House of the Death
Dir. Uwe Boll | 90 min. | EE.UU. – Canadá – Alemania
Intérpretes: Jonathan Cherry (Rudy), Tyron Leitso (Simon), Clint Howard (Salish), Ona Grauer (Alicia), Ellie Cornell (Jordan Casper), Will Sanderson (Greg)
Estreno en Perú: 27 de octubre de 2005.
“Basado en el video juego del mismo nombre, House of the Dead nos trae la historia de un grupo de jóvenes que tratan de llegar a una fiesta rave en una poco conocida isla, sin saber que al llegar serán presa de una feroz cacería donde los cazadores son nada menos que muertos vueltos a la vida.”
Basado en el video juego del mismo nombre, House of the Dead nos trae la historia de un grupo de jóvenes que tratan de llegar a una fiesta rave en una poco conocida isla, sin saber que al llegar serán presa de una feroz cacería donde los cazadores son nada menos que muertos vueltos a la vida.
Bajo esta premisa se desarrolla una de las peores historias de zombis llevada al cine. La pobre dirección es notoria, una total falta de creatividad y de visión del director alemán Uwe Boll.
Es tanta la incapacidad del realizador, que no duda en combinar tomas de la película con escenas del video juego, el cual está a años luz de esta cadavérica cinta, en una clara ausencia de ideas originales con la cual desarrollar el guión.
Los caracteres son harto conocidos, la rubia hueca, el galán sin cerebro, y la chica centrada, entre otros, a la par de los más delirantes y ridículos zombis que hayamos visto incluso en comedia. Desde el inicio podemos adivinar cual será la siguiente escena de la película debido a lo predecible del guión, algo que incluso a los noveles actores les cuesta seguir y parecer naturales.
Para quienes somos admiradores del juego, es una total decepción ver como es llevado a la pantalla grande, sin ningún criterio ni respetando la historia original. Tal vez hubiéramos querido ver a los personajes originales, como aquel murciélago volador o al mismo Curien.
Y es una lástima que Boll haya hecho suyo también el proyecto Alone in the Dark, otro juego de culto que se irá, literalmente, al infierno.
Johan Tábori
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