Bronenosets Potyomkin
Dir. Sergei M. Eisenstein | 80 min. | URSS
Intérpretes:
Aleksandr Antonov (Grigory Vakulinchuk)
Vladimir G. Barsky (Comandante Golikov)
Grigori Aleksandrov (Guiliarovski El segundo a bordo)
Ivan.Bobrov (El joven “azul”)
Mijail Gomorov (Matiuchenko)
Aleksandr Levshin (El contramaestre)
Durante poco más de una hora somos testigos de no solo una aventura épica sino de toda una declaración de principios. Gigantesco espectáculo el que nos presenta el gran director ruso y acaso una de esas peliculas que no se borran nunca de la memoria.
El cine realizado inmediatamente después de la revolución bolchevique tuvo importante repercusión gracias al estilo impuesto por Sergei Mijailovich Eisenstein. Esta película, su obra magna acaso (difícil elección dentro de su escasa pero apasionante filmografía), es muy representativa de ese contexto. Eisenstein puso de manifiesto su interés por las representaciones visuales como estímulos potenciados a partir del uso del montaje, sus imágenes fracturadas revolucionarias en todo sentido abrieron nuevos panoramas al cine entonces emenrgiendo y creando y volviendo cada vez mas complejos sus códigos.
Pero la grandeza de esta película no proviene solo de la realización de estos conceptos sino lo que ellos representan en su sentido mas humano.
Luego de la no menos brillante Stachka, el director ofreció en mayor alcance sus ideas y pasiones acerca de la idelogía socialista. En este caso la historia de la revuelta ocurrida en 1905 por los marineros del navío que da nombre a la cinta. No existen acá el naturalismo y se impone el maniqueísmo pero potenciado por la fuerza visual de sus imágenes. Aunque el marino que gesta la revuelta aparece incialmente como un cierto protagonista desaparece rápidamente entre la multitud, la mancha humana que se convierte en la absoluta dueña de la escena desde los marinos hasta el pueblo del´puerto de Odessa que se solidariza con ellos en contra de la sociedad Zarista, en contra de la injusticia, un canto a la unidad popular.
Eisenstein es un convencido, un sincero creyente de la utopía (la cual lo castigaría toda su vida por ello) y es imposible estar indiferente o completamente descreído ante el poder hipnótico de su epopeya.
Surgen en sentido básico el enfrentamiento de buenos y malos solo que ambos representas una colectividad indistinguible, llegan las tropas opresoras, caen muchos de entre la muchedumbre, los coches de bebé ruedan de las escalinatas y las flotas van a la caza de los revoltosos. Durante poco más de una hora somos testigos de no solo una aventura épica sino de toda una declaración de principios. Gigantesco espectáculo el que nos presenta el gran director y acaso una de esas peliculas que no se borran nunca de la memoria, ni siquiera le hacen falta sonidos, ¡genial!
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