluir es Via satélite: en vivo y en directo de don Armando Robles Godoy. Lo pude ver por primera vez recién hace unas semanas y me pareció el homenaje perfecto para esta Lima que ya no es la que se muestra en las imágenes de aquellos años, pero aun así lo sigue siendo, en los rincones, en los detalles. Si miramos con cuidado, uno siempre reconoce su ciudad. Espero que los amigos del Ministerio de Cultura o la Filmoteca PUCP puedan publicar pronto este imprescindible cortometraje.
Yapa: Vean este documental gringo de 1944, Lima Family, dirigido por Julien Bryan. Puras postales turísticas de la época:
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