Patricio Guzmán inició su participación planteando los puntos de diferencia entre el documental y la ficción. Entre otras cosas señaló que el documental trabajaba con un guión abierto y que se valía de la improvisación. Dijo que desde su punto vista el documentalista debía trabajar con una subjetividad declarada, tomando partido y no escudándose tras una objetividad imposible. En su experiencia, dijo, había encontrado que remunerar a los personajes de un documental era impropio y disminuía las posibilidades de registro fidedigno de la realidad.
Por otro lado declaró que el documental debía imponer su propio ritmo, por lo general mas lento y descansado que la ficción, indicó que no debía temerse a ser tildado de «aburrido» pues por otro lado el documental no buscaba necesariamente llegar al gran público.
Es de resaltar que sobre este último punto, señaló que en Europa sí había un publico ávido de ver documentales, esto se da en Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Suiza, más no en España o Italia, citó el caso de Nicolás Philibert que con su documental Ser y Tener (Être et avoir) convocó a mas de dos millones de espectadores sólo en Francia.
En cierto momento de su discurso declaró enérgicamente que el documental era un derecho público del ciudadano, que servía para guardar la memoria de un pueblo y como tribuna de sus aspiraciones e inquietudes, marcó que el Estado debía comprometerse en el financiamiento y promoción de documentales, pues de este modo se aseguraba el registro necesario para comprender la historia de una nación.
Asimismo alertó sobre la proliferación de docudramas o falsos documentales que no hacían sino desvirtuar la esencia del documental, los llamó «atentados contra el documental» (sin embargo no pudo dejar de reconocer que su película La cruz del sur era de hecho un docudrama, del cual no estaba muy convencido)
Por último señaló que había terminado una película sobre Julio Verne, para lo cual tuvo que documentarse largamente, sin embargo dijo que sus próximos proyectos seguirían tocando el tema de la realidad política de Chile, dijo que su residencia permanente en Francia le permitía tener una mirada distinta y que sentía que tenía muchas historias por contar.
La mesa estuvo moderada por Carlos Galiano (siempre atinado y cauto) y los panelistas fueron Nora de Izcue, Tito Cabellos y Humberto Saco (todos de regular performance) lo que si rozó la indignación fue la falta de criterio por parte del público a la hora de preguntar, algunos más preocupados en lucir sus conocimientos y mandarse la parte que en preguntar puntualmente.
En resúmen, una pena que conversatorios tan ricos como este duren tan poco, siempre queda la sensación de haber visto sólo la punta del iceberg, a pesar de ello agradecemos al maestro Guzmán por compartir su visión del mundo con nosotros.
Luis Ramos