A manera de balance, la iniciativa del Cine Arte de San Marcos de organizar un concurso dedicado exclusivamente a la producción audiovisual estudiantil, resulta valiosa en cuanto permite incentivar a los jóvenes que comienzan a hacer sus pinitos en la realización de cortometrajes. También sirve para echar un vistazo a lo que se viene cocinando al interior de escuelas, facultades y centros superiores de comunicación de Lima y provincias, o inclusive para descubrir nuevos valores. Una muestra de esta producción se pudo apreciar durante los seis días que duró el Festival. Sin embargo, resulta inexplicable la ausencia total de obras provenientes de universidades particulares como la de Lima y Católica.
Chiki Yuugi, de Carlos Benvenuto y Pedro Montes, condensa en sus 16 minutos el deambular de tres jóvenes que confiesan haber secuestrado a un transeúnte para descargar sobre él toda su ira, frustración y resentimiento social. Con una cámara trastabillante y caótica, como las mentes de sus protagonistas, el corto rezuma un rabioso y a la vez festivo nihilismo cercano al de los droggies de A clockwork orange o los sicarios de Reservoir dogs. Los diálogos en japonés (¿?) cargan de extrañeza y confusión a este trabajo “políticamente incorrecto” que marcó la nota disonante en el Festival.
La gente de antes de Luisa García es un documental sobre la veterana actriz Nilda Muñoz, ex integrante del desaparecido grupo Histrión – uno de los más importantes en la historia de la escena nacional- y que ahora se dedica a la enseñanza en diversos centros de atención al adulto mayor. Se trata de un acercamiento humano y conmovedor a un personaje con un profundo amor hacia su profesión y a un modo de asumir el teatro que al parecer se ha perdido. Además, y esto es básico para el género, el documental prescinde de narrador, lo que lo diferencia y destaca del resto de trabajos que compitieron en esta categoría.
Realizado en blanco y negro, A solas, corto escrito, dirigido y editado por César Calla, destaca por su sencilla y austera puesta en escena, por la actuación de Ricardo Fernández -en el papel de un solitario anciano que espera la visita de su hija- y por su sorpresiva resolución.
El sacrificio de la ñusta de Gian Marco Montes pretende contar en clave de anime una historia de resistencia incaica ambientada durante el cruento periodo de la conquista española, pero sus grafías terminan evocando involuntariamente, por su ingenuidad y estilo naif, a las del Supercholo, clásico de la historieta nacional. La animación presenta algunas deficiencias en la parte técnica.
Respecto de los ganadores en las categorías de video clip, Agua bendita de Gonzalo Gayoso, y video arte experimental, Sin título de Oswaldo Villavicencio, se trata de trabajos con méritos en la producción pero convencionales como propuestas creativas.
Una mención aparte merece el premio para el reportaje Avenida de la estafa de Rodolfo Benites, que al parecer se lo ganó más por una cuestión de walk over que por mérito propio, pues solamente compitió con dos trabajos dentro de su categoría. En su lugar, mejor se hubiera distinguido a Viringo: El perro peruano, ágil reportaje de Antolín Prieto quien decidió presentarlo al concurso como un documental.
Rodrigo Portales
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