The Exorcism of Emily Rose
Dir. Scott Derrickson | 119 min. | EEUU
Intérpretes:
Laura Linney (Erin Bruner)
Tom Wilkinson (Padre Moore)
Jennifer Carpenter (Emily Rose)
Campbell Scott (Ethan Thomas)
Estreno en Perú: 1 de diciembre del 2005
Erin Bruner, una abogada agnóstica y poco creyente, es asignada para defender al padre Moore, un sacerdote católico acusado de negligencia por la muerte de Emily Rose, una joven universitaria a quien practicó el exorcismo y que, para la ciencia, padecía de epilepsia y esquizofrenia.
Para comenzar diremos que esta película no trata directamente el tema del exorcismo. El film se centra principalmente en el juicio al padre Moore, interpretado correctamente por Tom Wilkinson. Su defensora, Erin Bruner, así como la historia de Emily Rose son el pivote por donde gira la trama. Bruner es una abogada en ascenso quien ya cuenta en su carrera el haber ganado un caso bastante difícil. Su extrema falta de credo poco a poco va cambiando y hará que cuestione sus propias creencias a partir del misticismo y la religiosidad que rodean el caso.
Ambos actores probablemente consigan una nominación al Oscar, más por su propio talento que por la cinta en si, la cual para ser honestos es correcta en muchos sentidos sin ser una gran película ni mucho menos. El director Scott Derrickson ha tratado con bastante tino que la película no gire en torno a la poseída Emily Rose, algo que hubiera podido forzar odiosas comparaciones con “El exorcista”, el non plus ultra de este tipo de filmes, extraordinario y muy bien ejecutado film del norteamericano William Friedkin, cuyas secuelas son menos notables y hasta innecesarias.
La escena que se lleva las palmas y que hace mantener al público con la atención al máximo es sin duda alguna la secuencia en la que encontramos a Emily en el establo y donde llega a mencionar los nombres de los demonios que están dentro de ella. Momento clímax que nos lleva al límite de los sentidos y de nuestras creencias personales y cuya resolución nos hará reflexionar sobre el desarraigo y la falta de eso que llamamos “creer en algo” en nuestra época.
Es interesante que durante el desarrollo del film, veamos los diferentes intentos de los abogados para desmitificar y a la vez tratar de probar el fenómeno de la posesión y el del exorcismo. Punto a favor de la película, que se une a lo estricto y es felizmente poco recurrente al uso de trucos baratos de efectos especiales que logran hacer de esta cinta un valedero y hasta cierto punto poco convencional aproximación al género.
Johan Tábori
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