The Lord of the Rings: The Two Towers
Dir. Peter Jackson | 179 min. | EE.UU. – Nueva Zelanda
Intérpretes: Elijah Wood (Frodo Baggins), Ian McKellen (Gandalf), Viggo Mortensen (Aragorn), Andy Serkis (Gollum/Sméagol), Liv Tyler (Arwen), Sean Astin (Sam), Cate Blanchett (Galadriel), John Rhys-Davies (Gimli/Voz de Treebeard), Bernard Hill (Theoden), Christopher Lee (Saruman), Billy Boyd (Pippin), Dominic Monaghan (Merry), Orlando Bloom (Legolas), Brad Dourif (Grima), Hugo Weaving (Elrond), Miranda Otto (Eowyn).
Estreno en Perú: 1 de enero de 2003.
La Comunidad del Anillo se ha desintegrado, Gandalf El Gris acaba de ser derrotado -Gandalf El Blanco vendrá a su rescate. Sam y Frodo deambulan sin dirección por los rocosos caminos a Mordor, Smeagol les ofrecerá su ayuda como guía, pero Gollum querrá recuperar su preciado anillo. Aragorn, Gimli y Legolas, aún recuperándose por la pérdida del buen Boromir, van tras los rastros de Merry y Pippin, capturados por los terribles Uruk-hai.
Que se puede decir de películas como esta que no se haya dicho antes. Estoy seguro que no son pocos los que tenían las expectativas al tope luego de la mágica travesía que significó La Comunidad del Anillo, la cual fue para muchos de nosotros la puerta de ingreso a un universo realmente único. Somos los mismos que esperábamos tener con esta segunda entrega una experiencia cinematográfica para recordar. Y sí que lo obtuvimos.
Peter Jackson no falló al decidir filmar las tres películas a la vez. No se explica de otra manera el hecho que la energía de la primera parte de esta extensa historia siga al mismo nivel, incluso aumentada o mejorada en ciertos aspectos. Jackson ve en Las Dos Torres una oportunidad para retomar sus variantes más oscuras, no recuerdo escenas apacibles, escapistas, no hay más hobbits celebrando ni disfrutando en su verde rincón de la Tierra Media.
Los personajes y los escenarios ya fueron presentados en la primera película, Las Dos Torres retoma exactamente donde nos quedamos, sin tiempo para acomodarnos en nuestros asientos nos encontramos de vuelta en la Tierra Media: La Comunidad del Anillo se ha desintegrado, Gandalf El Gris acaba de ser derrotado –Gandalf El Blanco vendrá a su rescate. Sam y Frodo deambulan sin dirección por los rocosos caminos a Mordor, Smeagol les ofrecerá su ayuda como guía, pero Gollum querrá recuperar su preciado anillo.
Aragorn, Gimli y Legolas, los inseparables compañeros, aún recuperándose por la pérdida del buen Boromir, van tras los rastros de Merry y Pippin, capturados por los terribles Uruk-hai. Mientras el traicionero Saruman incita el odio entre los hombres, sembrando muerte a su paso, conoceremos a un rey caído, a la familia real en duelo, caballeros andantes con tan solo el honor como arma frente al mal infinito de Sauron. Al rescate llegará siempre la naturaleza, en la forma de inmensos árboles parlantes.
Mención aparte merece la esperada aparición de Gollum, la pobre bestia incomprendida que comparte el alma oscura de una criatura cuyos movimientos están dirigidos únicamente por el Anillo. Debe ser la primera vez que un personaje en CGI (Imagen generada por computadora) logra llegar a tener un nivel casi humano. Las expresiones faciales de Andy Serkis le dan personalidad a la criatura, y su voz atemoriza incluso cuando pretende ser un buen guía para los hobbits. Para el recuerdo quedará aquella escena esquizofrénica, lucha mental entre Smeagol y Gollum, superando curiosamente a las perfomances de varios personajes ‘humanos’.
A su vez, los nuevos personajes tienen su lugar propio. Theoden, el rey maniatado, es una buena manera de conocer el trabajo del británico Bernard Hill, quien con su tono clásico le da gran presencia al rey en su vuelta al trono. Eowyn por su parte debe encontrar su lugar en un reparto lleno de hombres. Las libertades que se toma el guión hacen que Miranda Otto comparta los afectos del valiente Aragorn con Arwen (Liv Tyler). Quien sí se convierte en una revelación es el pendenciero Grima. Brad Dourif -gran aparición en One Flew Over the Cuckoo’s Nest– se llega a meter en la piel del traicionero adulador. Lleno de recursos, Dourif demuestra que fue un gran acierto su elección para este papel. Su escena a recordar es aquella en la cual Saruman le presenta el gran ejército que ha construido. Un pasmado Grima responde tan solo con una lágrima y una mirada atónita.
Como buen clásico, el film es dividido en tres partes, la primera siendo básicamente una extensa escena de persecución y la última una extenuante secuencia épica, una batalla de una hora que no da tregua. Si la película anterior pudo haber parecido un poco larga para algún impaciente, esta segunda parte nos regala tres horas de pura acción, siguiendo el camino de cada miembro de la Comunidad y su enfrentamiento con sus propios peligros. El color predominante es el gris, Jackson inunda la imagen con una atmósfera pesada y oscura, donde los días palidecen y la noche predomina.
Ejercicio absurdo el de elegir la favorita entre ésta y su predecesora. No creo poder estar en la capacidad de decidirme por una u otra. Siendo parte de un todo, de una trilogía que está aun por concluir, no podemos sino pensar en El Señor de los Anillos como un gran film de 10 horas, con entregas anuales que no hacen más que acrecentar la cantidad de seguidores que el viejo J.R.R. Tolkien se merece.
Laslo Rojas
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