Esta cinta ha sido toda una sorpresa, tanto por sus audacias y cierta originalidad como por toda esa visión de una época y una sociedad. La historia de Donnie (Jake Gyllenhaal) a partir de un insólito accidente con un motor de avión que es más bien el proyectil que dispara esta visión corrosiva, triste y hasta sarcástica de la sociedad en el suburbio americano. Ambientada en los años ochenta, en plena campaña de Bush padre, la cinta nos hace partícipes del viaje subjetivo de Donnie alrededor de el universo social, consumista, arribista y puritano del cual termina renegando. Su abstracción de todo esto se presentará en la forma de un tipo disfrazado de conejo con cadavéricas facciones que le anuncia el fin del mundo.
Detrás de ese universo que en apariencia parece salido de una típica sitcom, la película se va desenvolviendo y transformándose en toda una pesadilla, que más claro resulta el hecho que el observador más lucido de esta sociedad sea un esquizofrénico, alguien que ve mas allá de lo que hay (o acaso de lo que todos vemos). Donnie sufre, se lamenta por lo que ha llegado a convertirse, pero para él la idea de integrarse al rebaño de los otros supuestos «buenos pensantes» (entre ellos una profesora con pinta de matrona nazi) es inconcebible. Pocas cintas en el cine americano han reflexionado de esta manera sobre su sociedad, vista como una versión pervertida de lo que pudo haber sido, al que se arrastra desde antes, décadas ¿o tal vez siglos? Como The Virgin Suicides emotiva y nostálgica crónica de Sofia Coppola percibe que hubo algo que trastocó la vida de la nación en un momento, mandándola por la tangente, el resultado de todo ello son los jóvenes que muestra la película.
Ahí precisamente Donnie se obsesiona con la posibilidad de cambiar el destino, de retroceder en el tiempo y trastocarlo todo, devolver las cosas a su lugar. El riesgo de tal ambición será el posible sacrificio, como la anciana alunada que parece estar con la cabeza en las nubes, literalmente. ¿Loco o visionario? Donnie Darko en su esencia misma no deja de ser un adolescente sufriente como tantos, quiere enamorarse, desarrollarse como ser humano, pero su condena es ver mas allá que los demás. Cadena perpetua a un mundo que se cierra y se abre ante sus ojos como portales a una nueva percepción, tal vez incluso para saber que no todo esta perdido. Interesantísima perspectiva la que nos ofrece el desconocido Richard Kelly nombre que seria conveniente apuntar.
Jorge Esponda
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