Fa yeung nin wa
Dir. Wong Kar-wai | 98 min. | Hong Kong – Francia – Tailandia
Intérpretes:
Tony Leung Chiu Wai (Chow Mo-wan)
Maggie Cheung (Su Li-zhen Chan)
Ping Lam Siu (Ah Ping)
Rebecca Pan (Sra. Suen)
Estreno en Perú: 6 de octubre del 2005
Hong Kong, 1962, asistimos a una desordenada mudanza en un edificio de departamentos. Una joven pareja se instala, ella carga sola con todo, su marido no está. Al mismo tiempo él también se está mudando con su esposa al apartamento contiguo. Ambos se conocen y se cruzan en los espacios comunes de la residencia e inevitablemente, ante la ausencia de sus parejas, se acercan, pero a medida que pasa el tiempo se dan cuenta que algo extraño sucede. ¿Qué harán ahora para remediar la soledad creciente que sufren?
Hong Kong, 1962, asistimos a una desordenada mudanza en un edificio de departamentos. Una joven pareja se instala, ella (Su Li-zhen Chan, secretaria en una empresa de exportaciones) carga sola con todo, su marido no está (nunca está). Al mismo tiempo él (Chow Mo-wan, periodista en un diario local) también se está mudando con su esposa al apartamento contiguo (igualmente hace la tarea solo, su mujer no aparece). Ambos se conocen y se cruzan en los espacios comunes de la residencia e inevitablemente, ante la ausencia de sus parejas, se acercan, pero a medida que pasa el tiempo se dan cuenta que algo extraño sucede, van encontrando indicios de que ambos están siendo engañados. ¿Qué harán ahora para remediar la soledad creciente que sufren?
Así planteadas las cosas estamos ante un melodrama, la convivencia forzada de la señora Chan y el señor Chow los empuja a vivir un probable romance pero ellos se resisten a caer (no seremos iguales a ellos, dice en cierto momento ella) a partir de aquí, ambos inician una búsqueda de las razones que llevaron a sus parejas a liarse, es una búsqueda que los acerca cada vez más y antes que procurarles refugio los sumerge en el dolor.
Wong Kar-wai (Shangai, 1958) es el inspirado creador de esta historia, a él le debemos filmes de la talla de Chungking Express (1994), Fallen Angels (1995) y Happy Together (1997) (es simplemente imposible quedarse con una película en particular, aquí se da el caso de que la última película vista es la mejor, tan parejo es el nivel del maestro chino). La complejidad de las tramas que urde va a la par con la estilización visual y la composición de escenarios que presenta (entramado que debemos en gran medida a dos colaboradores habituales, Christopher Doyle en la fotografía y William Chang en el diseño de producción, vestuario y edición). Y justamente es en Con ánimo de amar que se dan cita algunos elementos claves de su cine: espacios cerrados y llenos de detalles, abundante color, largos tiempos, en apariencia muertos y una marcada predilección para valerse de los gestos y movimientos corporales mas que de las palabras.
La actuación de Maggie Cheung (una diosa oriental en el cenit de su interpretación) es formidable, la cadencia de sus movimientos -acentuados por las insistentes cámaras lentas- y el cambio constante de vestidos (hasta 19 distintos cheongsams) absorbe nuestra ferviente mirada, por otro lado Tony Leung no se queda atrás (mejor actor en Cannes 2000) ambos se complementan a la perfección y entregan memorables momentos de pura sensualidad.
Un punto aparte es la música (aquí se revela también otro de los puntos altos del director afincado en Honk Kong) el tema recurrente (Yumeji’s theme) pertenece a Shigeru Umebayashi y fue compuesto originalmente para el film Yumeji de Seijun Suzuki, el tema marca los encuentros de Chow y Chan que parecen danzar por escaleras y pasillos buscando encontrarse y tocarse sin lograrlo plenamente. Así mismo son significativas las canciones de Nat «King» Cole (Aquellos ojos verdes, Quizás, quizas, quizás) que como las volutas de humo de los infinitos cigarros de Chow, van y vienen entrelazándose con la historia, las letras de las canciones parecen decir aquello que los protagonistas no pueden expresar.
Esta película, como pocas, apela a los sentidos más que a la razón, juega con el peso de lo que no vemos, de lo que no está en pantalla. El peso de lo intangible: los sentimientos y las pasiones. La poesía que precede y cierra la película resume lo que hemos visto (y más que eso).
Es un momento agitado.
Ella baja la cabeza,
para darle una ocasión de acercarse.
Pero él no puede pues le falta valor.
Ella da la vuelta y se aleja.Esa era ha pasado.
Nada de lo que perteneció a ella existe más.Él recuerda esos años desvanecidos.
Como si observase a través de un cristal polvoriento,
el pasado es algo que puede ver, pero no puede tocar.
Y todo que ve es borroso e indistinto.
Luis Ramos
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