Ladri di biciclette
Esta pelicula tiene significación especial no solo por ser la más célebre o clásica de Vittorio De Sica sino por ser acaso la más representativa del llamado Neorrealismo Italiano. Este movimiento surgido a partir del fin del régimen facista se desarrolló casi por necesidad utilizando pocos recursos y contando historias mínimas de aquí y allá. De Sica junto a Roberto Rosellini y Luchino Visconti cimentaron el camino para que el neorrealismo se convierta de un cine hecho de esa manera por necesidad a un cine con estilo e identidad propia. Pero a diferencia de estos directores que se volvieron cada vez mas personales, De Sica tiende a mantener la línea de aparente sencillez y contacto fácil con el gran público y Ladri de Bciclette es ejemplar en este sentido.
Tan humano, contemporáneo y común es el caso de un desempleado, padre de familia (el contexto de la Italia de la posguerra es fácilmente intercambiable) quien tras la breve ilusión de obtener empleo utilizando su bicicleta, es víctima del robo de ésta. La pelicula se convierte desde ahí en una odisea, un viaje tan personal y paradógicamente representativo de muchos. Los vagabundeos tan erráticos del protagonista acompañado de su hijo son tan desorientados como desesperados. En una sociedad y necesidad en la que el hombre contemporáneo se ha vuelto lamentablemente tan desconfiado e indiferente, da igual que el afligido protagonista se dé con un muro de gente o un muro de concreto ya que solo recibe la misma respuesta.
Pocas representaciones han sido tan precisas acerca del mundo moderno, un mundo veloz, impiadoso y excesivamente personalista que si no te unes a su ritmo te devora por completo.
La pelicula fechada en 1948 puede considerarse lejanamente la madre de tantos melodramas hechos en todas partes como México o la India pero lejos de tantos émulos que la gran mayoría de veces resultaron bastardos, Ladri de Biciclette tiene esa peculiaridad de moverse no solo en el melodrama sino casi también en el documental. Esta insólita mixtura (en ese momento) unida a una entregada, lúcida y sentida visión hace de ella una observación no solo social sino nos da la sensación de una inquietante familiaridad.
Jorge Esponda
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