Dir. Peter Jackson | 187 min. | Nueva Zelanda – EE. UU.
Intérpretes:
Naomi Watts (Ann Darrow)
Jack Black (Carl Denham)
Adrien Brody (Jack Driscoll)
Andy Serkis (Kong/Lumpy el cocinero)
Thomas Kretschmann (Capitán Englehorn)
Colin Hanks (Preston)
Jamie Bell (Jimmy)
Evan Parke (Hayes)
Kyle Chandler (Bruce Baxter)
Estreno en Perú: 15 de diciembre de 2005.
Este King Kong sigue los pasos del clásico de los 30, homenajeándola y haciéndole guiños por momentos, pero al mismo tiempo, logra zafarse del rol de remake para ofrecernos una historia propia del mito de la bella y la bestia, con un Kong lleno de emociones, que siente retribuido sus afectos por la bella Ann Darrow. De paso la película sube la valla en las películas del género fantástico y de efectos especiales.
El film clásico de Merian Cooper y Ernest Schoedsack ha quedado fijado como una de las más altas cotas del género fantástico de todos los tiempos, sus méritos son indiscutibles, más aún si pensamos que con la técnica de entonces se pudo construir un mito que sobrevive bien a lo largo de los años. Por ello no deja de ser aventurado acometer un remake de esta historia (John Guillermin lo intento en 1976 con resultados insuficientes). Peter Jackson lo ha hecho y ha salido airoso de la prueba.
Tal vez sea bueno citar que para Jackson el clásico de 1933 es emblemático, pues siendo niño, significó su primer despertar en el cine, desde entonces quedó fascinado por el género y no paró hasta rendir su particular homenaje al cine de stop motion y marionetas con esa pequeña delicia que es Meet the Feebles (1989), donde salda cuentas con los mejores representantes de la creación de personajes animados: Ray Harryhausen y Willis O’Brien.
El King Kong de Peter Jackson sigue los pasos del clásico de los 30, homenajeándola y haciéndole guiños por momentos, pero al mismo tiempo, junto a sus coguionistas Fran Walsh y Philippa Boyens, Jackson elabora una serie de detalles adicionales y busca dotar a sus caracteres de un perfil más definido, esto junto con un tono decididamente oscuro logra zafar su versión del rol de remake para ofrecernos una historia propia del mito de la bella y la bestia, con un Kong lleno de emociones, que siente retribuido sus afectos por la bella Ann Darrow.
Jackson toma las herramientas que vemos desperdiciadas en muchos blockbusters y las utiliza a su manera, creando fantásticas criaturas digitales que se enfrentan a Kong en extensas secuencias de acción, dejándolo a uno literalmente sin respiro. Se nota claramente la intención del director por superarse a si mismo en cada una de estas escenas, jugando con la atención del espectador, haciéndonos creer que el peligro ha pasado, solo para salir corriendo en otra persecución, recibir otro golpazo o sentir otra caída al vacío. La pelea entre Kong y el T. Rex es ejemplar en este aspecto, tenemos estas criaturas inmensas y pesadas, y aún así perfectamente ágiles para llenar toda la pantalla de mordiscos y puñetazos, saltos y piruetas.
Destaca marcadamente dentro de las secuencias de acción una en especial en la cual el pasado cinematográfico de Jackson hace de las suyas. Echando mano de su tránsito por los géneros del gore y terror, el neozelandés crea una secuencia al borde de lo soportable cuando un nido de insectos gigantes ataca a los exploradores. Especies variadas de gusanos horripilantes hacen voltear el rostro a más de uno. La referencia a Indiana Jones queda así establecida, y superada.
Pero no todo es adrenalina en King Kong. Con la ayuda de la técnica del motion-capture, Andy Serkis permite crear un nuevo Kong, mucho más versátil y dinámico que en la película original, con gestos y movimientos trasladados perfectamente de la perfomance del actor al gran gorila digital. Tener a un humano detrás de la criatura le permite a Jackson darle forma a los sentimientos de su personaje central. Incluso se da el lujo de mostrarnos un Kong juguetón y gracioso, cuya única debilidad termina siendo la bella rubia que invadió sus ancestrales dominios.
Naomi Watts por su parte encaja perfectamente en el papel y es uno de los puntos sobresalientes de la cinta. Ann Darrow, la actriz que padece las dificultades de la Gran Depresión (época que aquí es recreada con singular verismo), luchando por un lugar en un Broadway en crisis, logra mantener siempre la ilusión de cumplir sus sueños, hasta que se topa con el rol que marcará su vida. De pronto se encuentra en una jungla en manos de un gorila gigantesco, que no la dejará ir nunca más. Peter Jackson se toma aquí una gran libertad, estableciendo una relación cuasi amorosa entre la bella y la bestia. Es un riesgo, pues por momentos se pudo caer en sentimentalismos y absurdos. Naomi libera las tensiones dándole el tono preciso a sus escenas iniciales con Kong, con dosis de humor y mucha convicción, llegando a establecer una relación muy cercana, mostrando un genuino dolor en el desenlace de la historia.
Sin embargo la película tiene sus puntos flacos, luego de dos horas de proyección, ya de regreso del viaje, los protagonistas se enredan en un juego de tramas que no llegan a cuajar del todo, alargando más de lo necesario el metraje de la cinta, en todo esto un carácter que se resiente particularmente es el de Adrien Brody, como el guionista que cae ante los encantos de Ann mientras dura el viaje, pero una vez que el gran mono hace su entrada, todo es un juego de dos: la bella y la bestia.
La música del film ayuda a establecer las atmósferas en los diferentes escenarios. Es crucial en la parte intermedia del film, durante la estadía en la Isla Calavera, paraje que cobra vida propia con sus rocosas orillas y su niebla espesa y oscura. Mencionaremos como anécdota que el colaborador de Peter Jackson en este rubro, Howard Shore ya había grabado gran parte de la banda sonora cuando decidió renunciar dejando el cargo en manos de James Newton Howard (Batman inicia). Jackson explicó esta decisión debido a una diferencia creativa con Shore.
Para terminar dos secuencias que hablan del manejo del director neozelandés, uno es el viaje en el S. S. Venture, el barco que lleva a los protagonistas hasta las fronteras de lo ignoto, aquí, libre de efectos, se puede apreciar la mano de Jackson en la dirección de actores, la construcción de climas y los diálogos, sale bien librado (incluso se da el lujo de incluir citas del libro de Joseph Conrad “Heart of Darkness”) y la otra es una secuencia imposible: antes de desatar los nudos del inevitable destino de Kong, lo vemos junto a la bella, danzar cual príncipe y princesa en un castillo luminoso, pura pericia de guión y de escenario que se consigue en el límite de lo posible.
Laslo Rojas y Luis Ramos
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