Rainer Werner Fassbinder es acaso la figura mas célebre del llamado «Nuevo cine alemán» que más o menos inició sus fuegos a mediados de los 60 y que tuvo entre sus animadores a realizadores del talento de Win Wenders o Werner Herzog también. El caso de Fassbinder es por demás muy particular tanto como el de su cine y su carrera toda que lo llevó a la tan citada categoría de maestro a la vez que de creador maldito.
Con más de cuarenta películas realizadas y una cantidad superior en obras teatrales escritas y representadas por él y su grupo en un período que abarca tan solo quince años aproximadamente, se convirtió en uno de los mas representativos, urgidos, e incansables creadores del cine de los últimos cuarenta años dado a la excepcional riqueza de su obra diversa y compleja. Su cine tiende al retrato de situaciones límite, de historias íntimas que eran resonancia de su visión acerca de su sociedad ya sea de su tiempo o no. Fue en cierto momento gracias a muchas influencias (en especial del cine americano clásico) que adoptó al melodrama como el modelo bajo el cual elaboro sus desgarradoras, despiadadas y poderosamente fascinantes ficciones. Todo ello revestido con un barroquismo desaforado y genialmente creativo. Lili Marleen es quizá la más espectacular de sus películas desde este punto de vista.
Una cantante sin suerte (Hanna Schygulla musa indiscutible de Fassbinder) y su amante un compositor judío (Giancarlo Giannini) se ven obligados da separarse a causa de la ascensión del nazismo. Sin embargo el nuevo régimen traerá consigo la fortuna para la protagonista al hacerse famosa cantando el clásico tema que da nombre a la película. A partir de esta premisa el director alemán nos ofrece toda una visión sobre el contexto de la gran guerra en Europa y el manejo de pasiones y ambiciones en las altas esferas del poder, el sacrificio del amor por el bienestar económico o acaso el ego. Pero no se crea que todo esto no es más que un análisis, o un simple estudio de un específico contexto histórico. Lili Marleen es ante todo un fastuoso espectáculo.
Con todo lujo el genio de Fassbinder da rienda suelta a su excesivo y compulsivo arte. La película es un hipnótico show, una representación, una desaforada farsa alrededor de temas que por demás considera muy importantes, pero al que despoja de su apariencia formal, de su acartonamiento, impone un ritmo musical, todo esto le da la apariencia de gran ópera o acaso de numero de cabaret. Con gran talento se conjugan aquí una sensibilidad desenfadada con la observación minuciosa e inteligente de un narrador interesado en hacernos conocer su punto de vista acerca de su mundo interior o del que nos rodea. Fascinante de principio a fin, esta es una película que no da tregua al espectador, tan agitada y rauda como la vida del propio Fassbinder quien decidió agotarse hasta lo último sin pensar en el mañana, ese mañana que todavía lo mira y admira como a su Lili y a muchas otras más.
Jorge Esponda
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