«Volver al Futuro 3» es la entrega más floja de la saga, quizás porque Robert Zemeckis, Bob Gale y compañía decidieron reemplazar el ritmo enérgico y los continuos viajes entre diferentes líneas temporales por un homenaje a los Westerns. En teoría, no debería ser una mala idea; insertar a personajes como Marty McFly (Michael J. Fox) y el Dr. Emmet Brown (Christopher Lloyd) en el Viejo Oeste podría resultar en secuencias interesantes, especialmente si involucran objetos futuristas como el DeLorean en un contexto antiguo.
Sin embargo, ese no es el caso. El DeLorean está malogrado, y nuestros protagonistas tienen que encontrar una manera de hacer que su máquina del tiempo funcione. Esto resulta en una de las mejores secuencias de la cinta, en la que el buen Doc decide utilizar un tren para empujar el carro y hacer que alcance las 88 millas por hora.
Pero me estoy adelantando. Resulta que, una vez que Marty regresa a 1985 después de sus aventuras de la Parte 2, recibe una carta del pasado del Doctor Brown. En ella, le dice que se ha ido al Viejo Oeste y que está feliz, por lo que planea quedarse ahí. Lamentablemente, Marty también se entera que el Doc fue asesinado una semana después de escribir la carta, por lo que decide ir a 1885 para prevenir la muerte de su mejor amigo. Es por ello que se queda atracado en el Viejo Oeste, y por lo que terminamos con la memorable secuencia del tren.
Como es natural, no podría faltar un villano. En el Hill Valley del Siglo 19, Marty se encuentra con Mad Dog Tannen (Thomas F. Wilson), el antepasado de su archienemigo en el Siglo 20, Biff Tannen. Además, Doc conoce y se enamora de Clara Clayton (Mary Steenburgen), razón por la cual comenzará a dudar si debería irse del Viejo Oeste.
Volver al Futuro 2 se sentía por momentos como una repetición de la primera parte, pero funcionó gracias a las grandes actuaciones de sus protagonistas, a su divertida visión del “futuro” (ahora nuestro presente) y una serie de entretenidas secuencias de acción, acompañadas por grandes efectos especiales. Si debo admitir algo, es que Zemeckis y Gale trataron de hacer algo diferente con la Parte 3, al menos; esta vez tenemos menos enredos y menos líneas temporales paralelas. Esto hubiese sido una gran noticia… si es que la película tuviese un poco más de inventiva.
Esta tercera parte habría sido algo más interesante si hubiese explotado mejor su escenario, alejándose de los clichés de los Westerns y, como mencioné antes, combinando elementos del futuro con el contexto del Viejo Oeste. Lamentablemente, Zemeckis y Gale se conforman con traernos un Western clásico, lleno de homenajes a otras películas (Marty se pone el alias de Clint Eastwood; hay una tiroteo final muy similar a lo que uno encontraría en Spaghetti Westerns, y las tomas de los personajes montando caballo por el Monument Valley se sienten casi paródicas) y con una trama carente de energía, al menos en comparación a las otras dos películas.
La manera en que el Viejo Oeste ha sido escenificado tampoco es particularmente interesante. El Hill Valley del Siglo XIX se siente como una escenario construido en la parte trasera de un estudio (porque eso es lo que es) y los vestuarios no se ven particularmente realistas. Es casi como si Zemeckis y Gale se hubiesen quedado sin ideas o si les hubiesen recortado el presupuesto. La inventiva y la energía tan evidentes en las primeras dos cintas parece haberse esfumado.
Hay un aspecto de la trama que funciona muy bien, sin embargo: el romance entre Clara y el Doc. Sí, quizás quitarle un poco de importancia a Marty para concentrarnos en el Doctor Brown sea un error para algunos, pero para mí es uno de los mayores aciertos de la película. No solo logra darle un poco más de desarrollo al personaje de Christopher Lloyd, sino que también es refrescante ver un romance cinematográfico entre dos personajes relativamente mayores, especialmente en un blockbuster de esta escala. La química entre Lloyd y Steenburgen es evidente, el diálogo que intercambian es dulce, y el hecho de que sus sentimientos hagan que el Doc dude sobre su trabajo y su futuro cercano le otorga algo de tensión a la historia.
Como la Parte 2 y la Parte 3 fueron grabadas al mismo tiempo, esto ayudó a que las actuaciones sean iguales de buenas en ambas cintas. Michael J. Fox regresa como Marty, enfatizando incluso más el aspecto de “pez fuera del agua” de la trama al encontrarse en el Viejo Oeste. Si Marty resalta menos no es porque Fox de una mala actuación, sino porque el foco ha cambiado al Doctor Brown de Lloyd. El experimentado actor sigue otorgándole una gran cantidad de energía maníaca al filme; sin embargo, gracias al romance con Clara, su interpretación del Doc es un poco más humana, por lo que terminamos identificándonos más con él que en los dos filmes anteriores.
Como Clara, Mary Steenburgen hace un buen trabajo desarrollando a un personaje interesante, una mujer adelantada a su época que comparte con el Doc su pasión por Julio Verne. Thomas F. Wilson le otorga la misma cualidad caricaturesca y exagerada a Mad Dog Tannen que a sus personajes anteriores, y Lea Thompson (Maggie y Lorraine McFly) y Elisabeth Shue (Jennifer, la novia de Marty) regresan en roles reducidos pero importantes. Eso sí, el cameo de ZZ Top, cantando en una feria del Viejo Oeste, es simplemente perfecto.
«Volver al Futuro, parte 3» no me aburrió, pero a la vez me hizo sentir que la narrativa pudo ser un poco menos lineal, y que pudo jugar más con su interpretación estilo sitcom del Viejo Oeste. El romance entre Clara y el Doc es dulce, los personajes siguen siendo igual de icónicos que siempre, y el clímax es emocionante, pero el filme en general se siente muy inofensivo, como si Zemeckis y Gale no fuesen capaces de salir demasiado de su zona de confort. El escenario y la época han cambiado, pero las energías han disminuido. «Volver al Futuro 3» es una cumplidora conclusión de la famosa trilogía, divertida pero inferior a sus predecesoras.
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