Si estás preocupado porque piensas o sientes que no eres suficientemente querido o amado en tu vida, tienes que ver esta película. Luz de Luna muestra como una pequeña dosis de afecto en tu infancia en un entorno adverso y violento, signado por el temor y la soledad, puede ser suficiente para mantener sentimientos básicos a lo largo del tiempo. En el caso de este filme, abarcando la infancia, la juventud y la adultez de su protagonista.
La obra gira entorno a Chirón (Alex Hibbert), un niño gay y negro en cuya escuela es perseguido, buleado y agredido por algunos de sus compañeros, desatendido por Paula (Naomie Harris) –su madre drogadicta– y ayudado desinteresadamente por Juan (Mahershala Ali), el jefe local de distribución y venta de drogas al menudeo y Teresa (Janelle Monáe), su novia. Este será su único referente paterno y con quien tendría la única escena simbólica de la película, en la cual Juan lo lleva a la playa y lo hace flotar en sus brazos sobre las aguas, simbolizando lo que podría ser una de las ideas principales de esta cinta: la sobrevivencia.
Es muy interesante el símil de esta imagen con una parecida en Hasta el Último Hombre, la película de Mel Gibson, donde su protagonista es rescatado por una camilla aérea y en una toma en contrapicado parecería estar flotando en el aire y elevándose hacia el cielo. Pero el héroe de Luz de Luna nunca llegará a ese nivel: el solo se elevará hasta el borde de la tierra (en realidad del mar) y punto. Ambas imágenes representan la detención de la acción en momentos distintos, al inicio del filme en el caso de Chirón de niño y hacia el final de su epopeya salvadora en el caso de Desmond Doss.
En la segunda parte, correspondiente a su juventud, el protagonista (Ashton Sanders) llegará a profundizar una relación de amistad con Kevin (Jharrel Jerome) uno de sus compañeros de colegio que conoció desde su infancia –un muchacho que luego se convertiría en un ladrón de poca monta– la cual derivará en una breve y única situación de intimidad entre ambos. Sin embargo, esa relación se cortará casi desde el inicio porque Kevin sufrirá una agresión especialmente violenta por quien la ejecuta. Anteriormente él solo había sido fastidiado y amenazado; en esta ocasión, la humillación fue insoportable. La reacción de Chirón adolescente, harto de tanto bulliyng acumulado, será igualmente violenta y lo apartará del mundo escolar conduciéndonos a la tercera parte: la adultez.
Años más tarde, Chirón (Trevante Rhodes) está convertido (incluso físicamente) en un hombre distinto, mucho más parecido y con la misma función que el referente paterno que conoció en su infancia. En esta circunstancia recibe la inesperada llamada de Kevin (André Holland) aquel antiguo y casi único amigo. Pero la situación ha cambiado.
Kevin se ha convertido en un modesto cocinero que vive en libertad condicional, con un hijo pequeño y una relación a la distancia con una mujer; mientras que Chirón está en una situación de poder, es un traficante al margen de la ley, aunque ocultando aquel trasfondo homosexual que de pronto emerge años después en lo que sería un encuentro conclusivo de la película.
A lo largo de este periplo vital es posible descubrir cómo la identidad y sentimientos profundos del protagonista han tenido que ser reprimidos y luego ocultados por muchos años (incluso para sí mismo) pero que, de manera fortuita, reaparece. Ha cambiado toda una vida pero este aspecto se ha mantenido, siendo el más importante.
Desde el punto de vista cinematográfico, los principales procedimientos que dan vida a esta historia son la cámara en mano y la cámara subjetiva así como una cierta preeminencia del primer plano sobre todo del protagonista en estas tres etapas de su vida. En realidad, se ven relativamente pocas situaciones de violencia explícitas; pero son suficientes para crear esa sensación de encierro (cámara subjetiva) e inestabilidad permanente (cámara en mano) que caracteriza el entorno del personaje. Dicho de otra forma, la violencia se convierte en una situación estructural más que una sucesión de peleas u otras acciones externas similares. La mayor parte del tiempo, gracias a estos procedimientos el protagonista se ve acosado (interna y externamente), inseguro y, en sus mejores momentos, insatisfecho consigo mismo.
Mediante estos procedimientos audiovisuales se crea una “cárcel interior” que no deja ser verdaderamente libre a Chirón, sin llegar al extremo de El hijo de Saúl, un notable filme húngaro de László Nemes, filmado casi permanentemente en primer plano, también con cámara en mano y algunas subjetivas, donde un preso de un campo de concentración nazi voluntariamente trata de no ver el horror cotidiano que lo circunda. Este “exilio interior” de Chirón es el primer gran logro de la película. El segundo lo constituye la economía de medios para narrar esta historia, casi siempre en situaciones de tensión que rápidamente se acumulan hasta que se produce la resolución al final de cada una de sus tres grandes partes. Lo que pudiera parecer un relato extenso por el amplio rango temporal de una vida, en realidad se concentra en trazos rápidos, precisos y acotados, que nos conducen casi sin sentirlo –a veces sutilmente– hasta el final. Puro cine.
Esto convierte a «Luz de Luna» en una película que muestra “desde dentro”, o sea, desde el punto de vista del personaje su situación de discriminación (por orientación sexual) y marginación social (por su condición racial y entorno socioeconómico). La película es prodiga en escenas de drogadictos desesperados buscando sustancias por las calles, venta y negociación de droga a pequeña escala, barrios grises, departamentos impersonales y la sensación de una vida sin perspectivas.
En este hábitat tan poco propicio para la felicidad y la tranquilidad emocional el desenlace no puede ser más que triste aunque, al mismo tiempo, esperanzador. La agitación creada por la cámara en las dos primeras partes va disminuyendo en la última hasta llegar a una calma que el protagonista descubre haber estado buscando largamente. Bella y conmovedora película.
Luz de luna (Moonlight)
Estados Unidos, 2016, 111 min.
Dirección: Barry Jenkins
Interpretación: Trevante Rhodes (Chiron), Ashton Sanders (Chiron de adolescente), Alex Hibbert (Chiron de niño), André Holland (Kevin), Jharrel Jerome (Kevin de adolescente), Jaden Piner (Kevin de niño), Janelle Monáe (Teresa), Naomie Harris (Paula, madre de Chiron), Mahershala Ali (Juan). Guion: Barry Jenkins. Fotografía: James Laxton.
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